Capítulo 7

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Ahora, tengo veinte años. La relación padre e hijo de los Amon va mejor que nunca. Ambos disfrutan la compañía en los entrenamientos y, también hay un nuevo integrante (sus padres le han dado una hermanita). Es preciosa, tiene los ojos verdes tan característicos de su familia.

Me detengo a mirar por la ventana, un instante antes de entrar a la sala de meditación en dirección a los comedores. Me alegra encontrar más feliz a Poe. Está en el pasto, cargando en brazos a su pequeña hermana llamada Lía.

—Mi señora. —Dice Iris, mi instructora, apareciendo en el corredor.

—Buenos días, Iris. —Noto que tiene una cajita entre las manos. La abre para mí y me muestra una sortija de platino con una joya azul oscuro. La extiende hacia mí. Yo no la agarro. Me hablaron de esto antes. Es para que, en el momento de la boda, elija un compañero de entre los seis, algo como un favorito. Todos se casarán conmigo, pero quieren ver un poco de interés de mi parte también, por eso, al que yo elija prepararán para la primera noche.

—Sí, qué bonita... Todavía no me he decidido —me alejo y la dejo en posición de reverencia. La verdad, he estado intentando aplazar la boda lo más que he podido. No me imagino haciendo ese tipo de cosas todavía. Vamos, tengo que elegir, o sea, ¡proponerme! ¡Qué vergüenza!

—Pero mi señora, necesita decidirse. —Sé que la presión que ejercen los ancianos recae en Iris como mi tutora, pero me da igual.

—Hoy no estoy de humor. Adiós. —Sé que soy un poco grosera. Sobre todo, porque le cierro la puerta casi en la cara.

—¿Te están asechando de nuevo? —Pregunta Elián, dentro del salón, listo en su lugar asignado. No respondo, claro que ellos también quieren saber a quién elegiré al final.

Bajo la mirada al suelo después de ponerle seguro a la puerta y camino de manera mecánica a mi silla, donde me siento y evito mirar a Elián. Sus ojos a veces parecen mirar dentro de mi alma. Siempre tuvo unos ojos únicos, dulces como la miel. Y bueno, todos tienen su atractivo, por algo los eligieron. Se basaron en la apariencia de sus padres para formar el grupo de Los Seis.

Después de mucho tiempo, he encontrado la paz al viajar al bosque. Allí todo es tranquilo y silencioso

...

—¡Lucy! ¡Vuelve! —Es la voz de un hombre, uno que no consigo ver. Había olvidado esta sensación. Murmullos de las plantas siendo pisoteadas y un cosquilleo en la tierra, pero sin detectar el alma. Va corriendo, pero no está solo. Hay otro par de pasos corriendo, escapando. Me dirijo a lo alto de los árboles, para evitar ser vista, porque se dirige hacia mí. El otro par de pasos se aleja todavía más en dirección al centro de la ciudad.

Veo que el demonio, se agacha de repente, como buscando un rastro. Levanta una rama quebrada y no tarda en distinguir las huellas. Se demora algo allí de cuclillas. Yo aguardo a la espera de lo que sucederá después.

—¡Lucy! —Grita él. Parece muy preocupado. Entonces levanta la mirada hacia arriba, más que nada para gritar de nuevo a la nada, pero su mirada me encuentra. Él se congela. A mí me parece muy familiar.

—Nina... —Murmuran sus labios.

Tardo un instante en reconocerlo.

Él es Liam... o una versión adulta de él.

La misma apariencia sombría. El mismo cabello negro. Ojos azules

—Soy yo, Liam.

Su rostro muestra algo de alivio. Creo esperaba encontrarme, aunque finja perseguir a alguien.

Se supone que debería echarlo de inmediato, pero señalo con un dedo hacia donde siento moverse a la otra persona. Liam lo comprende y echa correr hacia allá. Yo me adelanto, encuentro que se trata de una niña pequeña. No está para nada asustada, de hecho, ríe, como si jugasen a las escondidas. Pruebo aparecer ante ella, pero no me ve. Me quedo a mirar cómo se esconde en la misma cueva que entramos una vez de pequeños y todo me parece súper raro.

EloínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora