Capítulo 40:

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MICAH

—No entiendo tu decisión, Micah.

Dejé escapar un hondo suspiro y miré la pantalla del computador de Joanne. Esperé que ella se durmiera y teniendo en cuenta el horario de Dublín, que es el mismo de Londres, programé una reunión con los dueños del restaurante, mis jefes.

—Es muy sencillo.

—Nos estás notificando tu renuncia, ¿es eso correcto?

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque ahora mismo mi cabeza no está en la cocina. Estoy agradecido por la comprensión que han tenido debido a mi situación, pero hay una posibilidad de que no vuelva a Nueva York.

—¿Tienes una propuesta de trabajo mejor?

—No, la decisión es personal.

—Podemos esperar que esa situación se normalice.

—No sé cuánto tiempo más estaré en Londres, y si todo sale como espero, podría ser algo definitivo.

—Insisto...

—Lo siento, Charles, pero es una decisión que he repasado muchas veces.

—¿Y si la situación no sale como esperas? —Me encogí de hombros y sonreí.

—No imagino mi vida sin esa situación, pero si aquello no resulta supongo que volvería a Nueva York y montaría mi propio restaurante.

—¿Quieres decir que además de dejarnos sin nuestro chef estrella, serás la competencia?

—Entiendo que Amelia me reemplaza a las mil maravillas. Si yo fuera ustedes, pondría mis fichas en ella.

—Amelia es estupenda, pero no tiene estudios.

—Prepárenla. Inviertan en ella, Amelia tiene la materia prima, solo debe aprender un poco de técnica.

—Es una opción la proposición de ampliar sus conocimientos.

—Pues háganlo, no se arrepentirán. En un año ella será señalada dentro del plantel gourmet.

—Qué te parece si te tomas el tiempo que nos comentaste anteriormente, esperas tus documentos, y cuando éstos estén listos, vuelves y tenemos una última conversación. No pretendo perderte, Lewis, no tan fácil.

—Mi decisión es...

—Consúltalo una vez más con la almohada, y con la mujer por la cuál estás a punto de cambiar tu vida para siempre.

—Nunca mencioné a una mujer.

—Te conozco, y solo por una mujer dejarías la cocina.

Dejé escapar un suspiro cuando la pantalla se fue a negro. Cerré de un golpe el computador y me apoyé en el respaldo de la silla, cerrando los ojos. 

 

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Con Él [COMPLETO LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora