Primera Semana (Cuarta parte)

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M A R Z O    1 1 ,    2 0 2 1

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Eran las seis de la tarde, pero el sol brillaba. Como era verano, el sol estuvo brillando incluso aunque ya eran más de las siete en Londres. Su cuerpo, adaptado a la atmósfera tranquila y sosegada, se sentía incómodo ante el aire vespertino de la tarde. Karlyle tiró holgadamente con el dedo, del cuello de su delgada camisa formal. Estaba tan incómodo, como si como si estuviera en un lugar al que no debería haber venido. Su cuello estaba rígido.

'Incluso ahora...'

No es demasiado tarde. Incluso ahora, podía programar una cita y hacer algo que no estaba planeado. El tratamiento se podía realizar con medicamentos o asesoramiento psicológico o, quizás, podría existir una forma de tomar inhibidores por un tiempo y evitar las relaciones sexuales por completo. Cuando pensó en eso, se sintió abrumado por el arrepentimiento. Desde cualquier punto de vista, era una elección tonta.

Tener una relación con un Alfa.

Era absurdo, poco profesional y de alto riesgo. Estaba muy lejos de su política de invertir principalmente en artículos estables y de valor asegurado.

Su padre, Jonathan, solía decirle a menudo que a veces hay que correr riesgos para conseguir lo que nadie ha conseguido. Ya fuera en la vida o en los negocios, Jonathan estaba convencido de que un momento como ese le ocurriría al menos una vez en la vida.

Pero a Karlyle no le gustaba la palabra riesgo. Desde que su hermano fue secuestrado a una edad muy temprana y su familia fue sacudida por un disgusto indescriptible, Karlyle siempre había preferido elegir lo seguro. Se acostumbró a moverse bajo circunstancias que pudiera controlar. Y sin embargo, la razón por la que tomó esta decisión ...

—Llegaste temprano.

Al oír una voz a sus espaldas, Karlyle se dio la vuelta. Solo pudo ver una sombra. Su mirada se elevó un poco. Al mirar fijamente a sus ojos, Karlyle pensó.

¿Me recuerdas?

—Estás aquí—le dijo una voz baja secamente. Karlyle levantó los ojos para mirar la cara de la otra persona. Su cabello negro y sus labios suaves y curvados daban una sensación muy agradable.

Era un hombre guapo. Aunque había pasado el tiempo, su rostro aún era claro en su memoria. Un rostro amable que parecía un poco más maduro que hace seis años y más dulce que hace unos meses. Ambos encuentros fueron muy cortos, habían durado menos de cinco minutos. Sin embargo, Karlyle recordaba al hombre con exactitud.

—Señor Jones.

Quizás en su mente era manera diferente, pero Ash Jones no había cambiado. Su voz dulce, de tono medio y bajo, y la sonrisa que derretía a su interlocutor, eran las mismas.

Karlyle pensó de nuevo. —¿Recordará Ash lo que sucedió en la víspera de Año Nuevo de hace seis años? ¿Sabrá que soy el hombre con el que se ha encontrado y besado en el pasado? —.

—¿Esperaste mucho?

—No.

Tenía los ojos curvados. Sus ojos, azul y gris, bajo los pliegues de sus párpados lucían extraños. Eran los únicos ojos que inspiraban a Karlyle, que no sentía ninguna sensación ni siquiera cuando veía obras de arte, esculturas, o gente guapa. Era la primera vez que veía a alguien con los ojos de colores diferentes. Probablemente.

—Como está brisando bastante, hice una reserva en el Patio. ¿Nos vamos?

Karlyle asintió ante las palabras que escuchó. Al mirar la espalda del hombre que se dio la vuelta y comenzó a caminar, Karlyle decidió imitarlo.

Define La RelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora