Capítulo 8

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"Sombras por doquier"

Estoy sentada en el círculo del salón. Estoy sola, pensando en todo lo que debería pasar; lo que Jena me pide que haga. 

En sueños me ha visitado desde que era pequeña para no dejarme olvidar de que la maldición que me ha lanzado sigue allí. En esos sueños todos íbamos creciendo, menos el niñito que lloraba gritando mi nombre. Ni siquiera Jena podría darle cara a alguien que no conoce del todo. Ella y yo pensábamos que Liam sufriría como el resto de las personas allá encerradas, nunca habríamos pensado que tenía el potencial de convertirse en un monstruo más aterrador; en uno peligroso con fuerza sobrenatural.

—¿Qué pasó con la niña? ¿La abandonaste para venir aquí?

Hablo a la nada, pero algo me dice que él puede oírme. Luego de un instante, sale de las sombras detrás de un librero.

—Lucy sabe cuidarse. Le he enseñado bien. —Trae una rosa blanca, como la que estaba en mi puerta—. Además, puedo ir y volver de noche. —Me imagino, porque las sombras son parte de él. 

Ahora que lo pienso, yo sería el día, y él la noche. Ahora entiendo un poco por qué aluna vez sentí que estaba conectada a él. Por qué me removía la conciencia abandonarlo o saber que algo malo podría pasarle. Era un instinto muy arraigado a mi naturaleza de Arconte.

—Pareces triste. —Dice mientras se agacha a mi lado. Deja la rosa en el suelo muy cerca de mis rodillas.

Quizás lo estoy.

Quizás odio estar en medio de esta encrucijada.

Quizás sólo deseo ser una persona normal.

—No tienes que hacer nada ahora. —Murmura como si pudiera leerme la mente—. Vive tu vida, luego pensaremos en algo.

Ahí está de nuevo, ese aire despreocupado como si nada importara.

—Poe me ha invitado a la boda. —Suelta de pronto. A mí me da un vuelco el corazón. Sé que la fecha ya está acordada desde que apareció Iris con la sortija—. Él parece muy seguro de eso, pero tú...

Su mirada busca la mía y cojo la rosa. Sé que en mi cara se nota que estoy asustada del futuro.

—A las rosas les duele ser arrancadas. Ya no lo hagas. —Me detengo a olerla. El perfume dulce me gusta.

—Sé que te están obligando. —Suelta, volviendo a retomar el tema—. Anoche espié a esos ancianos. Se trata de procrear a otro Arconte, ¿no?

—Veo que ya no eres el niño ingenuo de antes, Liam.

—Desde que te vi... —Comienza a hablar, pero algo lo detiene. Lo miro. Tiene las manos cerradas en un puño y está arrodillado—. Algo dentro de mí me decía todos los días que debía volver a verte. Ahora ya no quiero irme.

Sí, seguramente es una conexión debido a que es el cazador. También la siento, pero obviamente no voy a confesarlo. Me pregunto si Jena alguna vez conoció al cazador que debía estar atado a ella.

—Si no amas a tu prometido, dame una oportunidad a mí.

Claramente Liam es un aventado. ¿Dice todo lo que se le viene a la cabeza o qué?

Suelto una risa nerviosa. En ese momento, veo que se hace uno con la sombra de apenas una rendija en el suelo de madera y alguien más entra a la sala. Es Teo, preparado para la sesión de meditación de hoy. Los reflejos de Liam fueron bastante rápidos, así que Teo ni lo notó.

—Buen día, mi señora.

—Hola —aún me siento nerviosa y no dejo de mirar la pequeñísima sombra del suelo. Se ha desvanecido como un líquido negro bien extraño, ha sido alucinante.

EloínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora