Capítulo 27

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HECTOR

—Pase— me dijo la señora de la comisaría. Abro las puertas y voy directo al despacho del inspector Murillo.

Hoy he venido solo, Sofia no ha podido acompañarme ya que tiene que estar en el restaurante.

Pego tres veces a la puerta y espero a que el inspector me de permiso para entrar.

—Pase— dice, abro la puerta y la cierro detrás de mi, doy unos pasos para sentarme en la silla y coloco mis codos en ella.

—¿Hay novedades?— pregunto.

Ayer no pude venir aquí ya que tenía que ir a entrenar, si faltaba a un entrenamiento mas me echaban del equipo y la verdad es que no quiero eso.

Aproveché el estar allí para explicarle a Xavi lo que pasaba para que supiese la razón por la que faltaba tanto y al explicárselo lo entendió todo pero me dijo que no podía faltar a todos, que al menos vaya a algunos y así me pueda despejar y pensar en otras cosas.

—Si— hace una pausa, coge del cajón una carpeta y me la extiende. Cuando la abro, empieza a explicar— el único rastro que se encontró de Silvia en esa casa fue que había un pelo de ella en la cama de Luis— miro la ficha del laboratorio y afirman que la muestra de pelo era de ella— el padre de Luis afirma que no tenía ni idea de que su hijo estaba haciendo todo eso a sus espaldas y no sabía a donde podían haber ido.

—¿Con tanto dinero que tiene no tiene más casas?— pregunto para dejar de mirar la ficha y mirarlo a él.

—El señor Luis dice que a su nombre no tiene ninguna salvo la casa en la que ya estuvimos— me explica el inspector.

Eso le hace recordar la foto que vi, en la que salían Luis y sus padres.

—¿Hay alguna a nombre de la mujer?— pregunto, el inspector niega.

—No, al fallecer todas sus pertenencias pasaron a ser del señor Montero.

—Y... si él solo tiene una casa, ¿quién se quedó con las de su mujer?— pregunto y el inspector y yo abrimos los ojos como platos al caer en la cuenta de..

—Luis...— hace una pausa— ¡claro!, el señor Montero tuvo que ponerlas a nombre de Luis, por eso dijo que el no tenia ninguna.

—¡Claro!.

—¡Jorge!— grita, y un chico con gafas entra. Nos levantamos rápidamente y salimos fuera del despacho— Búscame en el archivo todas las propiedades a hombre de Luis Montero, tráigamelo a mi despacho.

***

Jorge le trajo al inspector todas las propiedades de Luis, miramos detenidamente los tres sitios.

1. Casa de la playa.
2.Piso del centro.
3. Cabaña del bosque.

Frunzo el ceño al leer el último nombre y recuerdo el cuadro que vi en la mesita de noche del cuarto de Luis.

—Esta aquí— digo señalando la ficha de la tercera casa.

—¿Cómo lo sabes?— me pregunta.

—Tengo un presentimiento— digo.

—Espero que tu presentimiento esté en lo cierto.

***

Nos encontrábamos yendo en el coche de policía a la ubicación de la cabaña en el bosque, unos cuarenta y cinco minutos mas tarde llegamos y vinos una camioneta aparcada.

Por favor que esté aquí

Bajamos del coche y los policías rodean la casa, el inspector se acerca y da tres toques a la puerta.

—¡Policía, abra!— dice un policía al lado del inspector.

Unos segundos más tarde la puerta de madera se abre y la cara de Luis aparece.

—¿Puedo ayudarles en algo, agentes?— pregunta tranquilo.

—¡¿Dónde tienes a Silvia capullo?!— digo acercándome rápidamente a él pero un policía me detiene.

—¿Silvia?, no sé, es tu novia tú sabrás— iba a responderle pero el inspector me detiene.

—Hector— dice para que me calle y vuelve a mirar a Luis— señor Montero, tenemos una orden para poder entrar y revisar la casa.

—¿Por qué la van a revisar?— pregunta nervioso.

—Por un caso, ¿nos deja entrar?— dice el inspector y Luis, a malas maneras acepta.

—Esta bien— me mira— pero él no.

—¿Cómo que..— me interrumpe.

—Por supuesto, seguro que no le importa, ¿a que no, Hector?— me mira Murillo.

—No...

Algunos policías entran, y dos de quedan fuera conmigo.

Los minutos pasaban y yo me estaba poniendo de los nervios. Necesitaba entrar y ayudar a buscar a Silvia, estábamos tan cerca que no podía evitar no hacer nada.

—¿A dónde vas?— me pregunta un policía al ver que me levanto y salgo del porche.

—Emm, a hacer pipí— hago una pausa— no puedo entrar a la casa y de alguna manera tengo que... — me interrumpe.

—Esta bien, no tardes— me dice el policía.

— Que te lo has creído tú— digo en voz baja para que no me escuche y me dirijo a la parte de atrás de la casa.

No veo ninguna puerta por la que pueda entrar y maldigo en voz baja, pero lo que si veo son ventanas, y hay una abierta.

Camino a paso rápido hacia esa ventana, y me asomo, no veo a nadie en la habitación y entro.

Una vez dentro de la casa, sin que me vean, abro puerta por puerta hasta que llego a una de un tono mas oscuro que las otras.

Ábrela

Extiendo mi mano para girar el pomo cuando una voz detrás de mi me asusta.

—Hector— me llama el inspector— ¿qué haces aquí?— se acerca.

—No podía quedarme de brazos cruzamos, inspector, entiéndame.

—Te entiendo muchacho, pero Luis no..— le interrumpo.

—Me la pela Luis— aclaro— él no me va a impedir entrar y buscar a mi chica.

—¿Tu chica?— dice Luis detrás de mi, me doy la vuelta y le miro.

—Sí, como oyes— digo y ríe.

—Pues deberías de ir a buscar a tu chica a otro lado, aquí no está— aclara y se cruza de brazos.

—¿Enserio?, entonces no te importará darme la llave para abrir la puerta ¿no?— digo y señalo a la puerta oscura. Luis al parecer traga saliva nervioso y eso me hace pensar que si puede estar ahí Silvia.

—Ahí solo hay trastos antiguos y mucho polvo.

—Por suerte no soy alérgico al polvo — le miro con los ojos casi cerrados.

No quiere que entre

Finalmente acepta, y me extiende la llave, la coloco en el cerrojo de la puerta y... abro.

𝙲𝙾𝚂𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝙳𝙴𝚂𝚃𝙸𝙽𝙾 (1 y 2) || 𝐇𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐅𝐨𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora