23.Tú estás loca y yo no estoy en mis cabales

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Jessica

Melissa en estas semanas se quedó en el apartamento lamentando la pérdida de Xavier. La pobre se tragó la historia de un robo.

Ellos no eran nada y la tenía lloriqueando en casa como si hubiese perdido un brazo por casi quince días.

Terminé mis palomitas tirada en la cama mientras Mean Girls estaba por el final.

—Esa Regina es una zorra—escupió Aeon junto a mí y robándome las últimas palomitas que tenía—, con razón su novio la dejó.

—Sep—tenía la boca llena.

Melissa había decidido a finalmente volver a su casa mañana, esta noche saldría con unos amigos de la universidad. Se paró en mi puerta porque Vida la intimidaba con sus dientes desde su lugar en la cama, no le presté atención.

—Bien, perras. Disfruten su noche sin sexo, a menos que quieran hacer un trío lésbico.

Aeon revisó su reloj.

—A esta hora todavía me gusta la salchicha.

Sonreí de costado.

—No me esperen, pienso dejar el luto y desempolvar mi vagina. Bye, desgraciadas.

Aeon más tarde trajo otro puñado de palomitas.

—¿Dónde está la princesa rubia? —me preguntó.

Le respondí hundiéndome de hombros.

—Creo que dijo que iría con Dean a patinar—comí un poco más.

—A patinar—subrayó.

—Sip.

—¿Acaso estos dos volvieron o algo parecido?

—Yo que sé, pregúntaselo tú.

—¿Y qué hay de ti? —indagó interesada.

Arrugué el entrecejo.

—¿Yo qué?

—Pregunto cuándo volverás a verte con Dimitri.

—Ah, me invitó a salir hoy, un día después de haberme besado—solté despreocupada.

La mandíbula se le desencajó y el puñado de palomitas que se había metido a la boca cayó en mi cama. Aeon se mantuvo en silencio hasta que encontró las palabras.

—De acuerdo, ¿entonces qué haces aquí aplastando tu lindo trasero en lugar de restregárselo por las narices? ¡¿Sabes cuántas actrices matarían por estar en tu lugar?! —exclamó eufórica.

Se me escapó una risita.

—Se supone que sales con Matt.

—No cambies de tema, mujer. Levántate de esta jodida cama, ponte en perra, y ve a cogerte a ese Adonis patriota—señaló con su dedo la salida comportándose como la madre del grupo.

Tomé mis cosas y después de una relajante ducha sequé, ricé mi cabello y maquillé, me puse unas botas negras hasta las rodillas con taco y un vestido negro suelto que no necesitaba brasier, con la espalda y pecho descubierto y tirantes de espagueti.

Me veía buenísima.

Tomé mi bolso con mi arma y salí después de recibir las ovaciones de Aeon.

En Nueva York eran casi las doce, no había mucho movimiento, aunque caminaba segura por las calles. Sin embargo, hoy era como si un halcón me siguiera los pasos a mis espaldas.

Jugada Divina [ Trilogía Préstame tu corazón parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora