Narrador omnisciente
El amor es una daga invisible que dejamos que nos apuñale. Es un veneno que nosotros permitimos inyectarnos. Nosotros somos quienes nos dejamos corromper por las mentiras del amor, nosotros y nadie más. Nadie te pone una pistola en la cabeza y te obliga a enamorarte, por voluntad propia decidimos caer al vacío creyendo que en el fondo hay una cama de rosas esperándonos. Jessica lo había aprendido a la fuerza, tenía que darse contra el muro para descubrir lo más obvio para el resto de la humanidad.
Aaron era el muro, tanto por fuera como por dentro, y solita fue ella a darse semejante golpe cuando el resto le advertía lo que sucedería.
Y luego, estaba Dimitri, aquel al que no quería amar, pero poco a poco, nuevamente, preparaba la aguja para dejarse inyectar por una nueva dosis.
El ser humano siempre, inconsciente o consciente, busca algo a lo cual volverse adicto. Nos volvemos adictos al trabajo, a la comida, a las drogas, a la televisión, al amor... Siempre terminamos por buscar algo que nos asesine, algo por lo cual no queremos vivir. Esa es nuestra maldición.
Aaron se había vuelto un adicto a Jessica, se sentía como un enfermo viendo como su más obsesivo deseo se iba hecha una furia por la calle a su casa. Era consciente de dos cosas. Una, que todavía tenía el culo más rico que ha probado en su vida, redondo y firme, un delicioso trasero que ansiaba por tener en su boca y degustar. Dos, que a pesar del odio con pasión que le profesaba, ella volvería a él.
Jessica confiaba demasiado en esos estúpidos uniformados, incluso en el escroto rallado que tenía de novio. Asco le daba incluso pensar que ese idiota era ahora quien se la follaba, que patético.
Narkissa quiso hacerse la graciosa haciéndole ojitos de complicidad. Ella lo conocía desde que estaba en el vientre de su podrida madre. Narkissa era de las pocas que podían decir que conocían un poco más a Aaron que la mayoría, sabía cuándo se enloquecía por algo o alguien. Distinguía en Aaron esa necesidad de volver a corromperla.
Aaron respondió a su gesto volteando los ojos, a veces era la mujer más irritante que sus huevos debían soportar.
—Así que... ¿Jessica?
—Métete en tus asuntos, Narkissa—dejó el libro negro de regreso donde iba.
—Por desgracia, tú eres mi asunto, mocoso.
—Deja de fingir que no me soportas y dime lo bueno. ¿Qué te dijo zanahoria?
—Dijo que las páginas están en el edificio principal, vigiladas en la oficina del subdirector. Específicamente ordenó mantenerlas donde pudiera resguardarlas—explicó.
Aaron asintió concentrado en sus pensamientos con nombre y apellido, hasta que la perdió al doblar en una calle.
—¿Cuál es tu plan? ¿Vas a decirle que intervenga?
Al pensar, Aaron golpeó la punta de su índice contra el labio, hasta que concluyó.
—La CIA descubrió al topo de Vladislav, no pienso arriesgarme.
—Corrección, ella fue quien lo descubrió—corrigió.
Joder, que pesada.
—Con mayor razón, no pueden descubrirla.
—¿Sacrificarás al chico?
Aaron tenía interesantes planes, si es que quería que ella cooperara.
—Los traidores deben ser castigados, Narkissa—hizo una sonrisa malévola que haría temblar hasta el propio Lucifer—. Ya sabes qué hacer.
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Jugada Divina [ Trilogía Préstame tu corazón parte 2]
AcakJessica sufrió por las mentiras de Aaron que la hicieron pecar. Cuando la verdad sale a la luz es solo cuestión de tiempo para que el ángel sea corrompido. Aliados como enemigos toman posición en la siguiente partida, Jessica pagará las consecuencia...