Capítulo 22

11 1 0
                                    

*Toc toc*

¿Alguien tocaba desde afuera del balcón? Creo que ahora si estoy alucinando

*Toc toc*

¿Debería abrir? Tal vez estoy dormida, quizá sea otra pesadilla ¿Qué tengo que perder? igualmente puede ser un pájaro o una rama.

Quité el seguro de la puerta y la abrí lentamente, una figura alta y encapuchada estaba afuera.

Romeo: ¿Me dejas entrar ya?

Abrí la puerta de par en par y deje que entrase, en el momento que estaba dentro de la habitación lo abracé con todas las fuerzas que en mi cuerpo quedaban.

Yo: ¡estas aquí! ¿Qué haces aquí?

Romeo: nos preocupamos de que no recibíamos noticias de ustedes, hace un par de días Rosie llegó preocupada a la casa, nos contó que tuvieron una discusión el día de la justa y que después de eso enfermaste o algo así. Empezaste a actuar extraño, suponía que se te pasaría pero cuando intentó cuidarte, le lanzaste cosas, así que corrió a vernos en busca de algún consejo, y yo, bueno, planee venir a verte.

Yo, separando el abrazo con lágrimas en los ojos: no tienes una idea de la falta que me han hecho, los he extrañado muchísimo a los 3 ¿Cómo han estado?

Romeo, enjuagando mis lágrimas: bien, estamos bien ¿Tú cómo estas? ¿Qué pasó?

Yo: Tengo pesadillas, no he podido dormir, cierro los ojos y veo muerte por doquier, estoy aterrada. Hay tantos conflictos que mi mente no pudo con ellos y me hace ver desgracias y horrores, casi tuve hipotermia hace unas noches, me he (enseñando mis manos) lastimado las manos, me siento débil, han pensado mandarme a un loquero y Dios santo, mi cabeza duele mucho.

Romeo, tomando mis manos: ya, todo está bien, estas a salvo. (besando mis manos) ¿Cómo te lastimaste?

Yo: he estado chocando con muchos jarrones, la hipotermia fue por estar espiando tu ventana desde el balcón.

Romeo: debí venir antes.

Yo: Es peligroso, entiendo que no te puedo pedir eso. Pero no puedo negar que te extrañé, que pensaba mucho en ustedes, a veces de una forma buena y en otras también soñé cosas terribles de ustedes.

Romeo, abrazándome: lo siento, lo siento tanto.

Yo: ¿Esto es real? ¿De verdad estas aquí? ¿O en cualquier momento podría empezar a gritar?

Romeo: Te prometo que es real y nada te hará daño si estoy aquí.

Permanecimos abrazados un largo tiempo, no teníamos a donde ir, nada importaba en ese momento, mi cuerpo se había vuelto liviano y nada me oprimía, como si se hubiera llevado el peso o lo cargara por mi.

Romeo, como chiste: Así que... Todo es culpa de Rosie.

Yo, sentándome en mi cama: es mi culpa por haberle hecho caso.

Romeo, sentándose junto a mi: ¿de qué tiene la culpa? en qué sentido mejor dicho.

Yo: me odio por amarte, mi vida era buena, no era sencilla y yo estaba bien con saber hasta que punto sería miserable, pero ella llegó con sus locas ideas de la libertad y de saber de ustedes, me ofrece el mundo entero pero cuando verdaderamente lo quiero, dice que soy imprudente y me regresa a un lugar que ahora siento es un infierno. Yo solía ser feliz aquí, ahora solo huyo de una habitación a otra y en la mía tengo pesadillas.

Romeo: desearías no haberme conocido.

Yo: una parte de mi si, otra dice que eres lo mejor que me ha pasado. Y lo siento ahora mismo, no había sonreído hace días, el no dormir me había vuelto molesta e irritable, las pesadillas me volvieron asustadiza y tú llegaste y encendiste algo en mi que nada más en la tierra es capaz de encender.

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora