II

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Comenzaba otro día y Jimin estaba luchando por no vomitar antes de salir de casa. Siempre le pasaba en las mañanas. Despertaba con una sensación de asco y agobio. Hoy principalmente la cama estaba muy calentita y Kero no dejaba de ronronear, eso solo le provocaban más ganas de quedarse durmiendo con él. Pero no podía permitirse ese lujo. Así es que tomó su bolsito y salió de casa.

Como era de costumbre tomó la entrada de clientes para no tener que interactuar con sus compañeros. No es que les tuviera miedo, no es como si lo hubiesen golpeado o algo similar. Solo era que le recordaban mucho a aquellos compañeros de colegio que tanto lo molestaban a él y a otros compañeros que solían ser más tímidos.

Aquella mañana había transcurrido tranquila, estuvo la mayor parte del tiempo ordenando la bodega y casi no habían clientes. Mientras menos clientes hubiesen, más feliz era Jimin en su trabajo.

Pero su paz terminó cuando Jackson llegó a buscarle con un semblante serio

- ¿Qué tanto has hecho para que haya vuelto ese cliente molesto preguntando por ti?

- ¿Q-que? ¿De cual cliente me hablas? – preguntó el rubio abriendo sus ojos con nerviosismo

- Qii – le imitó Jackson – deja de hacerte el estúpido, bueno creo que eres. Estoy con otro cliente, por favor sal rápido y soluciona esto – Jackson era mucho más alto que Jimin por ende, su presencia le intimidaba un poco. Pero le intimidó aún más cuando pasó por su lado propinándole un fuerte empujón con el hombro que le hizo tambalear.

No sabía que hacer así que respiró profundo y salió para encarar a aquel señor. Esta parte de su trabajo era la que más temor le causaba.

- S-señor – aclaró su garganta y prosiguió – ¿Me buscaba?

- Mira. No sé cuántas veces tengo que venir para que aprendas a hacer tu trabajo. Estos no son los zapatos que te pedí – Aquel señor se veía bastante viejo y amargado según la perspectiva de Jimin. Era bastante grande y el aliento le olía bastante mal. Pero eso Jimin no lo diría porque le asustaba más de lo que le molestaba.

- Usted me pidió estos mocasines en esta talla y color. N-no se cuál es el problema en realidad - Jimin era muy asustadizo y tímido. Pero fuera de eso solía tener muy poca paciencia, y a veces solo a veces esa falta de paciencia salía a la luz. Claro hubiese pasado si no hubiese visto como aquel joven pelinegro con buen olor se le acercaba.

- Disculpa, hace unos minutos pedí unas Nikes Air Max Plus a tu compañero. ¿Sabes si está por salir? - El joven pelinegro tenía un piercing en el labio y vestía ropa bastante holgada, lo que llamó demasiado la atención del rubio. Era atractivo para él, tanto así que le avergonzaba que lo viera en aquella situación con el señor.

- No sacas nada con preguntarle. Este niño inútil ni siquiera sé si trabaja aquí. ¿Vas a moverte o tengo que esperarte todo el día? – Preguntó el señor abriendo la caja de zapatos. A su vez, el pelinegro alzó una ceja y evaluó al tipo de pies a cabeza con una expresión difícil de descifrar para el rubio.

- A-a ver señor, esos zapatos se los cambié ayer pero no puedo volver a cambiárselos. Si se arrepintió de la compra puede hacer devolución si gust- Jimin no pudo terminar de hablar cuando sintió como un zapato golpeaba su rostro.

- QUE ESTAN SUCIOS. LA MIERDA QUE ME VENDISTE ESTABAN SUCIAS- El caballero había tomado uno de los mocasines y se los había lanzado en la cara al más bajo haciendo que por reflejo este cayera al suelo con su rostro rojo por el golpe.

El pelinegro, que había llegado hace un momento se encontraba con las manos vueltas un par de puños apretados, regulando la respiración para poder calmar su cuerpo. Había visto desde un principio lo mal educado que había sido ese cliente con ese pequeño rubio y no quería ayudarle como él acostumbraba a hacer, no en un lugar público. No quería montar una escena.

- Hay que ser muy hijo de puta ¿No crees? – Preguntó mirando como aquel rubio seguía con la mano en su mejilla mirando al suelo

- ¿Disculpa? – el señor le miraba ahora a él con una expresión arrogante

- Disculpa. Eso deberías pedirle a él - Le respondió apuntando con el mentón al más bajo- Crees que porque vienes aquí a comprar tus mierdas tienes derecho a tratarlo así? – El pelinegro se giró para mirarle directo a los ojos, el señor era incluso un poco más alto que él, pero no le intimidaba en absoluto – Conozco a los de tu tipo, se visten bien, se endeudan para comprarse ropa y zapatos caros ¿verdad? ¿A dónde quieres encajar? ¿Crees que a los ricos que visten y lucen como tú les importaría relacionarse con un pedazo de mierda que no es capaz de lavarse ni la boca? Con razón sale tanta basura de ahí joder, ya vete de aquí

- Mocoso hijo de puta, voy a recordar tu rostro ¿Me escuchaste? – El señor indignado aseguró la caja en sus brazos y se agachó para recoger aquel zapato que había lanzado minutos atrás, provocando que el rubio que aún estaba agachado, moviera sus brazos por instinto para cubrirse.

Aquella acción, más las palabras que había escuchado hicieron suspirar al pelinegro, rezando pensar en otra cosa para no saltar y romperle la cara. Así que lo miró y con la sonrisa más arrogante que pudo crear le respondió

- Asegúrate por favor, asegúrate de recordar mi rostro, necesito que lo hagas – No le despegó la vista de encima al tipo hasta que se fue y solo ahí se giró para ver a aquel rubio pero este ya no estaba en el lugar. 

A L O N E ~ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora