IV

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Escuchaba su corazón palpitar rápidamente, tan rápido que creía que se le saldría del pecho. Tan rápido que no estaba seguro si latía en su pecho o en su garganta. Su cara estaba enrojecida, no por enojo, si no por el zapato que minutos atrás había golpeado su cara. Y por vergüenza, lo habían humillado frente a ese pelinegro y él no había sido capaz de defenderse ni una sola vez. ¿Siempre sería así? Se sentía humillado, menospreciado, se sentía una completa basura. "No eres capaz ni de defenderte Jimin" "¿Cuándo sacarás personalidad?" "Eres un estúpido" "Mírate" Había escuchado tantas veces comentarios similares, y aun que siempre trató de no darles importancia. Él sabía que se quedaban dentro de su mente, esperando algún momento para salir y demostrarles que siempre tuvieron razón. Esperando momentos como este para hacer sentir a Jimin como una porquería.

Jimin no paraba de repetir aquellos pensamientos, como si quisiese castigarse a sí mismo con esas palabras. Y eso en vez de apaciguar los síntomas solo los empeoraba. Se sentía mareado, las manos le sudaban y su corazón no se calmaba, seguía palpitando tan rápido que comenzaba a apretarle el pecho. ¿No era así como comenzaba un ataque cardíaco? Entonces con sus piernas temblorosas se levantó del suelo. No sabía si aquel señor se había ido y tampoco quería ver si ese lindo pelinegro seguía allí. Caminó como pudo hacia la bodega de calzados y con la mano en su pecho tratando de regular su respiración buscó algún lugar seguro para esconderse.

Así es como Jimin pasaba sus crisis, cuando estaba en casa normalmente se escondía en el baño, mojaba su rostro y lloraba todo lo que pudiese con Kero en sus brazos, pero no estaba en casa. Estaba en su trabajo y no tenía a su gatito con él, solo tenía a Jackson y sus demás compañeros, y con un poco de suerte no se darían cuenta de su estado. Pero Jimin no creía en la suerte.

- ¿Y a ti que te pasa? – Preguntó Jackson bajando de una escalera con el entrecejo fruncido

-J-Jakcson, n-no es nada – Casi no podía hablar, sentía su boca demasiado seca – afuera, t-te esperan – se sentía tan casado como si hubiese corrido una maratón

Jackson lo observó por un par de segundos, y lo único que pudo sentir por él fue rabia. ¿Cómo alguien podía ser tan inútil para un trabajo tan fácil como ese? Parecía tan infantil y actuaba tan extraño.

– Eres tan raro – Por no decir estúpido. Pensó Jackson.

Jimin solo suspiró y caminó hasta el final de la bodega. No necesitaba escuchar a nadie solo quería que todo esto terminara de una vez. Se sentía cansado y abrumado, quería esconderse en unos brazos en donde se sintiera seguro y protegido. Quería calor de mamá.

Con aquella respuesta el mareo empeoró y comenzaba poco a poco a hiperventilar, sentía aquel pasillo cada vez más pequeño y la sensación de que se había consumido todo el oxígeno

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Con aquella respuesta el mareo empeoró y comenzaba poco a poco a hiperventilar, sentía aquel pasillo cada vez más pequeño y la sensación de que se había consumido todo el oxígeno. Entonces supo que todo se había ido a la mierda. Respiró hondo y salió corriendo del lugar, en el camino paso a empujar a una compañera, pero no pudo detenerse a pedir disculpas. En su mente solo estaba salir de esa bodega, salir de la tienda y si podía salir del mundo. Pero Jimin solo pudo lograr llegar hasta las puertas del ascensor cuando sus piernas flaquearon y atinó a sentarse en el suelo con el rostro entre sus rodillas abrazándose lo más que podía a sí mismo.

Por otro lado, el pelinegro que se había prometido no hacerse cargo de absolutamente nada, estaba caminando hacia él con una mueca de preocupación en el rostro. Había visto perfectamente como aquel vendedor había salido corriendo de bodega con su carita llena de lágrimas. Obviamente no estaba bien y ver como sus compañeros en vez de ayudarle solo se burlaban de él le hacía sentir muy molesto.

