Capítulo 25

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Como lo previmos, mis padres partieron la mañana del 10 de Marzo rumbo a Torino, los padres de Teobaldo fueron con ellos en su travesía por asegurar un negocio, en sus palabras, uno de los más grandes negocios que la casa Capuleto haría; sin embargo, mi primo decidió quedarse a hacernos compañía y vigilar a Paris. Al acercarnos al anochecer, Rosie y yo pusimos en marcha el plan de escape, durante la cena, ella les ofreció copas que contenían el elixir que nos preparó el padre Lorenzo, ambos las aceptaron y al terminar la cena pudimos contemplar los efectos de dicha sustancia, para suerte nuestra, el primer efecto fue mucho cansancio, ninguno de los dos sentía que había tomado algo que lo provocase, así que se disculparon y subieron a dormir. Aprovechamos el tiempo y pusimos algunos topes en las puertas para que, en caso de que despertaran antes de nuestro regreso, no pudieran salir de sus habitaciones; igualmente agregamos a nuestras puertas para no levantar sospechas y en nuestro regreso subiríamos por los pasadizos.

De camino a la casa Montesco, mi corazón latía a mil por hora, una cosa son las fiestas de los reyes del mundo, reuniones informales, cómicas e inventivas; pero jamás había vivido una fiesta formal de la casa. Y los padres de Romeo, jamás los había visto, podrían ordenar asesinarme ahí mismo, corría mucho riesgo a pesar de ir disfrazada.

Rosie, en la entrada de la casa: Quieres calmarte. No va a pasar nada. Federico y Giulia son increíbles. Te vas a divertir mucho.

Yo: Bueno es que es... algo... formal.

Rosie: La formalidad de los Montesco no es nada comparada con la de los Capuleto, créeme que estas sobre preparada para cualquier cosa.

Benvolio, caminando hacia nosotras: Buonanotte ¿listas para entrar? (viéndome) Oye ¿Estás bien?

Rosie: Tiene miedo de Federico y Giulia.

Benvolio, tomándome de los hombros: Tranquila, mis tíos son fantásticos, ellos son los que provocaron que Rosie saliera tanto con nosotros.

 Yo: Son casos completamente distintos.

Rosie: Cuando yo los conocí tenía tu posición así que no, créeme que son grandiosos. (a Benvolio) y ¿Tú que haces afuera?

Benvolio, en tono de culpa: Vine a saludar... (resignado) Vino la tía Feliciana

Rosie, fingiendo: Ay mira la hora ya es tarde (intentando irse) Adiós.

Yo: ¿Quien es la tía Feliciana?

Benvolio: Hermana de mi abuelo.

Rosie: Es a quien debes tener miedo, pero porque pellizca las mejillas.

Ambos se voltearon a ver y comenzaron a reír, mientras escribo estas líneas entiendo que es gracioso, pero a mi no me causó risa en el momento.

Benvolio, guiándonos a la puerta: Es momento de entrar señoritas, el cumpleañero está ansioso por verles.

Yo, deteniendo mi paso: Benvolio ¿puedo hablar contigo un momento?

Rosie, entrando a la casa: Yo voy distrayendo a Tia Feliciana.

 Benvolio, acercándoseme: ¿Qué pasa? pequeña.

Yo: y ¿si no creen que sea suficiente para él? ¿Si todo se vuelve un desastre?

Benvolio: Sé que estás asustada pero esta familia te recibe con los brazos abiertos, créeme que los adultos son iguales a nosotros.

Yo: Los padres de Romeo discuten con los míos.

Benvolio: ¿Recuerdas que Rosie te trajo para aprender sobre lo que es la realidad? Bueno, tienes que conocer cómo son los Montesco en verdad.

Yo: ¿Me podrías salvar si en algún momento me hundo en la conversación?

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora