CAPITULO 2

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El Alfa de mirada oscura, pero de olor neutro.

DongHae no tenía permitido soñar, añorar o desear algo que estaba fuera de su alcance. Desde niño le había tocado vivir experiencias caóticas y fuertes. Tuvo que aprender a vivir con ello, a no llorar delante de la gente, pues nadie lo consolaría. A no reclamar o quejarse, pues nadie lo escucharía. A no negarse a hacer algo, pues de todas formas lo obligarían, pero sobre todo había aprendido a no dejar salir su olor, pues nadie quería oler el aroma de un omega dominante que más bien parecía un prisionero, un omega dominado.

Estaba solo en la vida, y era el último de su estirpe, estirpe que al casarse se mezclaría con la sangre de Siwon. Nada más repulsivo que eso. Mezclar su sangre con la de la familia que tanto daño le había hecho, la familia de su tío, hermano mayor de su madre, el que le había arrebatado su derecho al trono, su libertad y la de su hermano.

Un hermano que estaba enfermo, condenado a una cama que ya que ni siquiera podía caminar y que todos creían muerto. Al que apenas podía ver cuando el rey salía de palacio y Siwon se apiadaba de él rompiendo las reglas tal vez para ganarse su cariño, después de todo algún día serían esposos.

Rogaba todas las noches ser estéril, o morir en el intento de consumar el matrimonio. Lo último no era tan descabellado, pues entre los muros de palacio se escuchaban muchos rumores, que Siwon era una bestia en la cama, insaciable, que había acabado con la vida de dos plebeyas y que habían tenido que recompensar a la familia para evitar el escándalo. Ojalá Siwon hiciera lo mismo con él. Así acabaría todo de una vez.

Pensó en todo esto mientras se arreglaba para la fiesta de esta noche. Se encontraba aun en su dormitorio, aquel que compartía con sus mucamas, ellas lo cuidaban de todo y de todos.

- El príncipe heredero de estas tierras no parece tan malo- comentó RyeoWook.

El omega delgado y bajo, el menor de ellos. Cabellos oscuros y cachetes regordetes y pómulos pronunciados, solía cantar cuando DongHae estaba triste. A él le encantaba su voz. Le hacía pensar que la vida no podía ser tan mala si había algo de música en ella.

- Tal vez solo esté fingiendo como lo hace Siwon, RyeoWook.

Él sabía muy bien como era Siwon, el encantador futuro rey, mostraba su sonrisa y tenía a todos a sus pies. Y si no, lograba intimidarlos con su olor. Siwon olía a anís, tan intenso que te mareaba de permanecer mucho tiempo con él. DongHae tenía algunos trucos para cuando Siwon iba a buscarlo enojado.

Sus mucamas andaban con pequeñas bolitas de algodón que colocaban sobre la nariz del príncipe para que el olor de Siwon no lo abrume tanto.

Esto solía molestar de sobre manera a Siwon pero no podía tocarlo, así que renegaba maldiciendo en otros idiomas que había aprendido en batallas a las que iba y terminaba yéndose del lugar.

Esto con el tiempo empezó a causarle gracia.

- No pude sentir su olor, es muy extraño- esta vez habló Sungmin.

El omega de cabellos rubios, de contextura más gruesa que ellos y el mayor de los tres. También era uno de sus fieles y pocos servidores, este omega era el que mejor pensaba y lo había salvado de muchas. Sobre todo, cuando DongHae tenía predilección por recibir baños de luna en el río que dividía las tierras de los Lee con las de ellos. Arriesgaban hasta el pellejo por esos benditos baños, pero felizmente no los habían descubierto nunca.

No solo había que cuidar que los soldados de los Choi los descubrieran, si no también que nadie lastimara a DongHae, eso podía causar una gran catástrofe.

La dinastía Lee [EunHae-Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora