Capítulo 8

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Vivo en Italia obvio que voy a misas dominicales, solo que los sábados ya muy tarde (no voy a explicar lo de las misas dominicales en sábado, tómenlo como que es el horario en que menos gente hay) pero por primera vez desde el incendio, iré a misa dominical en Domingo. En la cena del jueves mis padres me comentaron sobre la Gala en casa de los Mancini, los cuales viven en la región de Abruzzo, un viaje de 3 días de ida y 3 días de regreso más el tiempo que pasen allá que son 4 días, en resumen tengo 10 días sin padres, Teobaldo y sus padres llegan en 5 días a partir de hoy Domingo, mis padres se fueron ayer sábado... De la nada y después de muchos cálculos, puedo ir a misa dominical en Domingo.

Rosalinda, en la puerta de mi habitación: ¿Lista?

Yo: La ventaja de ir a la iglesia es que ya llevo algo que me cubra de pies a cabeza.

Rosalinda: y aún así usarás la peluca.

Yo: si, nada me salva

Rosalinda, viendo mi hombro: ¿usarás ese broche otra vez? lo usas todos los días desde el miércoles.

Yo: es muy lindo y combina con todo.

Además me recuerda a Romeo pero no es algo que admitiré en voz alta.

Rosalinda: esta bien, la misa del padre Lorenzo es a las 10, esa es la misa a la que suelen asistir los muchachos.

Yo: Es raro saber que los chicos van diligentemente a misa cada Domingo.

Rosalinda: ¿Por qué? todos lo hacen.

Yo: tú no.

Rosalinda: y aún así iré hoy contigo. Andando, se nos hace tarde.

Las iglesias de Verona son literalmente territorio neutral según el tratado firmado hace 10 años en donde la iglesia católica y el vaticano: 1. no tomaban partido por ninguna de las casas y 2. no querían disturbios ni asesinatos dentro de ninguna. Así que ir a misa se convirtió en el único momento en que nadie podía continuar con las rencillas; literalmente nos obligan a sentarnos juntos, no podíamos dividir los asientos.

La misa transcurrió de forma normal, esta ciudad arderá en el infierno por dar la paz en una iglesia y asesinar fuera de ella; terminando la celebración todos se fueron del recinto, todos excepto 6 personas.

Padre Lorenzo: Rosalina, que placer es verte, después del destierro ¿al fin volverás a la casa del Señor?

Rosalina: Me temo querido padre que no he venido exactamente por eso. Aunque seguramente lo que me guió aquí fue su gracia.

Padre Lorenzo, viendo a los chicos sentados en primera fila: Ah, nunca aprendes. Como sea, el día de hoy plantaremos mandrágora blanca ¿Quién es el fantasma que te sigue?

Rosalina: es exactamente eso, una fantasma. (alzando la voz) Frannie acércate por favor.

Padre Lorenzo, en voz baja: ¿Es?

Rosalina, murmurando: si es, necesitamos tomar un té y hablar más de ello.

Padre Lorenzo: Bienvenida jovencita ¿Cómo te llamas?

Yo: Francesca.

Padre Lorenzo, alzando la voz:  Romeo, muchachos ¿Por qué no llevan a Francesca al jardín y le enseñan a limpiar el huerto?

Romeo: Por supuesto padre (ofreciéndome su brazo) Frannie

Yo, tomando su brazo: Andando

Rosalina y el padre se quedaron hablando en la parroquia mientras los chicos y yo avanzábamos hacia el enorme huerto, cientos de plantas nos saludaron a penas entramos al área, caminos de piedras delimitaban un cultivo de otro y todos conectaban con el centro y el pozo que unía todo.

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora