Capítulo 5

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SILVIA

Después de que el señor Montero me dijera todas esas cosas tan hirientes me senté en mi banco a mirar a un punto fijo.

Un rato mas tarde me acomodé como pude en la celda, junté dos de los cuatro bancos que había formando una especie de cama, me tumbé y la verdad es que estaba mas duro de lo que me esperaba.

Cierro los ojos poco a poco y, encogida como una bolita por el frío que tengo, logro dormir.

Al día siguiente me despierto y adapto mi vista lentamente a la luz, miro el lugar en el que me encuentro y se me había olvidado que estaba detenida.

Me siento en los bancos que hay y siento una especie de manta caer desde mis hombros a mis piernas, miro para abajo y veo una manta roja.

¿De dónde ha salido esto?

—Los policías te vieron tiritar por el frio y me dieron la manta para que te la pusiera— habla una voz que desconozco a mi izquierda. Miro y me encuentro a la mujer con vibes de loca en la misma posición y en el mismo lugar que cuando la miré por última vez.

—Oh, gracias— digo con una sonrisa.

Miro a la celda de los chicos y los veo a todos apoyados en la pared durmiendo.

No puedo evitar dirigir mi mirada a Fort, quien duerme plácidamente en el hombro de su amigo Gavi.

—¡Disculpe!— llamo al policía, quien deja de comer y me mira— ¿Qué hora es?.

—Son las una y media de la tarde– dice serio y yo asiento.

—¿Cuándo podemos salir de aquí?— pegunto.

—Hasta que no venga algún adulto responsable no podrá salir— responde.

Mierda, entonces vamos mal.

—¿Tengo derecho a una llamada, no es así?— el hombre me mira con cara de extrañado pero asiente— quiero llamar a alguien.

El policía deja su comida en la mesa, se levanta de su silla y se dirige a mi con las llaves en la mano, abre la celda haciendo un ruido irritante por los barrotes obispados y salgo.

Me acompaña fuera de la sala donde hay una pequeña fila con teléfonos.

—Tienes cinco minutos— dice mientras me quita las esposas y cierra la puerta dejándome sola.

Cojo el teléfono y marco el número de mi abuela, quien ha sido como mi madre desde que tengo memoria.

1 pitido.

2 pitidos..

3 pitidos...

4 pitidos....

5 pitidos.....

6 pitidos......

Estaba esperando a que sonase el séptimo pitido pero nunca llegó, se escucha como si desde la otra línea hubiesen cogido el teléfono, pero no.

—El número al que llama no se encuentra disponible en estos momentos, por fa...— dice el teléfono y cuelgo la llamada.

—Joder— maldigo en voz alta.

El policía vuelve a entrar y me esposa para llevarme nuevamente a mi celda.

Al entrar en la sala veo que los chicos ya se han despertado y cuando entro de nuevo en mi celda todo me miraban.

Estuvimos otro rato largo más, ya no sabía ni que hora era, cuando las puertas de dónde entró ayer el señor Montero se vuelven a abrir dejando ver a... ¿Xavi?.

—¡Xavi!— gritan los chicos apoyándose todos en los barrotes.

—Pero como se os ocurre, ¡sin vergüenzas!, anda que pelearos en una discoteca...— dice Xavi regañándoles.

—Lo sentimos, mucho— habla Gavi.

—¿Vas a sacarnos de aquí?— pregunta Yamal.

—Si, anda salid, ya he echo los quinientos protocolos...— dice Xavi y el policía se acerca a abrirles la puerta.

Yo les miraba, no podía evitar sentir un poco de envidia porque al menos hay alguien que si se preocupa por ellos, por que estén en la comisaría y vengan a sacarles.

Les quitaron las esposa y se iban a ir por la puerta pero Fort se para en seco. Yamal, que estaba detrás suya también para y le pregunta:

—¿Qué pasa bro?— Fort aprieta los puños, suspira y se da la vuelta para mirarme.

—No podemos irnos sin ella...

¿¡KHEEE!? ¡TRAKA!

No podía creer lo que acabada de escuchar. Xavi me mira, y suspira igual.

—Pues nos la llevamos también, ¿dónde hay que firmar?.

Al escuchar esas palabras no pude evitar que una gran sonrisa se formara en mis labios.

Lo que no hace mi novio, lo hace un desconocido. Flipante...

Unos minutos mas tarde, Xavi entró y me dijo que ya podía salir, el policía se acercó, me quitó las esposas y salí.

La luz del día provoca que cierre los ojos unos segundos, después los abro y veo un coche negro con los chicos parados al lado de el.

—¿Necesitas que te llevemos a algún lado?— pregunta Xavi.

—No, no quiero molestar más— digo amablemente.

—No es una molestia, si te podemos acercar a algún lado solo dime...

—No, gracias pero esta cerca y puedo seguir andando— digo, me despido de los chicos con una pequeña sonrisa y ellos me la devuelven, menos Fort y sigo con mi camino.

Ando por las calles, no sabía exactamente a donde ir ya que ni de coña llego andando a la casa de mi abuela, pero recuerdo a alguien que puede ayudarme y trabaja por aquí cerca.

Llego a un restaurante, Guiu's, ahí trabaja mi mejor amiga, y es uno de los restaurantes más famosos de la ciudad.

Entro por la puerta y el sonido de una campana suena, miro para arriba y la veo colgando del techo a la altura de la puerta para indicar quién entra y sale del lugar.

Estaba casi lleno, al entrar la gente me miraba raro por las pintas que tenía.

—Buenos días, bienvenida a Guiu's, ¿tiene reserva?— habla alguien a mi derecha, miro y era una camarera con el uniforme puesto. La miro y digo:

—No, no tengo reserva— hago una pausa acercándome a ella— ¿sabes donde podría encontrar a Sofia Guiu?— pregunto.

—¿Para que quiere hablar con ella?— pregunta la camarera mirándome de arriba a abajo con asco.

—Tengo que hablar con ella, es muy importante, llámala por favor— me estaba empezando a poner de los nervios.

—Claro, espere aquí y ahora le digo que venga— dice, se da la vuelta y entra por una puerta que solo el personal tenía acceso. Minutos mas tarde, sale la camarera y detrás de ella Sofía.

—¿Silvia?

𝙲𝙾𝚂𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝙳𝙴𝚂𝚃𝙸𝙽𝙾 (1 y 2) || 𝐇𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐅𝐨𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora