Capítulo ⅠⅩ.

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Narra Garu.

Por favor que solo sea una mala pesadilla, ver a Pucca junto a aquel chico hace que sienta un extraño dolor en mi pecho, un dolor jamás experimentado. Recogí mi helado y camino disimuladamente al costado de su mesa, no sé si ella me habrá visto pero en este momento... deseo que sí.

Conduzco mi nuevo vehículo hacia el hospital, para lograr comprender ¿qué me ocurre? Siento aquel dolor cada que pensó en Pucca o simplemente cada día después de aquello ¿Sufriré un infarto? Debo chequearme lo antes posible. Un ninja no puede estar así.

Un ninja... es todo lo que le decía a Pucca.

«Un ninja no tiene que... Soy un ninja Pucca... Tengo una labor cómo Ninja... No me interesa Pucca, estoy trabajando en ser ninja...»

Eran palabras que le decía, en una cuadra frenó junto al semáforo, observó la parada de buses nueva que inauguraron, donde yo junto a Pucca compartimos un beso, aún no logro olvidar aquella dulzura de su brillo de labios sobre los míos. Aquel olor a frutilla que sentía que era sólo mío. Aquella noche sentíamos que éramos solo nosotros contra el mundo, pero lo arruiné como siempre, la alejé diciendo que no quería un beso de ella en ese momento.

Aún recuerdo su mirada lastimada y con pena, ¿qué ser más despreciable debo ser para dañarle su ilusión de aquel momento romántico? Ese fue uno de los últimos que tuvimos. Oh Pucca, ¿cómo fui tan idiota? ¿Como no pude comprender que lo que sentías por mí era más que correspondido? ¿Como te dejé ir sin siquiera intentarlo?

Como soy tan idiota.

Pero por favor mi amada Pucca, no te enamores de nadie más, que no lo soportare ni pienso hacerlo. Llegó al hospital y camino a la recepción, una chica me atiende y le digo mi problema, pero al instante se rié.

—No te preocupes, eso no es un problema físico, más bien un problema de amor, ese dolor todos lo hemos sentido,— amor, esa palabra me causaba nauseas, pero en este momento siento un regocijo en aquella.

Le miro confundido.

—¿alguien te rompió el corazón últimamente? - Niego, pero luego reflexiono un poco, no exactamente a mí, sino que yo a ella —Bueno, creo que la única cura es lograr aceptar tu dolor, no sé qué te ocurrió, pero se ve que te sientes un poco... culpable.

Asiento y me voy a mi auto nuevamente, ¿ese era mi dolor? eso explica muchas cosas. Nunca he tenido otra novia que no sea Pucca, nunca he experimentado esto antes... quizás, y solo quizás deba hablar con ella. Pero no, aún no. No creo que sea capaz de verla a la cara sin lamentarme por todo, sin repudiar me por aquellos momentos en los que desvalide sus sentimientos.

Oh Pucca, por favor nuevamente espero que no te enamores en ese tiempo en el cual yo estaré reflexionando y dándome fuerzas. No quiero parecer un cobarde, pero más lo seré si hago vista gorda. Mientras manejo logro divisar a la distancia a una chica de cabello suelto.

Love-Pucca Y GaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora