Septima Semana (3 parte)

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Definitivamente esa era la primera vez que le daba un regalo a alguien. Eran tantas las situaciones que habían sido sus primicias en más de dos meses, que era ridículo enfatizarlas, pero no podía evitarlo.

Pero por supuesto, eso no era cierto si lo analizaba literalmente. Incluso antes de cumplir los 16 años y debutara en sociedad, Karlyle consultaba a sus padres y elegía el regalo apropiado para cada situación, cuando visitaba la mansión de alguien.

Así es cómo preparaba los obsequios cuando asistía a eventos o celebraciones. Se intercambiaban diversos tipos de obsequios con los socios de las entidades comerciales con las que realizaba transacciones, y con innumerables personas que interactuaban entre sí con un propósito.

Sin embargo, si dar algo con sinceridad a una persona, se definía como dar un regalo, hoy sería su primera vez.

Era sábado por la tarde. Ash decidió reunirse con él alrededor de las tres de la tarde. Desde que comenzaron a intercambiar mensajes de texto todos los días, la comunicación se había vuelto un poco más natural, y ellos intercambiaban pequeñas historias además de fijar una fecha para sus citas. Karlyle se preguntó si debía o no mencionar la pintura a través de un mensaje de texto varias veces al día, desde el día que la recibió.

Estaba rebosante de cosas de las que debía preocuparse. Empezando por el tono que debía emplear para entregarle la pintura a Ash, qué le iba decir, cuando sería un buen momento, qué expresión fácil haría, si eso sería suficiente, y si a Ash le gustaría.

Fue difícil concentrarse en su trabajo, porque su cabeza estaba llena de todo tipo de pensamientos. Estaba más nervioso que la primera vez que firmó el contrato más importante de su vida.

En ese momento, recordó el pasado, cuando comenzó a ir a la escuela de posgrado. Karlyle, que ya estaba involucrado en los negocios de su madre y su padre en ese momento, tuvo que hacer un importante contrato a la edad de 25 años, a través de un proyecto para demostrar sus capacidades. Ahora se sentía como esa vez.

No se le notaba en absoluto, pero Karlyle se ponía muy nervioso por dentro cuando hacía un trabajo del que dependían las expectativas de su familia. Toda su vida había sido entrenado para afrontar con calma esos problemas, sin ser estimulado por otras cosas, pero en su interior sentía miedo de decepcionar a su madre o a su padre.

La utilidad de Karlyle estaba relacionada con eso. Por encima de todo, no quería ver a su madre o a su padre llorando por él. Kyle todavía estaba ansioso, así que no debía aumentar sus preocupaciones. Como hijo mayor, Karlyle también tenía la obligación de no deshonrar a su familia hasta que Kyle se convirtiera en su heredero.

En ese momento, Karlyle sufría de insomnio y gastritis. Solo le ocurrió en esa época, y los demás no se enteraron, porque era un síntoma de estrés, que no volvió a aparecer después de ese periodo. Por eso no era extraño, que Luther no se hubiera dado cuenta de eso hasta muy tarde.

Debido a ese antecedente, Karlyle sufría de insomnio leve, mientras pensaba en el regalo. No fue hasta el punto de sufrir gastritis por estrés, pero la tensión en sí, fue más intensa que nunca antes.

Al juzgar que era insoportable, Karlyle sabía que su confesión contenía una alta probabilidad de riesgo.

Si por culpa de su confesión, la relación entre ellos se volvía peor que antes, él sabía que terminaría de inmediato. Nunca había estado en una relación, pero de todos modos, había presenciado bastantes casos similares con Aiden y las personas que lo rodeaban.
Incluso cuando trataba de no ser codicioso con Ash, Karlyle a menudo pensaba que podría ver a Ash, incluso después de sus ocho reuniones. Y por eso, él no quería confesarse, para empeorar las cosas.

Define La RelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora