Capítulo 21

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"Purificación"

Liam.

Nina y Poe ya solo necesitan bajar una vez más para terminar de restaurar la luz en los siete templos. Allá van justo ahora.

Detengo a Nina, antes de que se olvide dormir a la sombra para dejarme entrenar. Prefiero salir a correr que esperar su regreso sin hacer nada. Todavía no he podido derrotar a Poe en un duelo con espadas y ni decir de derrotar a una sombra.

Nina se gira en el momento que alcanzo a cogerle la mano y su manada de eruditos siguen caminando.

—El beso matutino —murmuro y Nina sonríe.

Llama a Elios y se me nubla la vista. Le dice que duerma mientras yo entreno y luego nos besa. Siento una corriente de frío cuando mi cabello cambia de color y también una calma por no escuchar más su voz.

—Saldré a correr. Búscame cuando vuelvas. —Me despido de ella y se humedece los labios, viéndose muy sensual. Últimamente luce más tranquila y valiente. Ir tantas veces al inframundo la ha hecho fuerte. La otra noche me dijo que vio a mi padre. Entonces ella no sabía que se llamaba así, pero supongo lo supo al ver el parecido. Me agradó saber que está bien, en una pieza, sin enloquecer todavía.

Mi atuendo para correr es ligero. Poe me ha dicho que, si resisto el frío, podré aumentar mi resistencia al dolor y mejorar la concentración con ejercicios de respiración.

Tengo una ruta que sigo todos los días en la que bajo al río y corro colina abajo y de regreso. Pero ahora quiero explorar otras zonas. Tomo rumbo hacia arriba, a las montañas y encuentro un estrecho cañón en el que el viento que lo cruza hace que se escuche un sonido agudo y silbante. Me detengo en un manantial que emerge de una grieta y bebo agua.

Tengo el corazón acelerado por el ritmo rápido en el que me movía, y al parecer, la atención bien alerta, porque distingo un ruido extraño a lo lejos. Alzo la vista y encuentro que viene desde donde he entrado, la única salida.

Un oso viene a paso tranquilo y tiene algo que me llama la atención: Sus ojos son dorados y brillan ligeramente. Tengo una corazonada, de que se trata de alguien que conozco: Aurel.

Su alma, dentro de esa bestia. Imaginé que algo así pasaría, porque agarró desprevenida a Nina cuando la empujó al inframundo para que se pusiera manos a la obra. Después de todo, a mí también quiere ponerme a prueba.

El majestuoso animal se pone en dos patas y ruge. Yo no veo escapatoria. Me tallo la barbilla con el dorso de la mano para limpiar lo que queda de agua helada y suspiro profundo.

Tomo un mechón de mi cabello. Sigue blanco.

Si la intención de Aurel no es asesinarme, no sé qué está tramando.

Un maldito bebé va a matarme hoy, manipulando a una bestia parda.

El hocico del animal exhala vaho y aprieto los puños cuando vuelve a ponerse en cuatro patas para ir tras de mí.

Arremete con todo su cuerpo y logro esquivarlo, pero caigo de costado al suelo. Me levanto rápido, esperando que vuelva a atacar y miro la única salida. Está allí, tras él. Estoy seguro de que si intento rodearlo me atacará por la espalda y perderé.

Hacer tiempo para que Elios despierte puede ser inútil. Normalmente despierta hasta dentro de cinco horas más.

El animal vuelve a atacarme, esta vez alzándose para aplastarme con sus patas delanteras y tropiezo, así que lo consigue. Su enorme peso me aplasta y grito de dolor. Mi vista se nubla, pero no es porque Elios haya regresado, sino porque casi muero. Me doy cuenta de que ese golpe, hacia alguien normal lo habría partido en dos, pero aún estoy completo. El animal me entierra las garras y yo manoteo, en vano. El dolor se intensifica y creo estoy por desmayarme. Enfurezco, porque un bebé me está atacando. Sin aviso ni remordimiento... Ese maldito.

EloínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora