Capítulo 27

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He de declarar que volver a mi vieja normalidad, se sentía extraño en ese momento, Rosalina había traído colores a mi vida y ahora todo volvía a tonos sepia, igualmente no me atrevía a salir sola, eso era una actividad que hacíamos juntas, Teobaldo no me hablaba por haber confesado que él también sabía de las actividades de Rosie, la familia se había vuelto a romper, nadie confiaba en nadie y me confinaban al ala oeste a reflexionar sobre la soledad que caía sobre mi.

Nana: Julieta, ya no debes limpiar los retratos, se puede saber ¿Qué haces allá arriba?

Yo, colgada en la galería: ¿Qué se hace en esta casa? Más cuando no hay nadie con quien hablar, es triste tomar té sola, no tengo entrenamiento hasta mañana, no quiero pintar, quisiera salir pero no es opción, en este estado, hasta extraño a Paris.

Nana: Aún me tienes a mi ¿Quieres que hagamos una fiesta de té antes de la cena?

Yo, reincorporándome: ¿La cena? ¿Cuanto tiempo llevo colgada aquí?

Nana: algunas horas, temía no poderte encontrar, agradezco que seas prudente y decidas quedarte en casa.

Yo: Siempre soy la prudente en esto, no, lo mejor será prepararme para la cena, ahora que tengo que volver a hacerlo sola.

Nana: Si necesitas ayuda...

Yo, abrazándola: lo sé, nana.

Estaba impaciente por la cena, quería verla, saber que estaba bien, hablar en código si hacía falta, seguramente estaba molesta conmigo por no haberle advertido, no importaba, quería saber de ella. Al bajar a cenar pasé frente a su habitación, Pedro estaba afuera junto con mi Nana, tocando insistentemente para que abriera la puerta y bajara a cenar, esto era peor de lo que pensaba, ella sabía lo peligroso que era ponerse en una posición como tal, podrían derribar su puerta y llevarla a cenar a rastras, baje las escaleras y me encontré con Teobaldo, quien simplemente camino hacía el comedor, quizá la pueda esperar al pie de la escalera antes de ir a sentarme.

Pasaron varios minutos y no bajaba, mamá se encontró conmigo y me llevó a la cena, el silencio y la espera me carcomían ¿Qué podíamos hacer? comencé a mordisquear algunos de los panes que tenía enfrente, intentando calmarme, Alessandro ya estaba sentado, a la espera de su prometida, mi padre mandó a traerla a la fuerza pero nada, los guardias volvieron sin ella, su habitación estaba vacía, Rosalina no estaba.

Mi padre: ¿Cómo que no esta?

Riccardo: la guardia no se ha movido de su puerta, nadie la ha visto salir de los terrenos.

Mi padre, intentando guardar la compostura: Rosalina vendrá después, por favor cenen y gocemos de la compañía de todos.

Rosie había escapado ¿Cómo no lo pensé antes? su habitación, los pasadizos, era claro que se iría pero ¿Por qué poner condiciones al matrimonio sino estaría para efectuarlo? 

Había comenzado una cacería de brujas, todos buscaban a Rosalina, dentro y fuera de la casa, nuestros mejores hombres salieron a su búsqueda en caminos, sendas y bosques, las mujeres buscaban dentro de la propiedad, en habitaciones, jardines e inclusive la cripta, no había rastro de ella.

Yo, revolviendo cajones: Vamos, una nota, una señal, algo... Rosie, por favor.

Nana, angustiada: no hay caso, no hay nada, ni rastro de ella ¿Dónde habrá ido?

Yo, sentándome en la cama: El problema es que nosotras sabemos cómo se fue pero no tengo idea a dónde pudo haber ido.

Nana: ¿Con sus tías?

Yo: no es propenso, no son los meses del año en que la caravana pasa por el país.

Nana: ¿La casa en la playa?

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora