"El monstruo"
Allí dentro, todo está a oscuras, a excepción por un par de velas en lo que parece un altar. También noto un ataúd de madera negra. Tiene algunas runas talladas en las paredes por dentro y fuera. Hay algunas copas en una mesa, líquido espeso en lo que parece un cuenco de cráneo y algunos libros abiertos. Me acerco a leerlos, pero a quién engaño, apenas sé leer muy poco y esto creo está en otro idioma.
—Empecemos, pónganse en sus posiciones —Isla coordina a sus compañeros, que toman posición de círculo alrededor del ataúd. Poe se acerca a la mesita y cierra los ojos un segundo. Toma aire, y luego se sirve en una copa el líquido del cráneo. Parece ser del color de la sangre y es tan espeso como eso... Asqueroso. Poe levanta la copa hasta sus labios, y de una, se bebe todo el líquido. Su boca se queda con una línea roja, que luego limpia con el pulgar y se chupa. Tiene una mueca de esas que hago yo cuando quiero vomitar, pero se aguanta. Está encorvado y coge aire para calmarse. Entonces se dirige al libro, lo coge, y en la página que está seccionado, comienza a leer. Es un rito que los eruditos también siguen. Yo no entiendo lo que significa, pero noto que las runas en la madera empiezan a desprender algo de luz. Un brillo apenas visible, muy débil.
Poe camina hasta el ataúd con el libro, leyendo al unísono con los eruditos, con voz clara y tranquila. Llega al ataúd que está en lo alto de los escalones y se mete. Así, las runas toman más fuerza y su brillo sube de nivel. Sigue con su lectura, se recuesta en él y justo cuando creo que van a cerrar la tapa, me introduzco impulsivamente. No estoy segura de, si mi presencia traerá más problemas, pero igual soy una imprudente. SIEMPRE lo he sido. SIEMPRE. A un carajo.
El tamaño es perfecto para un adulto, así que dos niños no ocupan mucho espacio.
Poe deja de leer y abraza el libro sobre su pecho. Cierra los ojos y al mismo tiempo que la tapa encaja en su sitio, las runas se intensifican hasta ser todo luz. Cálida y silenciosa.
Cuando mi vista vuelve a funcionar, está todo a oscuras. Poe está a mi lado boca arriba. Yo estoy de costado, mirándolo. Él se incorpora, con el libro junto a su pecho. Yo me quedo allí abajo, intentando enfocar el lugar en el que estamos. Parece un pozo sin fondo. La oscuridad es intensa. Me levanto y noto que mi cordón de plata señala el camino a la ciudad hacia algún lugar de arriba. A kilómetros de allí. No logro percibir nada más que la pequeña alma de Poe. Escucho su respiración, un poco agitada y errática, como si estuviera frente a frente con su mayor temor.
—Poe —murmuro deseando que pudiera verme, que supiera que no lo he dejado solo.
Él logra controlar su respiración y comienza a caminar por la oscuridad hacia la nada. Su libro parece que lo toma como si fuese alguna especie de escudo. Lo sigo y luego camino por delante, para ver si puedo advertir el peligro primero, pero es como con Liam a quien no pude distinguir con los poderes del Arconte.
Pasamos enseguida de un hombre que es puro hueso, recargado en lo que parece una viga de madera clavada al suelo. Está apenas respirando, pero inconsciente, con los ojos cerrados y batallando para respirar. Sé de inmediato que no tiene alma.
Conforme avanzamos, encontramos más cuerpos de personas que parecen estar muriendo de hambre, desconsoladas y agobiadas por estar allí encerradas. Escuchamos llantos y lamentos a lo lejos, luego, como una luz al final del túnel, se ve un pequeño brillo verde. Debe ser la luz de una lámpara. Poe se detiene y se agacha como si advirtiera algo. Como si su instinto predominante fuese esconderse.
Presto más atención y lo noto. Es una persona bastante fuerte la que está allí delante.
Alrededor, todos están agonizando, pero él está completamente sano, fuerte, igual que alguien vivo. Sus pasos son como de una persona que ha perdido la cordura. Pienso que ha estado tanto tiempo aquí que se ha vuelto loco. De su boca salen un par de risas y su cuello se tuerce en un tirón que le da.
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Eloína
FantasiaNina es la Arconte de Râqîa, una ciudad donde la paz y la armonía reinan. Su deber es proyectar su alma al mundo espiritual y vigilar que todo esté en orden. Pero Nina odia su trabajo. Le parece aburrido, solitario y doloroso. Ella solo quiere ser u...