18.Juego interminable de demonios

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Jessica

Le hice un mohín a Zack en el vuelo a Sacramento.

Xavier se sacó selfies para Melissa y se mensajeó con ella todo el camino en la otra punta del jet.

Zack se hizo el desentendido bebiendo un café sin poder sostenerme la mirada, hasta que mi mala cara lo llevó al límite.

—Ok, ya—dejó el café en la mesa, se cruzó de brazos—. Échame en cara toda tu bronca. ¡Vamos! Menos violencia física hazme lo que quieras, bombón.

—¿Ahora eres Suiza? —cité con ironía a Dean.

—Por supuesto, a partir de ahora te ayudaré en todo sin esconderte nada. Lo prometo. Podría decirse que Aaron me dejó en libertad de sus torturas así que soy libre de ayudarte si me necesitas.

—¿Ser Suiza incluía también el jet?

—Mientras Aaron esté lejos, puedo usar sus cosas sin problema. Todavía, y por razones de seguridad personal, debo permanecer a su lado, aunque ahora que no está puedo hacer lo que yo quiera—esbozó una gran sonrisa—. Vamos, bombón, sé que no quieres saber detalles de cómo me quedé con el jet. Esta vez seré sincero contigo, lo prometo.

—Imagino que información de los movimientos de Aaron o los Volkov está fuera de "tu libertad".

—Hay cosas que debo callar, bombón. Aaron me soltó la cadena pero cualquier cosa que lo implique o información clasificada que largue mi bella boca podría condenarme. Pregunta, pero ten cuidado, por favor.

Torcí la boca, estaba cruzada de brazos.

—Solo tengo una pregunta para ti: ¿por qué lo permitiste?

—Jessi, sabes muy bien por qué no lo detuve—creyó que sería suficiente. No lo fue—. No podía decirte directamente que Aaron jugaba contigo.

Esa palabra me dolió hasta los intestinos.

—Si esperas que te justifique con eso...

—Para nada. Sé muy bien lo rencoroso que puede ser tu corazón—me conocía bien—. Lo único que espero de ti es que tomes conciencia de mi posición. No podía desobedecer a Aaron, exponerlo me traería problemas porque, seamos sinceros, y esto ya te lo dije, no ibas a creerme. Aaron te había envenenado hasta el alma con besos y a donde sea que él fuera tú lo seguirías. Confiaste tanto en una persona, una a la que todo el mundo te dijo que te lastimaría, y aun así la seguiste hasta el infierno donde hicieron de eso su hogar y recién ahí, cuando te dejó tirada allí, abriste los ojos y descubriste que eso que tanto te negaste a creer era verdad... Sí, nunca dije las palabras que necesitabas, de eso soy culpable, pero no te creas que no veo como intentas echarle la culpa a los demás del haberte equivocado como una enamorada que fuiste, cuando eso es tú culpa y de nadie más.

En el pasado, Zack decía sus pensamientos a medias para no decir algo de más y evitar conflictos o meterse en problemas. Esta vez me había cerrado la boca como nunca antes lo había hecho. Tanto, que hasta me sentí mal, porque tenía razón.

Qué decepción cuando confiaste tanto en una persona que la defendías a muerte y no solo te demostró que lo que decían era verdad, sino que te hirió más de lo que sabías que lo haría.

—Tienes razón, Zack—le reconocí—. Me lo dijiste, cómo pudiste, y fuiste un buen amigo por eso a pesar de no haber podido con Aaron.

—En mi defensa nadie puede, bombón—levantó las cejas.

—Yo sí. Yo puedo con Aaron, y lo haré. Acabaré con él por los dos.

Me dedicó una sonrisa triste, Zack creía que estaba soñando un sueño retorcido de venganza y justicia, cuando en realidad volvería a darme contra la pared. Eso pensaba él, en un simple gesto lo noté; lo que Zack desconocía era que había algo más fuerte que me impulsaba a seguir con mi cometido: el odio, el rencor. Aaron tampoco sospecharía de mí porque pensaba que me conocía, ese sería su mayor error.

Nunca vería venir lo que le tendía preparado la siguiente vez que lo viera.

(...)

Nos instalamos en un hotel no muy lejos de la zona de los bares. Según Zack este era un lugar seguro, no nos descubrirían aquí.

—Iré a hacer un reconocimiento del lugar—informó Xavier—. No sabemos cuántos días estaremos aquí así que hay que saber a qué nos enfrentaremos.

Salió del cuarto después de tomar sus cosas.

Era la segunda vez que volvía a casa y todavía me sentía como si estuviera en otro planeta.

—Bueno, como sabes, bombón—Zack se frotó las manos decidido a marcharse—, no puedo involucrarme en planes que tengas tú con Narkissa o algún otro miembro de la Bratva, lo mejor para mi seguridad será intervenir en lo mínimo. Mis bolas están en juego cuando se trata de tu ex machote, ya sabes cómo es. Sin mencionar que ayudé a agentes de la CIA a encontrarlos. Lo mejor será que vaya partiendo.

—Bien. Te escribiré cuando necesitemos volver a Nueva York. No te preocupes por Aaron, tus problemas con él y con la Bratva terminarán cuando acabe con su príncipe. Estoy segura de que después de esto, de limpiar mi nombre con la CIA, aceptarán ponerte en un programa de protección a testigos—le abrí la puerta, Zack escuchaba como si hablara de hermosos sueños imposibles, y me despedí.

Esperaba que algún día creyera en que una vida con Aaron muerto era posible.

Estaba a punto de irse, se detuvo para decir una cosa más.

—Jess, mucho cuidado con cómo juegas—quiso advertirme—. Estuviste mucho tiempo con Aaron, aprendiste mucho pero todavía no sabes cómo vencerlo en su propio elemento. Asegúrate de saber muy bien dónde pisas, o puedes caer en este juego interminable de demonios.

(...)

Una semana vigilamos sin conseguir nada.

El primero de Noviembre estaba a cuatro días de llegar. Más que pensar en limpiar mi nombre con la CIA y conseguir respuestas me preocupaba más el momento en el que me reencontraría con mi hermano. Al llegar a Sacramento supe por fuentes de Zack que había dejado de trabajar para la petrolera Sky desde que Úrsula había asumido el mando y había hecho un cambio drástico en su vida como profesor de educación física en la escuela a la que íbamos.

Solo quedaba esperar.

Jugada Divina [ Trilogía Préstame tu corazón parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora