Capítulo 25: Síndrome de Dressler

6.2K 474 28
                                    


MICAH

—Dame un segundo.

—Respira.

—Me duele la rodilla.

—Es normal, respira.

—No, no puedo.

—¿Cómo no vas a poder respirar? —Sonrió. Ya casi estábamos llegando al frontis del edificio. Un poco más allá estaba Hyde Park, y Joanne quería que lograra caminar hasta el parque.

—Dios, Joanne.

Ella tomó mi mano y me ayudó a continuar. Caminó junto a mí al paso que iba de manera pausada. Era mi primera caminata en casi dos semanas de estar todo el día sentado o acostado.

—¿Te duele mucho?

—Solo un poco.

—En cuanto lleguemos al departamento, te irás a duchar y luego a la cama.

—No quiero estar en la cama.

—No puedes hacer grandes esfuerzos, es el primer día. Haremos una rutina de ejercicios y cuando te acuestes, te dormirás como un bebé.

Entramos y subimos en el elevador. Casi no resistía apoyar mi propio peso en la rodilla, el bastón y la mano de Joanne me ayudó a llegar al departamento.

Hice todo tal como ella me sugirió. La ducha aplacó un poco el dolor, pero no del todo. El dolor era un infierno, pero nada me importaba si con eso podía volver a caminar.

Cunnington lo mencionó, que volver a caminar sería un puto infierno al menos la primera semana.

Cuando salí del baño, sonreí. Joanne estaba cocinando. Esta vez no hice caso, y fui a la cocina.

—¿Te puedo ayudar? —Sabía que estaba teniendo una batalla interna—. Me siento y te digo lo que tienes que hacer.

—¿Te gusta la pasta con salsa boloñesa?

—Sí.

—Estupendo. ¿Cómo se hace?

—¿Tienes una aplanadora?

—¿Una qué?

—La máquina para hacer pasta —negó contrariada.

—No, tengo pasta en bolsa —me enseñó el paquetito y yo fruncí el ceño—. No tengo ni tu paciencia ni tu devoción hacia la cocina, así que hoy cenarás pasta con salsa boloñesa artificial. Mira, Lewis —me advirtió antes de que comenzara a hablar—. Tuve un día agotador en el hospital, tres cirugías y un montón de pacientes. Llegué corriendo para iniciar tus paseos y ahora cocinaré. Solo quiero acostarme contigo y no volver a abrir los ojos hasta mañana. Ayúdame un poco, por favor.

Ni siquiera ella comprendía lo mucho que significaban para mí sus palabras. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Con Él [COMPLETO LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora