Septima Semana (6 parte)

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El tiempo pasó insoportablemente lento. Como si caminara sobre un eje de tiempo que se estiraba a la fuerza, las cosas a su alrededor fluían pesada y lentamente.

Karlyle tenía dolores de estómago intermitentes y no podía dormir. Pero prefería no hacerlo. En cambio, aumentó sus horas de trabajo. Si se enfocaba en una sola cosa, las cosas relacionadas con Ash se desvanecían un poco, así que estaba dispuesto a pasar el tiempo ocupado.

Mientras tanto, adquirió un hábito. Cada vez que recibía una llamada en el celular que usaba para uso personal, es decir, donde aún quedaban rastros de Ash, sentía como si estuviera esperando algo.

Un día después, una semana después y dos semanas después, Karlyle esperó a que alguien lo llamara, aunque no lo deseara.

Fue en la tercera semana, que su rut por fin estalló. Basándose en su última experiencia, Karlyle decidió tomar inhibidores para pasar un rut, que llegó más tarde de su ciclo habitual.
No podía encontrarse con alguien para pasar su rut. La sola idea de entrar en contacto con otra persona, lo hizo sentir asqueado y enfermo.

Mientras Karlyle se encontraba con Luther para solicitarle una prescripción médica, Luther notó su insomnio y su dolor de estómago sin dificultad. Karlyle recibió la receta, y dijo que secamente que él no tenía nada de qué preocuparse.

Luther inicialmente se negó a recetarle una dosis doble de inhibidores, pero se rindió cuando Karlyle mencionó, que buscaría a otro médico para remplazarlo. Entonces, él miró a Karlyle con preocupación, pero él simplemente lo miró a los ojos como si no entendiera.

No estoy enfermo. No es la gran cosa. No tienes nada de qué preocuparte, Luther. Es solo que...solo necesito un poco de tiempo.

Su rut sin Ash, era más doloroso de lo esperado. Su cuerpo anhelaba constantemente las feromonas de otro Alfa. El calor que no podía resolver, estaba estancado y anhelaba a Ash. Las pastillas para dormir no funcionaron. Después de obligarse a tragar varias pastillas, Karlyle puso la cara en el inodoro y vomitó lo que tenía en el estómago.

Se sintió mareado por haber sido engañado indecorosamente. No podía imaginarse qué debía hacer ahora. Se tambaleó y apretó su teléfono celular como si le hubiera dado un ataque. Toda su casa estaba llena de rastros de Ash. Lo inundó un deseo insoportable. Con su mano temblorosa, Karlyle marcó un número que había memorizado hace mucho tiempo.

La señal sonó durante mucho tiempo. Ash no le contestó. Y solo después de colgar, Karlyle se dio cuenta de lo descaradas e indecorosas que eran sus acciones. Entonces, en lugar de volver a llamarlo, hundió la cara en la sábana y aguantó.

Te extraño. Mucho. Un montón.

Lo extrañaba tanto que no podía respirar. Tenía miedo de la sensación de vacío como si hubiera un gran agujero a través de su esternón y sus músculos. Sus párpados temblaron levemente. Karlyle dejó escapar un suspiro superficial y miró su teléfono. Entonces, leyó el texto que no había podido borrar.

Su linda carita sonriente, las palabras diciéndole que fuera a verlo, el mensaje donde le enviaba la hora y el lugar de la cita, el registro de llamadas que apenas llegó al número diez...

Karlyle reflexionó sobre la frase que había memorizado de inmediato, y la grabó en su cabeza. Luego, cerró los ojos para borrarla. Entonces, en su retina, apareció una imagen que se había grabado debajo de sus párpados.

La imagen de Ash sonriendo, estaba por todas partes. También se esparcía un sutil, fresco y dulce olor a madera. Dondequiera que Karlyle respirara, Ash estaba presente. Karlyle se puso de pie con el dolor que apretaba sus vías respiratorias. Apenas logró darle fuerza a sus piernas para no colapsar.

En el pasillo oscuro, en la sala donde estaba el piano, en la cocina, había rastros de Ash por cada lugar que pasaba. Sintió pánico. Finalmente, al pasar junto a la pintura, Karlyle soltó una sonrisa baja y desquiciada.

Fue por el repentino alivio. Además...fue porque pensó que Kyle tenía suerte de ser feliz con Nicholas. Kyle, que había guardado sus dolorosos sentimientos durante tanto tiempo, era asombroso. Karlyle había aguantado mucho dolor en esas tres semanas, pero ni siquiera podía imaginar la agonía de Kyle, al ver a Nicholas conocer y amar a alguien por el resto de su vida. Pero en eso también eran diferentes. Si fuera él, no habría podido sobrevivir ni medio día.

Entonces su situación no era tan mala. Tenía que soportar. Su dolor no era nada. El amor implicaba pérdida. Karlyle ni siquiera podía imaginar lo que había perdido, pero todo el dolor que sentía, seguramente solo era algo temporal causado por su pérdida.

Karlyle, cuyo corazón palpitaba con una risa que se desvanecía, se acercó lentamente a la pintura. Entonces, quitó el marco que colgaba en posición vertical y lo llevó a la mesa. Y después de poner la pintura boca abajo, se quedó mirando su teléfono celular durante mucho tiempo.

La llamada telefónica que hizo antes de la medianoche no había sido atendida hasta el amanecer. Y quizás, su respuesta nunca iba a llegar. Era natural. Él había sido grosero e irrespetuoso hasta el final. Karlyle sabía muy bien que no era un hombre bueno ni amable. Y por lo tanto, fue egoísta hasta el final. Así que ahora lo lamentaba.

Eso no significaba, que no debería sentir rencor. Ash tuvo que darse cuenta de inmediato, que él era diferente. Si le hubiera dicho que lo recordaba desde hace mucho tiempo, desde el día en que nos besamos por primera vez, ¿Habría cambiado algo si le hubiera dicho que esa persona era yo?

Probablemente no. Ash ni siquiera lo recordaba, porque dejó en claro desde el principio, que nunca se enamoraría de alguien como él. Todo era culpa suya, por no asumir la responsabilidad de sus propias palabras. Como siempre.

Karlyle miró hacia el jardín, donde los pétalos comenzaban a caer, mientras el clima se enfriaba lentamente. No había rastro de las flores en flor, solo hojas.

El verano estaba llegando a su fin.

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