Capítulo 34: Trastorno Borderline

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El trastorno límite de la personalidad es una enfermedad mental que afecta gravemente la capacidad de una persona para controlar sus emociones. Esta pérdida de control emocional puede aumentar la impulsividad, afectar cómo se siente una persona sobre sí misma y repercutir negativamente en sus relaciones con los demás.

JOANNE

Cuando Micah dejó la habitación sentí un vacío, ese mismo que habitaba en mi pecho desde antes de nuestro primer beso.

¿Por qué no le aclaré la verdad? ¿Por qué no iba a la sala y le explicaba que en realidad me escuchó hablando de él y no de Cian?

Cian me importaba como amigo, no quería que sufriera, pero desde la boda que no lo veía. Hasta esta noche, donde solo hablamos y luego esperé por más de diez minutos que el servicio de señoritas se desocupara.

Me sentía bien con Micah, me hacía feliz recolectar recuerdos con él. Amaba compartir mis momentos libres con él. Disfrutaba de él, de sus caricias, de sus besos, de su ternura. Micah Lewis era un hombre especial y diferente.

Yo no necesitaba involucrar las emociones en una relación física, tomaba lo que necesitaba y luego podía continuar con mi vida. Por eso nos funcionó al principio lo que hubo entre Cian y yo, los dos queríamos lo mismo. Hasta que él se enamoró y yo claudiqué con algunas de mis propias reglas. Cian me importaba, y en el futuro sentía que podía replantearme estar con él.

Pero con Micah todo era diferente.

Porque es el hombre que he amado toda mi vida, y también es la persona que más daño me ha hecho. Intencional o no, Micah representaba aquella parte que quería con toda mi alma, pero que jamás sería para mí.

Y al parecer, él si necesitaba involucrar los sentimientos en una relación física.

¿Micah sentía algo por mí?

Porque a veces sentía que me quería decir algo muy sencillo, pero adornaba tanto sus palabras que me confundía.

¿Quería que Micah saliera de mi vida?

No, pero estaba preparada para dejarlo ir. Sin embargo, sus documentos no llegaban todavía, y quería como nunca quise algo en la vida, volver a estar entre los brazos de ese hombre tan especial.

Me levanté, y caminé hacia la sala.

Micah permanecía acostado en el sillón, con un brazo bajo la cabeza y el otro sobre su vientre. Me acerqué y cuando entré en su campo de visión, me miró.

En silencio me estaba pidiendo que no hiciera justamente lo que yo quería hacer.

Me acosté al lado de él y Micah me rodeó los hombros con un brazo. Apoyé la mejilla sobre su hombro y lo miré.

Con Él [COMPLETO LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora