26

25 5 0
                                    

Capítulo XXVI: zwischen Buchstaben und Gefühlen

Los días de invierno pueden ser duros, fríos y tristes.
Más aún cuando el corazón está roto y no hay con que curarlo o al menos no por ahora.

Un hombre pelirrojo veía con enojo a su hermana, sentía como su sangre hervía y su paciencia se agotaba. Una gota más y explotaría.

–¡¿Como fuiste capaz?!–

Cuestionó el hombre, mientras sostenía con fuerza una carpeta.
Habían varios en aquella habitación, todos en contra de la mujer que estaba lastimada.

Aquella mujer rubia tenía un moretón en su ojo izquierdo, golpes en sus manos y estaba sangrando.
Aún así, no derramo ninguna lágrima ni bajo su cabeza. El ego y el honor propio era más alto.

–¿acaso tengo que responder?–

Dijo ella con molestia, su hermano con fuerza golpeó su cachete. Le dieron otro golpe a Anna, pero aun así ella no se inmutaba. Muchos empezaron a murmurar y susurrar.

–¿cómo puedes contestarle a Polonia así?–

–¿cómo se atreve?–

–¿acaso no siente respeto?–

–si la Unión Soviética estuviera aquí ella estaría muerta–

Eran algunas de las cosas que se lograban escuchar en aquella sala. Todos en ese lugar estaban de acuerdo en algo. Anna es una traidora.

–la traición es algo que se paga con muerte en esta casa–

Dijo una voz grave, todos al oír esta voz se quedaron en silencio y voltearon a ver. Rusia, el heredero de la Unión Soviética y mayor entre todos los que estaban en aquel lugar.

La polaca suspiró cansada, sabía que no la iban a matar, no podían matarla, o eso le gustaba creer.

–yo en ningún momento los traicione– dijo Anna con una voz firme– la lealtad que jure siempre fue al único hijo y heredero de Third Reich. Alemania–

A pesar de lo que ella decía, sentía que era mentira, si bien era verdad que a los diez años le juro lealtad. No podía evitar sentirse traicionada, hace unas horas descubrió que aquel hombre que amaba estaba casado.

–aveces me pregunto que te hizo Alemania para que seas así– dijo una chica de ojos grises– pero eso no debe de importar ahora, estas bajo custodia de tu hermano, tu obligación es seguir sus mismos ideales si no quieres morir–

Anna rodó los ojos y no se tomó ni un poco en serio lo que ella decía. Oriental no tenía ningún derecho de hablar, ella fue quien inició esto, al haberla seguido, tomando fotos de ella y su encuentro con Alemania y obligado a Hungría a revelar todo lo que pudiera.

–preferiría morir antes que seguirlo–

Dijo de forma retadora, tomando por sorpresa a la chica que solo desvió su mirada.

–es una lástima que no puedes morir– dijo el heredero– cuando mi padre llegue tú castigo será decidido, ruega por piedad y perdón para que mi padre no te obligue a ir Vietnam–

Aquello que dijo Rusia fue claro, preciso y directo. Anna sintió que su débil piel se erizaba y sus manos temblaron ligeramente.

–¡vuelvan a sus lugares todos!–

Grito el heredero, viendo que todos solo estaban atentos a lo que pasaba y no realizaban sus labores.
Ante el grito todos salieron del lugar, incluyendo Rusia y Oriental, sin embargo. Polonia y Anna seguían hay.

Nuestra historia~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora