Capítulo 14

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Diciembre y el frío viento del norte, no hay mejor forma de saludar al fin de año que con la caída del primer copo de nieve en la ciudad. De un día a otro la temperatura se desploma y las calles se visten de blanco, una cantidad descomunal de nieve cubre la ciudad por completo, niños salen a la calle para deslizarse en trineos, hacer ángeles en la nieve, guerras y muñecos.

Yo, entrando al comedor: Vaya que hoy hace frío.

Teobaldo, desayunando: estoy de acuerdo contigo.

Rosie: es cierto lo hace, pero eso no impedirá que juguemos fuera ¿cierto?

Teobaldo: eso no pero nuestros horarios si.

Todos comenzamos a reír al unísono, nadie tiene obligaciones hasta el siguiente año, terminando el desayuno, tomamos abrigos, gorros y guantes, y nos aventuramos fuera. Los jardines estaban a rebosar de una capa brillante y blanca de nieve fresca.

Teobaldo, deteniéndonos en seco: Establezcamos reglas, hombres contra mujeres o todos contra todos.

Yo, acomodando mis guantes: en un hombres contra mujeres estarías en desventaja.

Teobaldo: no necesariamente, puedo ordenar a Riccardo que deje sus actividades para jugar con nosotros.

Riccardo, mencionado anteriormente por mi nana, es el más joven de nuestros trabajadores, literalmente lleva aquí toda su vida y de vez en vez ha sido reprimido por jugar con nosotros ¿Qué esperaban que hiciéramos si tiene la edad de Teobaldo? 

Rosie, tocando su pecho donde debería estar el corazón: Meter a alguien en problemas es mi trabajo, no el tuyo Teobaldo. Que orgullosa estoy.

Teobaldo, empujando sutilmente a Rosie: Ya, si abusaremos de nuestros privilegios, que le diga Julieta. De cualquier forma ella es la jefa.

Yo: oh vaya, que me regañen a mi entonces.

Rosie: tú fuiste la que denotó la desventaja en el juego, es tu responsabilidad resolverlo.

Yo: está bien, pero vamos todos ¿Dónde está?

Teobaldo: debe estar cerca, hoy le toca apalear nieve.

Caminamos hasta la puerta de servicio y vislumbramos al joven caminando directo al cobertizo.

Yo, gritando firme: Riccardo

Riccardo nos volteo a ver por instinto y se acercó a nosotros.

Riccardo: Señorita Julieta ¿en qué puedo servirla hoy? (viendo a mis primos) Señor Teobaldo, Señorita Rosalina.

Yo, en tono solemne: Me temo mucho Riccardo que tendrás que dejar tus actividades de hoy y acompañarnos o me veré en la terrible posición de despedirte.

Riccardo, sorprendido: ¿Cómo dice? Señorita

Rosie: Que vengas con nosotros, tonto. Es día de nieve y tu ama te lo ordena y el resto de tus jovenes e irresponsables jefes.

Riccardo: no sé, no quiero meterme en problemas

Teobaldo: Te meterás en problemas si no lo haces, yo de ser tú le haría caso a Julieta.

Riccardo, viendo a la cocina: okey, andando.

Las reglas eran simples: atrapa la bandera, hombres contra mujeres, si alguien te lanzaba una bola nieve y esta te golpeaba tenías que detenerte 15 segundos, ganaba quien consiguiera llevar la bandera del oponente a su base. Rosie ha perdido técnica en enfrentamientos cuerpo a cuerpo pero siempre fue buena en batalla de bolas de nieve así que la estrategia planeada fue dejarla a cargo del fuerte, atacar de lejos y evitar la confrontación directa, mientras tanto yo iría por la bandera y regresaría con ella. 

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora