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Una semana después.

Mansión Kurta.

La mañana es tranquila, los gemelos asisten a las clases con su tutor en la habitación al final del pasillo en el segundo piso, dejando a ambos padres en el despacho del médico. ¿Qué hacen ahí? Leorio le pidió ayuda a su esposo para planear la nueva brigada médica que enviarán a Ciudad meteoro y otros lugares donde no hay accesibilidad a las medicinas.

Kurápika entró a la oficina gustoso, dejando un beso corto en los labios del pelinegro quien se sonrojó cuál tómate. Y trabajando en silencio mientras que ambos discutían a quién enviar como encargado de administración, médico encargado, la capital de ingresos que se utilizarán, posibles riesgos monetarios en el camino, etc.

Y en cuestión que, casi al medio día. Ellos ya tenían todo planeado, la fecha de la brigada ha sido fijada.

- Maestros, hay alguien quien desea verlos.

Una criada entró, dejando el mensaje y esperando a las indicaciones que debe seguir. No desea molestar a los amos de la casa, por lo que con la cabeza gacha de mordió el labio inferior nerviosa.

... ¿Acaso hizo algo que les haya molestado?

Kurápika ignoró su actitud y miró a su esposo.

- Está mansión es tuya, se hará lo que órdenes y desees. - Leorio le hizo una seña con la mano, mostrando todo en su oficina - Y si un día me corres, no podré hacer nada. Más que rogarte para que no me botes jajaja. - se rió divertido, viendo a su esposo sonrojado.

Kurápika carraspeó, ocultando su vergüenza y miró a la chica que habia entrado en la oficina de su esposo.

- Diles que esperen en la sala de estar.

Ella asintió y se marchó, dejando a los dos solos en la habitación.

Kurápika se puso de pie y camino hacia el escritorio donde su esposo estaba ensimismado en los documentos casi al instante después de decir todo aquello. Le dió la vuelta a la silla y lo encaró con una sonrisa.

Leorio parpadeó confundido, pero pronto sonrió al leer los pensamientos de su esposo, y solo con el brillo que su mirada marrón le decía.

- ¿Desea algo, señor esposo? - el médico se inclinó alzando el rostro.

Kurápika se lamió los labios, quitando las gafas del médico, para que no sean un estorbo.

- ¿Darme un beso apasionado con agarrones? - susurró contra el oído de Leorio.

Leorio sonrió. - Esa boquita es sucia... - se alejó, dando un pico corto en los labios del rubio - Y solo por ser tuya, me gusta.

Y cuando sus labios estaban a punto de encontrar de nuevo, la puerta de la oficina fue tocada nuevamente y a regañadientes el calmado Kurta se alejó, sentándose en el asiento mientras Leorio se ponía las gafas nuevamente.

- Adelante. - dijeron al unisono.

La puerta se abrió, mostrando a un pelinegro de ojos azules que cargaba a un rubio mientras sostenía la mano del otro.

- Hisoka escribió que estaban aterrizando en el aeropuerto. ¿Puedo ir?

Kurápika asintió con una dulce sonrisa, Leorio le lanzó las llaves.

- Ten cuidado, mira el semáforo y respeta los cruces.

Leo asintió y se fue, volviendo a los pocos segundos.

- La brigada fantasma está en la sala de espera. - informó.

Kurápika y Leorio se miraron. ¿Por qué no podía ser mañana?

El regalo [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora