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Capítulo XL: das Ende z epoki

Pronto...

Łukasz Polska Jagellon de Polonia, ha muerto.

Los antiguos miembros del bloque oriental asistieron al funeral, todos ellos trayendo margaritas y las mayores condolencias a la familia del polaco.

–esto es sin duda, desafortunado–

Dijo Yugoslavia, observando el ataúd con decepción.

El cuerpo estaba intacto por alguna extraña razón. No había restos de sangre ni heridas, como si la causa de muerte no hubiera sido asesinato.

–el traidor debe morir, Łukasz fuera o no fuera representante, el trabajo que hizo como territorio fue satisfactorio y digno de recordar–

Añadió la Unión Soviética, usando una voz fuerte, mostrando enojo al ver a su estudiante morir.

Polonia mintió diciendo que la causa de muerte fue asesinato a manos de un revolucionario insatisfecho, que buscó atentar no solo contra la vida de su hermano, también contra la de ella.

–debe haber una investigación, ningún representante muere a manos de un simple humano– dijo Corea del Norte– de seguro el asesino es una ciudad rebelde–

La coreana es conocida por querer soluciones drásticas, en general por ser alguien poco flexible.
Hace solo unos pocos minutos exigido torturar al asesino.

–habrá una investigación, mi hermano merece justicia–

Dijo la polaca, con sus ojos rojos mostrando una tristeza en su rostro.

–si necesitas ayuda puedes contar con nosotros, estamos para apoyarte–

Dijo Hungría acercándose a su amiga y tocando su hombro. Mostrando consuelo y el apoyo sin dudar.
La menor sonrió vagamente y bajo su cabeza, al parecer no quería hablar demasiado.

–lo que debemos hacer es encontrar al asesino–

Dijo la bielorrusa, quien miraba el ataúd, aún con lágrimas en sus mejillas.
Ella y el polaco eran mejores amigos.
La pérdida la dejó devastada.

–y haremos lo posible–

Añadió la polaca en un pequeño susurro.

Todos los países estaban invitados al funeral, aunque los más afectados eran los del bloque oriental.
Los demás solo fueron por formalidad, algunos ni siquiera mostraron respeto o condolencias en el funeral.

–Dale señor el descanso eterno–

Dijo el Vaticano, imponiendo sus manos y cerrando los ojos para señal de dar inicio a esa eucaristía.
Łukasz no era católico, no creyó en ninguna divinidad después de que murió su madre.
Lo mismo pasó con muchos del bloque oriental, abandonaron su fe por distintas causas y razones.

¿Porque se hacía una eucaristía entonces?
Polonia insistió.

–y brilla para él la luz perpetua–

Respondieron algunos en voz baja.

Después del funeral algunos se quedaron unos minutos queriendo acompañar el luto de la polaca.
Pero ella se negaba, quería estar sola.

–debemos respetar su luto, fue su hermano–

Dijo Hungría, intentando que los demás dejaran de insistir en hablar con Polonia o siquiera acercarse a ella.

–solo quiero hacerle compañía...ambas fuimos las más cercanas a él–

Dijo Bielorrusia, sus ojos seguían rojos, su cabello alborotado y su voz quebrada.

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