Jessica
En el sueño me tomaba entre sus brazos estrujándome contra él, me recorría el cuerpo como si tuviese cien manos, besaba mis labios y cada centímetro de mi piel como si tuviese cien bocas, todas hambrientas y con dientes que mordisqueaban cada rincón de mí.
No le veía la cara, solo sentía el cabello enredándose entre mis dedos, unas uñas que se deslizaban por mi cuerpo desnudo apretado a su carne caliente y una lengua que lamía mis pechos, cuello y clavícula.
Alcanzo a ver una imagen borrosa de su rostro, estaba oscuro, pero lo que vi fue un celeste cerúleo que me miraba con hambre, deseo y odio. Poco a poco, el celeste fue tornándose en un ámbar más cálido que el celeste, como si el celeste no fuese suficiente, como si el ámbar fuese lo que necesitara para hacerme explotar y gemir con un desesperado deseo que se apoderaba de mí, queriendo más.
Desperté sobresaltada, inmóvil, con el corazón latiéndome con fuerza y húmeda entre las piernas.
Vida descansó la cabeza en mi pecho luego de soltar un quejido. Se había acostumbrado a dormir conmigo, encima de mí. La saqué a pasear para después darme una larga ducha que hiciera que olvidara ese sueño.
Me era difícil. Las manos, los besos, las caricias, todo se sintió tan vívido.
En la central de la CIA investigué con el analista Charlie y Aeon algún detalle que se me pudiera haber escapado sobre Nakissa. Su repentina aparición y desaparición no cerraba.
¿Por qué aparecer así de la nada? ¿Y por qué desaparecer así como así?
Debía ser por un motivo.
—¿Y si ella quiso que yo vaya a Sacramento? —apoyé un dedo sobre mi labio al pensar.
—¿Por qué razón? —me preguntó Aeon—. Dijiste que no se apareció. Si quisiera haberte atacado pudo aprovechar cuando Xavier se delató.
Pero no lo hizo... Se mantuvo escondida.
¿Entonces por qué, Narkissa? ¿Por qué hacerme volver a casa?
Descubrí a Dimitri mirándome desde lejos con un montón de papeles en la mano.
Perdí por un segundo el interés en la rusa, y delaté mis sentimientos al reaccionar con una media sonrisa idiota a la boba cara tierna que me ponía Dimitri al sonreírme.
—Jessica, tal vez quieras ver esto—señaló Charlie la hora de grabación.
Arrugué el entrecejo.
La hora en la que aparecía Narkissa figuraba como 14:00 p.m., momento exacto en el que se ve su cara. Cuento un segundo, 14:00 a.m., la imagen sigue siendo la misma, Narkissa deja de mirar a la cámara y se mete en el edificio abandonado. Un segundo más tarde, son las 12:12 p.m
—14:00 a.m. Esa hora no existe.
—Puede ser un error en la cámara de vigilancia—relacionó Charlie—. Tal vez no es nada, solo un error.
—¿Tú crees, Charlie? —se cuestionó Aeon.
Volví a ver la hora, luego a Narkissa.
14:00.
La respuesta frente a mí estuvo todo este tiempo.
Los dejé a los dos investigando y volví a casa para confirmar lo que creí que sería.
(...)
Revisé en mi teléfono, las agujas marcaban las dos de la tarde, hoy 12 de diciembre.
Aeon insistía llamándome. Ignoré sus mensajes también.
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Jugada Divina [ Trilogía Préstame tu corazón parte 2]
RastgeleJessica sufrió por las mentiras de Aaron que la hicieron pecar. Cuando la verdad sale a la luz es solo cuestión de tiempo para que el ángel sea corrompido. Aliados como enemigos toman posición en la siguiente partida, Jessica pagará las consecuencia...