Cuando llegó al lado del rubio y notó lo rápido que respiraba y que no había notado su presencia supo que algo no andaba del todo bien. Se agachó para estar a su altura y le tocó suavemente la espalda

-Oye, ¿Te puedo ayudar en algo? - Trató de ver su rostro, pero al hacer contacto con él, este parecía abrazar sus piernas con más fuerza, tanto así que sus nudillos estaban blancos

- N-no, vete – Solo pudo decir aquello entre hipidos y eso provocó un suspiro por parte del pelinegro

- Déjame ayudarte ¿Sí? ¿Necesitas un poco de aire? – Insistió, llevando otra vez la mano a la espalda del contrario, moviendola suavemente de arriba hacia abajo

- E-es que no sé que me pasa – El chico por fin había levantado su rostro. Estaba rojo y empapado en lágrimas, respiraba tan rápido que no podía hablar con normalidad – Me duele mucho el pecho, c-creo que voy a morir. No quiero morir no quiero – Las palabras apenas se le entendían y salían con tanta velocidad de sus labios que casi no le daba tiempo al más alto de procesarlas.

Pero fue luego de un pequeño momento en donde Jungkook se detuvo a observarlo, su respiración, el dolor en el pecho, el miedo que reflejaba su rostro y lo entendió. El chico estaba en plena crisis de pánico. Sin pensarlo mucho se quitó el bolso deportivo rápidamente y se arrodillo completamente en el suelo.

- A ver, ok ok entiendo. Mírame – llevó sus dedos al mentón del más bajito para levantar su rostro buscando su mirada – No te vas a morir ¿Me oyes? Esto no es ni un ataque al corazón ni un paro cardiaco ni nada de eso. Escúchame, estas teniendo un ataque de pánico ¿Sí? Es momentáneo todo esto, así que solo respira ¿Bien?

El rubio asintió ¿Ataque de pánico? ¿Así que eso eran esos síntomas que tenía frecuentemente?

- Vamos a respirar juntos ahora ¿Está bien? Ok. Mira, vamos a inhalar por la nariz y exhalar lentamente por la boca. Lo harás en cuanto yo te lo diga. Lo haremos juntos. – El rubio solo podía asentir rápidamente

- Venga, inhala – ambos inhalaron – exhala – unos temblorosos labios soltaban el aire lentamente – lo estás haciendo muy bien, otra vez. Inhala, exhala. Muy bien. Vamos a hacerlo otra vez – Esta vez el pelinegro tomó ambas manos del rubio y lo miró directamente a los ojos. Tratando desde el fondo de su corazón transmitirle toda la calma y seguridad posible. Por otra parte, el chico asintió mirándolo fijamente. Observó sus ojos, eran negros, redondos y muy grandes. No tenía un piercing en el labio como había visto antes sino dos y uno en la ceja que era poco visible por el cabello que caía por su frente. Huele muy bien, pensó Jimin.

Su respiración ya estaba mas tranquila y su corazón no palpitaba como hace unos minutos. Ahora venia la fase 3 de sus crisis y Jimin sabia muy bien lo que era. Sobre todo, porque ya estaba sintiendo la angustia en su pecho florecer.

Jimin siempre se ha sentido solo, mas aun cuando es tan vulnerable y triste, siempre quiso que alguien lo abrazara cuando estaba así. Y era la primera vez que alguien presenciaba una situación como esta. El solo hecho de sentir la presencia de alguien lo hacía sentir mas sensible y conmocionado. Aquel extraño se preocupó por él y le ayudó

-M-muchas gracias eh.. – Jimin vio con intriga ese par de ojos oscuros que lo observaban acompañados de una sonrisa

-Jungkook, soy Jeon Jungkook

- Muchas gracias, Jungkook, y lo siento mucho por, bueno por todo esto – El rubio tenía su nariz roja y sonaba congestionado por el llanto. Y a Jungkook le dieron ganas de darle un toquesito por lo pequeñita que era.

- Oye no te disculpes, no hiciste nada malo ¿Te sientes mejor? – Observó como el rubio le asentía con una sonrisa. Era la sonrisa más dulce que Jungkook había visto nunca. Y la mas triste. Los ojitos del chico poco a poco se iban llenando otra vez de lágrimas, pero jamás dejó de sonreírle.

- ¿Puedo darte un abrazo? – Abrió sus brazos con una sonrisa esperando alguna respuesta corporal del chico. Quizás hacerle sonreír, o que le devolviese alguna broma. Esperó cualquier cosa menos la respuesta que obtuvo

- P-por favor – No se había movido del lugar y cada vez se sentía mas pequeñito. Sentía que podría llorar por horas y aun así no seria suficiente. Cerró sus ojos por la vergüenza que sentía y a los pocos momentos sintió como dos brazos lo arropaban y como un mentón descansaba delicadamente sobre su cabello. 

A L O N E ~ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora