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Capítulo XXIV: Przeprosiny, neuer Anfang

Una pequeña vela estaba encendida, iluminaba un cuarto oscuro, en donde habían tres personas, Estados Unidos, la Unión Soviética y Prusia.

Todos ellos se miraban fijamente, en cuanto a el estadounidense el estaba recargado contra una pared, el sovietico miraba de arriba a abajo al prusiano y el azabache permanecía en silencio y manteniendo su postura.

–ya estás débil, Prussia– dijo el castaño– es evidente que no podrás aguantar mucho tiempo–

El americano hablaba con cierta frialdad en su tono de voz, como si estuviera siendo más distante de lo normal.

–ustedes firmaron un tratado que me hará desaparecer– dijo Prusia, con un tono de ironía– es evidente que no aguantaré más de tres días antes de desintegrarme–

Prusia, odiaba a los aliados.

–es a ese punto al que vamos– dijo el de cabello blanco– Prusia, no vamos a prolongar tu sufrimiento, entre todos decidimos que hoy te asesinaran–

El sovietico era muy directo y cruel con sus palabras.
El prusiano no sabía como tomar aquella respuesta, ni siquiera le preguntaron si quería morir. Que injusto.

–¿quien será el que provoque mi muerte?– preguntó Prusia con dificultad– espero sea alguien perteneciente a mi familia–

Eso fue lo único que dijo, mientras Estados Unidos salió de la habitación y llamó a quien lo asesinaría.

El prusiano sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver a Vichy y Alemania, juntos entrando a la habitación.

La chica parecía cansada y agotada, mientras que el chico transmitía un aura distinta, tenía una sonrisa en su rostro y caminaba con emoción, como si estuviera anhelando el momento.

–¿quien eres tú? ¿Y que le hiciste a Deutschland?–

Preguntó alterado el anciano, requería respuestas de inmediato.

–es muy grosero hablar de esa forma– dijo Alemania– y yo soy Alemania, lo sé, he crecido un poco ¿tal vez unos veinte centímetros?–

La forma en la que hablaba, su sonrisa, su forma de expresarse, sus palabras, emociones y expresiones, algo anda mal. Muy mal.

–cállate y explícate–

Dijo el Reino en un tono autoritario, a lo que el alemán sonrió aún más y se le escapó una risa.

–que divertido eres...lástima y tu vida acabe en menos de lo que el reloj marca el mediodía...–

El prusiano sólo pudo mirar a los aliados, asombrado, preocupado y a su vez enojado.
El chico desvió el tema, no le respondería.

–Alemania será quien te matara– dijo el sovietico– Vichy vino a acompañarlo y despedirse–

El mayor se quedó sin palabras y observó cómo la chica se acercó a él y lo abrazó, a pesar de lo que ella vivió, era incapaz de hacerle daño a alguno que ella considera o consideró cercano.

–Vichy, será mejor que te quites– dijo el azabache– ¿o acaso quieres que adelante tu muerte?–

"¿Que le está pasando?" Era una de las cosas que Prusia se preguntaba, pero de lo cual ni obtenía respuesta, ese no era su bisnieto, parecía una copia de Third Reich solo que...más cruel.

La chica al escuchar esto sólo pudo correrse unos metros y apartar su mirada, no quería ver.
Acto seguido, el de ojos bicolor sacó su pistola, la cargo y apuntó al corazón de Prusia.

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