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Capítulo XXII: Väter und Söhne, opinie i przemyślenia

08 de septiembre 1943
Moscú, Rusia

Un hombre alto de ojos dorados, sostenía una niña en sus brazos, quien parecía estar dormida.
El hijo del hombre veía fijamente a la niña, preguntándose porque estaba hay.

–¿porque?– dijo Rusia– es la hija del enemigo, deberían matarla–

El tono que usaba era seco, no transmitía ni un poco de amabilidad.
Su padres suspiró con pesadez y negó con la cabeza.

–no Россия– dijo, mientras dejaba a la niña en un sillón– creí que te llevabas bien con ella–

El de ojos azules solo se mostró más molesto ante la actitud de su padre.
Mientras que la Unión Soviética, seguía pensando en sus otros hijos, deberían de haberlos liberado ya.

–eso era antes de que su padre nos atacara y secuestrara a Bielorrusia y Ucrania–

Rusia se llevaba bien con sus hermanos de sangre, ellos tres eran inseparables, tenían la misma edad y a pesar de ser de madres distintas, siempre se trataron como si fueran hijos de la misma mujer.

El mayor quedó en silencio y miró a su heredó principal, haciéndole una seña para que se calle.

–está niña será útil en un futuro, lo sé– dijo serio la Unión Soviética– además, tú no eres nadie para cuestionar las decisiones que tomó–

Rusia solo apartó su mirada y bajo su cabeza, estaba molesto, pero no podía hacer nada, de lo contrario, podría recibir un castigo.

La pequeña niña entonces se movió, iba a despertarse pronto.

El ruso salió de la habitación, no tenía ánimo para ver a la hija de un monstruo, mientras su padre se quedó hay, esperando a que ella despertara, debía explicarle qué hacían hay y porque no estaba con sus padres.

09 de septiembre 1943
Italia

La niña veía a como todo ya comenzó, una batalla sin fin, en la que el principal objetivo, era sacar a los nazis del territorio italiano.

Todo estaba saliendo como se debía, lo único que preocupaba a la pequeña, era que no resultara.
En la guerra civil estaba arriesgando todo, la vida de su gente y ella misma.

–tranquila, sabes que siempre te apoyaré, pase lo que pase, confío en que lograrás salir victoriosa–

La italiana volteó a ver a su compañera, Nipón ¿que hacía la asiática hay? Simple, logró convencer a su padre de viajar a Europa.

Al imperio japonés nunca le importó su hija mayor, no le importaba si moría, después de todo, ella no era su heredera.
A pesar de ser ella la mayor, en la familia japonesa, ninguna mujer puede tener el control del territorio.

–¿estás segura?– preguntó insegura Camila– tengo miedo de que no resulte...–

Algo era verdad, Camila tenía mucho miedo, era la primera vez que hacía algo en contra de su padre o hermano, nunca antes se atrevió a cuestionarlos o revelarse.

–más que segura– dijo Nipón– te prometo, que pronto ya no serás conocida como Camila, serás Italia–

La menor sonrió de una manera dulce y le dio un abrazo a su amiga.
Quien sonrió ante aquella acción.

–gracias...–

Dijo Camila en un susurro.
Nipón acarició su cabeza y le dijo "todo estará bien"

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