Capítulo 17

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Entramos con sigilo por el lado oeste, por los pasadizos hasta la planta de arriba, honestamente debería empezar a ocultar ropa en estos pasillos, mi vida se haría menos complicada. Me quité el disfraz y lavé mi rostro, Nana no tardó en subir a reportarme lo que ya sabía, lo efímero había terminado a penas había empezado, el deber estaba parado en la puerta, esperando a que lo recibiera de brazos abiertos, enamorada o esperanzada a amarlo algún día. Mi cuerpo de plomo se había vuelto, las alas que cupido me había prestado me las arrebató a penas saliendo de casa de los Montesco, la pesadez se había apoderado de mi, no quería bajar, no quería enfrentar la realidad.

Paris, al pie de la escalera: He vuelto, mi querida, Julieta.

Yo, bajando la escalera: ¿Es Enero ya? pensé que llegaría pasando la Befana. 

Paris: afortunadamente mis planes me dejaron llegar a tiempo para acompañarles a festejar la Befana.

Yo: espero que no se le haya olvidado nada, el viaje a casa según tengo entendido es largo e incomodo.

Paris: lo vale si regresaré a Verona junto a usted.

Mi padre: y eso verdaderamente es lo que esperamos.

Paris, saludando a mi padre con un abrazo: ¡Matteo!

Mi padre, correspondiendo el saludo: Paris, dime por favor que te quedarás en Verona

Paris: Todo en casa está en orden así que puedo quedarme.

Yo: Que suerte tengo.

Durante el día siguiente, Paris estuvo acompañándome en mis actividades diarias y muchas más, las cuales me forcé a tener para evitar quedarme sola con él. En una ocasión nos habíamos quedado solos en la biblioteca y usé el argumento de "Silencio, estoy leyendo" para no hablar con él. La noche previa a la Befana, recé con toda la fe que tenía dentro para que un milagro ocurriera y realmente necesitaba uno.

*Toc toc*

Yo, aún en cama: Adelante

Rosie, desde la puerta: ¿No vas a bajar a ver qué trajo la Befana?

Yo: ¿se llevó a Paris?

Rosie, entrando a la habitación: jaja no, aún sigue aquí ¿Qué tienes? ¿Necesitas algo?

Yo, cubriéndome la cara con la sabana: Que ya esté casada y que estemos en esa etapa en la que él está en las enaguas de otra chica.

Rosie, dándome palmaditas en la pierna: ¿Es eso o extrañas a Romeo?

Yo: Puede ser un poco de ambas cosas pero realmente quiero estar sola, me gusta estar sola, no soporto que me esté siguiendo de un lugar a otro ¿Para que lo hace? ¿Con qué motivo? Si igualmente en el momento de que nos casemos se desentenderá de mi.

Rosie: Dale crédito, intenta cortejarte, cualquier otro solo se casaría contigo, te dejaría embarazada y no tendría la atención de conocerte.

Yo, quitándome la sábana: Pero no quiere conocerme, está a mi alrededor pero no escucha, no me presta atención y cuando parece hacerlo, siempre, verdaderamente siempre, termina diciéndome tonta o infantil. Es odioso.

Rosie: Pero inevitabilmente es tu futuro esposo.

Yo: El matrimonio no es para el amor y el amor no es para el matrimonio.

Rosie: ¿Qué te parece si bajas a desayunar, prometo que él no estará ahí, abres un par de obsequios y luego yo los acompaño a no sé tomar té, cabalgar, andar en el jardín...?

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora