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Capítulo XXXIII: Menschheit

La maldición persigue a todo Alemán, no importa que su sangre no sea tan pura.

La polaca revisaba algunas de sus notas de apuntes, hace poco le llegó una carta en nombre de Alemania para que se presente en Bonn, al parecer debían hablar algo importante.

Y por más que a la chica le encantaría fantasear con que sería una cita con el chico que ella ama, sabe muy bien que es otro tema a tocar.

Las notas de apuntes que la rubia tenía, eran de los años cuarenta, estaban desgastadas y algunas hojas tenían la tinta corrida, pero eran suficientes, estaba toda la información necesaria.

Ahora el problema es ¿Cómo saldría del país?

La Unión Soviética a implementando nuevos sistemas de vigilancia, ahora es más difícil salir o siquiera entrar al bloque oriental. Estas medidas fueron tomadas porque se cree qué hay espías estadounidenses robando información.
Por seguridad la Unión Soviética aseguró cada frontera de todo país que estuviera bajo su mandato, no importaba que tan pequeño fuera.

Podría pasar el muro de Berlín pero aún así sería peligroso, podría intentar ir a Austria pero hay probabilidades de que cierren la frontera y no es como si hubiera alguien dispuesto a ayudarla.

Su hermano ahora mismo estaba arreglando unos asuntos familiares con Lituania, Hungría estaba en su territorio y ya no había nadie más del bloque oriental que estuviera de su lado y se pudiera confiar.

Debía jugarse la vida.

"Todo aquel que quiera cruzar, la muerte ha de enfrentar"

La chica suspiró y sin más salió de su habitación, con un recogido y su abrigo, en una maleta llevaba lo necesario por su debía quedarse algunos días fuera de casa.

Y sin más, partió en rumbo hacia Alemania.

...

"La maldición persigue a todo Alemán, no importa que su sangre no sea tan pura"

Nadie escapa de la maldición y mientras el tiempo pasa, esto solo empeora.

La comunidad del carbón y el acero ya no es "puro"

Y lastimosamente fue algo que presenciaron todos sus fundadores.

–Derek...–

Susurró Luxemburgo, se veía decepcionado y preocupado, sin mencionar como sostenía un maletín de primeros auxilios.

Francia estaba en el piso, arrodillada y viendo cómo había sangre en el piso, era incapaz de ver a su hijo, no...no...su mente daba vueltas pensando en cómo había sucedido.
Es cierto, por una pelea.

Derek se había peleado con uno de los trabajadores por haber dejado caer la cruz del heredero que colgaba de su cuello.

Esa pelea llevó hasta la muerte del trabajador por los incontables golpes.

Los humanos son débiles ante un representante, unos golpes y ya morirá. Pero cuando sucede lo contrario, bastarán más de mil golpes con la mayor fuerza del cuerpo para lastimar un represéntenla o alguien que tenga un parentesco con un representante.

–el tocó la cruz...la dejo caer, dejo que su brillo se manchara por el polvo del piso mal barrido, pudo romperse...papá no permitiría eso...yo tampoco lo permitiría–

Eran leves susurros, nadie se atrevía a alzar la voz.

–Derek, está no era la manera de solucionarlo–

Dijo Bélgica, tomando el valor de acercarse al adolescente y obligarlo a levantarse.

–nosotros te educamos con buenos valores, para que no cometieras estos errores ¡abusaste de nuestra confianza! Y deshonraste a tus padres, nos decepcionas...–

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