INESPERADO

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El día transcurría lentamente, llevaba un par de horas encerrado en el despacho revisando la mala organización que tenía el antiguo dueño del centro comercial, era un caos.

En ese preciso momento de mi vida, yo era lo que nunca había querido ser. Es decir, "Un hombre de negocios."

La vida, las circunstancias, las personas, se habían encargado de enseñarme que sin dinero no tienes poder y sin poder no tienes nada. Me había dedicado incansablemente, la última decada de mi vida a crear mi propia riqueza. Aunque provenía de una familia adinerada y poderosa, hacía algún tiempo que ya no formaba parte de ella.

Era reconocido en los medios financieros y sociales por mérito propio. Había creado mi imperio y me reconocían como uno de los tres inversionistas más influyentes del mercado inmobiliario, biotecnológico, energia renovable, entretenimiento, tecnologías, entre otros. Siendo fundador y accionista mayoritario.

Con sede principal en Nueva york e incontables alrededor del país, y un par más en LATAM.

"Occa Constellations Enterprise" era considerada una empresa lider en cada sector que incursionaba  y nos habíamos ganado el reconocimiento por nuestra innovación, transparencia y calidad.

Me había refugiado en los halagos banales de gente que no conocía para apaciguar todo lo que me atormentaba.

Me encargaba de las nuevas adquisiciones personalmente, Iba de país en país y ciudad en ciudad adquiriendo todo lo que tuviese potencial y al pulirlas terminaban siendo reconocidas incluso internacionalmente. En definitiva el dinero movía al mundo y a las personas y aunque fuese asqueroso admitirlo, yo sacaba todo el provecho de ello.

Mire mi reloj y marcaban las 5:45 PM de un día sábado. Tenía una invitación a la inauguración de un restaurante en el centro de la ciudad, y no es que me entusiasmase mucho la idea de ir y convivir con otro ser humano lleno de vanidades, pero si no salía y tenía contacto con alguien más terminaría por volverme loco entre tanta basura que había dentro de mi cabeza, así que iría sí o sí.

El evento era formal y ya estaba frente al espejo de cuerpo completo dentro del walk in closet colocándome los gemelos para ponerme el saco e irme.

El hombre inescrutable e insensible en que me había convertido, era quien me había mantenido en pie, incluso en mis peores días, a él, se lo debía todo, no había vuelta atrás.

Eugene esperaba por mí en la puerta y al verme bajando las escaleras se dispuso a abrirla.

—Eugene.—saludé a quien probablemente fuese mi mas antiguo y leal amigo. Era al igual que Jeannette de las persona más cercanas a mí.

—Ethan.—respondió asintiendo a su vez.

Subimos al auto y  lo puso en marcha al restaurante. No sabía demasiado sobre el tipo que me había enviado la invitación, solo que era dueño de una cadena de restaurantes lujosos en los que la gente reserva con 6 meses o incluso 1 año de anticipación, para poder decir que estuvieron allí.

Mientras más tiempo habitábamos el mundo, más incoherente se volvían nuestras necesidades, sin embargo ¿Quién era yo para juzgar? Siendo uno de los que mayor beneficio obtenía de ello.

En el recorrido me di cuenta de cuánto me atraía está ciudad, estaba llena de vida diurna y nocturna. Gente vanidosa si, pero también gente trabajadora con sueños y esperanzas. A veces ver eso en los demás me hacía sentir que no todo estaba tan perdido y que si valía la pena estar, al menos para ellos.

Al llegar, me dí cuenta de que la prensa y la alfombra roja no habían faltado, me bajé del auto no sin despedirme de Eugene y comenzó el show. Flashes por doquier y periodistas preguntándome quién me había vestido y por mi mente se asomaba la respuesta "El sentido común" pero me limitaba solo a sonreír. Posé para un par de fotos y decidí adentrarme en el local.

Al final de la alfombra roja se encontraba una mujer de vestido plateado largo muy ajustado y exuberante que exaltaba su tono moreno.

—¡Bienvenido Sr. Montes de Occa!—saludó excesivamente amable y sonriente.

—Buenas noches.

—Su mesa se ubica en frente a la izquierda, al lado del alcalde Richard Clark. Que disfrute la velada.—informó mostrándome unos dientes perfectamente alineados y relucientes.

—De acuerdo.

Me dirigí al lugar que me había indicado y evidencie lo presuntuoso del tipo entre toda la parafernalia. Era un lugar con evidentes bondades, decorado con las flores de la temporada, el sitio estaba impregnado de un olor suave y delicado, lleno de arreglos decorativos y el suelo destellando luces LED, la gente estaba encantada y su atracción principal era una pecera gigante más parecida a un acuario llena de peces exóticos que probablemente solo allí se verían. Había un pequeño escenario en el centro, donde una mujer entonaba acorde canciones de Sia. El tipo había tirado la casa por la ventana y para muchos este debía ser el evento del año.

Llegando a mi lugar el alcalde al verme se levantó y estrecho su mano conmigo, estaba extasiado con todo lo que sus ojos veían y no se trataba solo del lugar. Las mujeres que allí se paseaban lucían despampanantes. Nuestra mesa estaba repleta de pasabocas y la gente de servicio iba y venía con copas de champagne o lo que el comensal quisiera, teníamos la vista perfecta de todo el lugar, desde la entrada y todos los alrededores, en definitiva me parecía un buen lugar para estar y observarlo todo.

Entable una pequeña conversación con el alcalde y su esposa Anarella, quienes estaban cautivados con todas las propiedades que había obtenido de la ciudad y por supuesto las mejoras que había realizado en ellas.

—Creo que a veces sólo se trata de una pequeña pero bien estructurada inversión ¿No le parece a usted Sr. Montes de Occa?—inquirió la mujer, segura de lo que hablaba.

—En mi opinión todo está en reconocer el potencial que pueda tener el lugar y su gente. Tengo la cualidad de siempre sacar a relucir lo mejor de ambos.—respondí llevándome un sorbo de champagne a la boca.

—Esta ciudad tiene mucho que ofrecer señor Montes de Occa, le aseguro que aquí sobra de eso que usted llama "potencial."—soltó haciendo énfasis en la última palabra y con la mirada fija en la entrada del lugar mientras subía su copa simulando un brindis en el aire y cuando decidí ver eso que lo tenía tan absorto, sencillamente me congelé.

«¡Mierda!»

TERCER ENCUENTRO. (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora