Capítulo 6

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Desperté con un solo objetivo en la mente, de alguna forma u otra, Rosalina y yo cruzaríamos la ciudad hoy. Las mañanas después de los grandes bailes suelen no existir, la mayoría se despiertan cerca de medio día, pocos son los que se levantan a sus tareas normales y algunos otros se levantan cerca de la hora de la comida. Me levanté cerca de las 11 y fui a la habitación de Rosalina, la cual no estaba. Rosalina era de las típicas que se levantaban después de la hora de la comida porque se quedaba bebiendo hasta tarde con los empleados después de que todos los Amos se fueran a descansar, supuse que tendría que despertarla, pero al parecer no había dormido, al menos no aquí; regresé a mi habitación para arreglarme para el nuevo día, tenía que descubrir en que consiste el no tener una agenda tan apretada, bajé a desayunar y al entrar al comedor me encontré con una media dormida Rosalina frente a su café de la mañana.

Yo, sentándome a su lado: Buenos días, prima.

Rosalina, entre dormida y desconectada: ah... Hola...

Yo, ya preocupada: ¿Estás bien?

Rosalina, tomando mi mano: no pude dormir eso es todo

Yo: ¿Crees que podemos hablar después del desayuno?

Rosalina: por supuesto, cuéntame ¿Cómo has dormido?

Yo: Bastante bien realmente, me retiré relativamente temprano, Paris ya no me aguantaba. ¿Sabes si hay más familiares despiertos?

Rosalina: tu madre aún duerme, tu padre está en las caballerizas, Teobaldo salió cerca de las 5 hacia Mantua y sus padres lo siguieron cerca de las 10, y tu prometido salió hace rato, poco antes de que llegaras, de hecho, estábamos desayunando juntos, no tengo idea a donde haya ido con tanta prisa. Prácticamente estamos solas.

Yo: Salvo por las excelentes atenciones y la comida, creo que si habrá que esperar.

Rosalina: Me alegra que seas discreta, aprendes de mis errores

A Rosalina le costó bastante volver en si, pensaba para si misma y solo tomó un café, me preocupa verla así. Al terminar el desayuno subimos a su habitación y cerramos la puerta, nadie nos buscaría hasta la comida.

Rosalina: ¿Qué querías decirme?

Yo, con algo de pena: Quisiera volver a ver a los Montesco

Rosalina: vaya ¿A qué debo este ímpetu?

Yo: si lo vemos como algo político, sería porque aquí nadie me cuenta nada. ¿Sabías que el príncipe nos prohibió pelear? también dijo que cualquiera que iniciara un conflicto seria ejecutado.

Rosalina, extrañada: ¿De dónde sabes eso?

Yo: Teobaldo me lo dijo anoche, bastante molesto por cierto.

Rosalina: eso explica porque tus padres no sacaron a los chicos a pesar de saber sobre su presencia.

Yo: ¿Mis padres se enteraron?

Rosalina: eso creo, Teobaldo intentó decirles. Pero no sé si fue por eso que tu padre se molestó con él.

Yo: aquí no nos dicen nada

Rosalina: ¿Y tu motivo no político?

Yo: ¿De qué hablas?

Rosalina: Tonta no soy, no creas que no puse atención a lo que hiciste anoche.

Yo, ruborizada: Bueno, he de admitir que me agrada la compañía de Romeo.

Rosalina: ¿Solo eso?

Yo, tragándome toda la verdad: no es tan malo.

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora