Capitulo 20: Los deseos de Luca

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La lluvia torrencial se ha detenido por un momento, aunque no parece ser lo más importante en este momento ya que aprovechando el clima y que Beth está durmiendo profundamente, Isabella se prepara con todo su valor para salir de la cabaña. Apenas son las diez pero su hermana ha estado con un dolor de cabeza que la termino consumiendo en sueño.
Sin hacer ni un solo ruido, logra abrir y cerrar la puerta sin ser descubierta.
Una vez afuera, se coloca la capucha de su abrigo y sale corriendo hacia la mansión.

El viento sopla muy fuerte, atrayendo aún más las gotas de lluvia que van contra ella. Aún así logra llegar a la puerta trasera donde efectivamente se encuentra con dos guardias.

— Hola..— La joven, se quita la capucha descubriendo su rostro y su mejor sonrisa.
— Vine a ver a Renzo— anuncia como si fuera lo más normal en su rutina.

— No puede...

—¿Qué no saben que yo soy su favorita?- Esas palabras le saben a veneno en su boca pero se las aguanta para fingir una expresión seductora.

Los hombres se miran entre si por un minuto y solo eso es suficiente para que la dejen pasar.

— El jefe, no está ahora.

— Lo sé — contesta la joven.
Claro que Isabella, sabe que a estas horas los hermanos Denaro no están en la mansión así que su intención es otra.

Nunca podrá ver la ostentosa mansión con buenos ojos, sino que odia cada rincón de ella. Aún así, disimula su cara hasta que llega frente a la habitación de Renzo.

— Renzo, no dijo que vendrías...

— Si, así es— La joven, le guiña un ojo y entra en la habitación antes de que sea demasiado tarde y meta la pata.

Cuando está dentro de la habitación puede volver a su personalidad nuevamente, mirando todo a su alrededor con fastidio.

-Bien, estoy segura que aquí debe de estar...— se pone a buscar en toda la habitación, desde los cajones del closet, debajo de la cama, debajo del colchón, dentro de los bolsillos de sus chaquetas, debajo de la almohada, en todos los cajones hasta que en el cajón de la mesita de luz, por fin lo encuentra.
— Si...— Dice ,con una gran sonrisa sosteniendo el arma de fuego de Renzo.

— ¿A quién piensas disparar principessa?— Escucha la voz de Renzo y por el susto que se pega, automáticamente le apunta.
Sus manos están temblando mientras lo hace.
— A mi— contesta Renzo con una sonrisa sin emoción, de la misma manera, se quita los zapatos, el abrigo  y todo con una extraña tranquilidad.

— Te voy a disparar...- Dice Isabella pero Renzo, sigue en la suyas, ahora se desabrocha los botones de su camisa.
— ¿Me escuchaste?

Renzo, la mira sobre su hombro. — Si lo hice — se quita la camisa, dejando a la vista el tatuaje de un tigre  sobre toda su espalda y cuando   se voltea hacia ella deja al descubierto su tonificado abdomen; es imposible no mirar tal espécimen.
— Anda, dispara — Sigue el joven con una sonrisa de lado. — Hasta me emocioné cuando me dijeron que "mi favorita" me estaba esperando en la habitación — le guiña un ojo.

— ¡Eres un idiota!

— Vamos principessa, dispara — Renzo camina hacia ella y a cada paso, Isabella retrocede.

— ¡Alejate!— Ruge la joven pero sin animarse a jalar del gatillo hasta que termina chocando con la pared y antes de poder hacer algo, Renzo  le arrebata el arma y sujeta sus manos sobre la pared a la altura de su cabeza.

— ¿Crees que dejaría un arma con balas aquí?— Habla el joven,

— Pudrete — Escupe Isabella, tratando de recuperar el control de sus manos pero no puede.

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