Sexta Semana (Onceava parte)

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El impacto de ese hecho, le golpeó la cabeza. Sintió que le faltaba el aliento. Se sentía mareado. Sus ojos estaban rígidos. Karlyle miró hacia abajo.

Tenía la nuca enrojecida y no podía decir nada. Pero eso no era todo. Las palabras de Ash, que escuchó justo antes de eyacular, resonaron en su cabeza. Se extendieron en su mente como una vibración.

'Otro Alfa... .' Dijo otro Alfa...

Le picaban los ojos. Todo su cuerpo se debilitó, y de repente surgieron emociones que no podían definirse con pocas palabras. La vergüenza de mostrar una fealdad indescriptible, la humillación causada por el hecho de que Ash era quien estaba frente a él, y las palabras de Ash hablando de otro Alfa, hicieron que algo ardiera en su interior.

Y mientras se las arreglaba para reunir fuerzas, Karlyle soltó la mano de Ash. La sensación de escozor alrededor de sus ojos, hizo que la humedad se acumulara rápidamente. Entonces, Karlyle empujó a Ash con fuerza, para alejarlo de él. Luego, bajó de la cama, tratando de recuperar el aliento.

—¿Karlyle? —lo llamó Ash con curiosidad, mientras se incorporaba. A Karlyle le dolían los ojos. Entonces, con los ojos enrojecidos, habló en voz baja, sin mirar a Ash.

—...creo que tengo que irme.

—¿A qué te refieres con eso?

Karlyle se quedó callado. Había algo en sus ojos rojos. La sensación de un líquido caliente acumulándose en el rabillo de sus ojos, hizo que Karlyle se apresurara. El líquido que quedó atascado en la parte superior de su cuerpo fluyó por sus muslos hasta sus pantorrillas.

Karlyle luchó por no temblar, ante los vergonzosos rastros que corrían por sus tobillos. Pero Ash, que estaba sorprendido, agarró a Karlyle antes de que saliera de la habitación. Lo sostuvo del brazo.

—¿Estás bien, Karlyle?

No estoy bien. Ni siquiera puedo ver a la persona que me gusta. A pesar de que acabo de hacer algo que ni siquiera los niños harían...Ash continúa...

—Suéltame.

Después de decir eso, Karlyle le golpeó la mano. Con los dientes apretados, se alejó obstinadamente. No estaba seguro de poder mirar a Ash a la cara. No quería verlo. No podía permitirse ver lo ridículo que se vería ante sus ojos.

No, ni siquiera pensó que a él le importaría en primer lugar. Se sintió triste de repente. Estaba enojado y triste. Se odió por no poder controlar sus emociones.

—Mírame, Karlyle—pero Ash no lo dejó ir. Esta vez, lo agarró por los hombros. Ash se puso rápidamente frente a él. Karlyle cerró la boca y volvió la cabeza. Ash, que se adelantó, lo miró a la cara y de inmediato abrió mucho los ojos.

—...Karlyle, ahora... ¿estás llorando?

Con una expresión de mucha sorpresa, Ash se acercó. Y como si quisiera evitarlo, Karlyle volvió la cabeza hacia el otro lado. Una mano débilmente estirada, sostuvo la mejilla de Karlyle y lentamente lo hizo mirarlo a la cara.

El rostro lánguido de Ash se volvió suave y gentil como de costumbre, y pronto dio la impresión de que no sabía qué hacer. Ash le frotó la mejilla con una mirada de gran desconcierto.

—Karlyle, ¿eh? Por favor mírame. ¿Sí? —le preguntó Ash, con una voz apesadumbrada. Karlyle respiró lentamente y volvió los ojos en silencio. La fuerte necesidad de marcharse de la habitación de inmediato se calmó un poco al escuchar la voz de Ash llamándolo.

—Cometí un error—se disculpó Ash primero. Entonces, enarcó las cejas mientras frotaba suavemente la mejilla de Karlyle. Las lágrimas que se habían acumulado hasta el límite eventualmente comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Solo entonces, Karlyle se dio cuenta de que estaba llorando.

Define La RelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora