CAPITULO 16

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El templo de los dioses

La respiración del alfa chocaba contra su cuello de forma estrepitosa, sus labios cerrados se apretaban en su piel como si se contuviera de hacerle algo. De morderle tal vez. El alfa estaba desnudo una vez más, sobre la pequeña cama que les había otorgado en la última posada en la que se quedaban. Al día siguiente ya estarían en el templo, porque lo suponía que sería la última vez que dormiría con él, hacerlo en el templo sería peligroso, corrían el riesgo que los descubran y todo se arruine.

Porque ese era el único motivo por el cual no quisiera seguir durmiendo con el alfa. Siempre había dormido con sus omegas, pero solía tener pesadillas frecuentas y levantarse constantemente durante las noches, sufría de insomnios y dolores de cabeza por las noches. Sin embargo, desde que había dormido con el alfa, su sueño era excelente. No despertaba gritando o llorando por las pesadillas. Dormía como cuando era niño y no tenía ninguna preocupación, y tampoco entendía sobre su vida.

Las mentas lo ayudaban bastante a relajarse.

Ahora se encontraba ayudando a alfa a bajar su erección, aquella que punzaba cada vez que dormían. Esta vez sus manos trabajaban con más ímpetu. Ya tenía experiencia ayudándolo, pero esta noche, especialmente lo estaba haciendo tan bien que el alfa se retorcía entre su cuello emanando gemidos fuertes.

Le gustaba eso, pero le daba miedo. El alfa era enorme, era una suerte que no pretendía meter todo eso en él. Porque estaba seguro que no resistiría. Aunque su cuerpo pensara lo contrario, al lubricarse en exceso o como decía el alfa "empapado a morir", estaba claro que por mas lubricado que estuviera, aquello no iba a entrar por completo en él.

Así que seguiría usando sus manos mientras tanto. De todas formas, no podían pasar al siguiente nivel. Era pecado.

- ¡Ah, me vengo!- gimió el alfa contra su oído.

Aceleró más sus manos en cuanto sintió al alfa estrujarle el trasero como si no hubiera un mañana. Sus manos lo apretaban tan fuerte que seguramente dejaría marca sobre ellos. Al alfa le gustaba jugar con su agujero, y chapotear sus dedos entre el líquido transparente que salía de él. Quiso gritar cuando el alfa metió dos dedos de golpe en él, pero fue callado con un beso que debido al dolor le terminó mordiendo el labio inferior.

La mordida fue la cúspide para el alfa pues se vino en sus manos retorciéndose y jadeando cosas incoherentes. El alfa sacó los dedos de su trasero y él retiró sus manos del miembro ya flácido del alfa que trataba de regularizar su respiración mientras él veía el techo de la habitación tratando de calmarse también.

Llegaban los pensamientos negativos sobre que lo estaban haciendo no era lo correcto.

- Esto no está bien- dijo el alfa como si leyera sus pensamientos.

Se giró sobre la cama para verlo fijamente. El alfa no parecía serio, pero estaba siendo sincero.

- Lo sé. Hemos ido demasiado lejos- le susurró- ¿No crees?

El alfa le dio una sonrisa de media luna, e inmediatamente se agarró los labios que estaba hinchados y con una delgada línea de sangre que salía de él.

Le había mordido muy fuerte.

Se sintió avergonzado. ¿Cómo podía haberle hecho eso? Sin embargo no pediría perdón, pue el alfa le había metido dos dedos de golpe y aquello también le había dolido.

- No hemos ido tan lejos, créeme.

- Te refieres a...

Sexo. No habían tenido sexo aún. ¿Pero que era todo lo que hacían? No sabía a ciencia cierta. Nadie le había hablado de eso con amplitud. Necesitaba preguntárselo a alguien.

La dinastía Lee [EunHae-Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora