Capítulo 43: Muerte clínica

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La muerte clínica consiste en la detención del latido cardiaco y de la respiración sin que se produzcan lesiones en las células cerebrales.

JOANNE

—Cian Lexington necesita hablar contigo.

Fruncí el ceño mientras sostenía mi teléfono. Estaba en mi consulta, acababa de despachar a mi último paciente.

—Dile que pase a mi consulta —sonreí—. Gracias Lily.

Corté y dejé mi teléfono sobre el escritorio. Estaba mirando la pantalla de mi computador cuando tocó la puerta y entró.

—Joanne —en cuanto lo miré, supe que algo andaba mal. Borré la sonrisa y me levanté para saludarlo.

—Cian, ¿ocurre algo? —me dio dos besos en cada mejilla y luego me miró. Me estaba asustando—. ¿Le ocurrió algo a mi hermana? ¿A Max?

—No, ellos están bien. Me llevé una grata sorpresa cuando fueron a mi despacho.

—Si no son ellos, entonces es Micah.

—Tengo los documentos de Lewis, su situación ya está regularizada.

Todo dejó de existir en ese preciso segundo.

Me entregó una carpeta mientras me miraba con preocupación. Esbocé una sonrisa, no quería que me viera como la noticia me estaba haciendo mierda por dentro, pero Cian me conocía. Borré la sonrisa y luego parpadeé. Estaba en blanco, no sabía qué hacer o decir.

¿Era todo?

¿De esta manera iba a terminar lo mejor que me ocurrió en la vida?

¿Estaba preparada para dejarlo partir?

—Iba de camino al departamento para entregarle los documentos a Lewis, pero cuando estaba a punto de llegar pensé que... —él también sonrió, pero sus ojos estaban llenos de lágrimas—. Mi lealtad está contigo, y sabiendo lo que ese hombre significa para ti creí que lo mejor era que lo supieras tú primero. Tal vez te prepara para acomodar una reacción.

Acomodar una reacción.

—Gracias, Cian. Eso fue muy considerado de tu parte. —Cian tomó mi mano y deslizó el pulgar con cariño sobre mi piel.

—Lamento ser portador de malas noticias.

—No son malas noticias. Con la visita de mi hermana ya hay demasiada gente cerca, creo que comienzo a ahogarme un poco —sonreí, pero la sonrisa no llegó a mis ojos. Solo intentaba ser fuerte.

—Siempre decías que extrañabas los abrazos de tus padres y de tus hermanos, no creo que eso te ahogue ahora.

—No, tienes razón. —Cian respiró con fuerza y luego tomó mi rostro entre sus manos y me miró a los ojos.

—La Joanne que estuvo conmigo jamás se rendiría, tú quieres a ese hombre y él —Cian sonrió—. Te ama incondicionalmente, Joanne —comencé a negar, abrumada y por primera vez comencé a mostrar mis sentimientos—. Si, cariño. Te ama. Si sientes miedo, toda tu vida te limitarás. Necesitas abrir ese corazón tan condenadamente hermoso que tienes y permitir que ese hombre vuelva a entrar de una vez.

—No entiendes, Cian —Repuse comenzando a sentir como las emociones me desbordaban. Tenía la garganta apretada. Comenzaba a ahogarme.

—Es probable que no entienda tus razones, solo tú debes tener clara cuales son los motivos que mueven tu vida, pero debes escuchar la opinión de alguien que te ama y que aún así te dice con honestidad que le estás cerrando las puertas a una historia de amor que has querido vivir desde que tenías cuatro años. Decidas lo que decidas estaré para ti siempre, Joanne.

Con Él [COMPLETO LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora