Capítulo 9

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Rosalina y yo salimos de la casa rumbo a las caballerizas cerca de las 8 de la noche, llevábamos canastas y provisiones para la noche, es la primera vez que montaría a Malta fuera de la propiedad, hacia sabrá Dios donde. El clima era cálido de finales de verano pero el viento era bastante fresco gritándonos que se aproximaba el otoño. Rosalina había pagado a 2 guardias para que nos abrieran la puerta y que no dijeran nada, además había prometido traerles algo, solo que esa parte de la conversación no la entendí.

Salimos por la puerta de atrás del establo y cabalgamos hasta encontrarnos con los chicos cerca de la monumental y majestuosa Arena de Verona.

Benvolio, levantándose: Señoritas, temíamos que no vendrían (ve a Rosalina) Rosie te ves (tose) ambas lucen increíble.

Rosalina, bajando del caballo: Gracias, es lo apropiado para la noche, lo mínimo indispensable (besa a Benvolio en la mejilla) Hola, tarados (Voltea a ver a Romeo y Mercutio)

Romeo se había levantado al mismo tiempo que Benvolio y llegado a mi lado ayudándome a bajar de mi caballo.

Romeo, besando mi mano: Luces muy bien, ju... raría que he visto ese caballo antes.

Yo: No lo creo (acariciando a mi caballo) ella es Malta, ha sido mi caballo desde siempre y bueno...

Romeo: ¿En él llegaste aquí? 

Yo, suspirando: si.

Ambos estuvimos a punto de revelar información de más, afortunadamente supimos esquivar una flecha, bueno Romeo supo como.

Mercutio: Dejen de verse como bobos, andando o perderemos más tiempo

Rosalina: el único bobo aquí eres tú.

Mercutio, abrazando por encima del hombro con un brazo a Rosalina: no más que tu Rosie.

Benvolio: Vamos, que la noche aún es joven.

Nos dirigimos a la zona Montesco, pasando la casa de Romeo hacia una zona que jamás había visitado, en las calles sonaba música y había gente bailando.

Yo a Romeo: ¿Qué es esto?

Romeo: Esto es la calle de las tabernas en un día bueno.

Benvolio: realmente deseo que no tengamos que usar las espadas hoy.

Rosalina: No hay necesidad, solo venimos por diversión.

Mercutio: igual que media Verona.

La calle de las tabernas, una avenida completa en la que se servía alcohol en cada uno de los negocios alrededor, algunos incluso tenían burdeles en la parte de abajo, en días buenos como este, los locales sacaban mesas para servir tanto dentro como fuera, los músicos se turnaban para tocar a cada lado de la calle, el ambiente era festivo y jovial. Dejamos los caballos frente a un local cuyo dueño reconoció de inmediato a los chicos y Rosalina.

Tabernero, alegre: Mis muchachos ¿lo de siempre?

Rosalina: y una más para mi compañía.

Tabernero: Todo amigo de los reyes es amigo mio ¿se quedarán fuera?

Mercutio: Hoy parece más cómodo aquí.

Tabernero: como gusten, trabajando 5 bebidas.

Una muchacha con un vestido realmente escotado pasó frente a nosotros y Mercutio decidió ir tras ella, al parecer es su práctica usual.

Yo a Benvolio y Romeo: y ¿Ustedes no van con las chicas?

Romeo: nunca fui bueno con ese tipo de damas, no es lo mio. Mercutio parece disfrutarlo más.

El diario de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora