five; our promise

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Five;

our promise



—La despertarás

—Eso quiero hacer.

Alguien picó mi mejilla, y lo hizo repetidas veces. Gemí.

—¡La estás despertando! Déjala, no pudo dormir por mi culpa.

—Eres una total borracha—reconocí esa voz.

—Perdón—también esa.

Me removí, y al sentir la superficie donde me encontraba bastante dura, recordé que estaba en el suelo. No me importó, y traté de seguir durmiendo. Cuando pensé que Lía y Dylan se habían ido por fin, un celular timbró.

Era el mío, indicando un nuevo mensaje. Decidí verlo cuando estuviera totalmente dormida.

—Su celular sonó—dijo Dylan, su voz sonaba un poco lejana.

—Pues mira quién es—respondió Lía arrastrando las palabras.

Me levanté de un brinco del suelo y le arrebaté el celular a Dylan con una mirada asesina. Miré quién me había mandado mensajes, y al ver el llamativo nombre de Ian, lo escondí entre mis manos.

—No toques mi celular—murmuré arrugando mi nariz.

Dylan levantó sus manos en señal de paz y se fue a sentar al lado de Lía, en mi cama.

Revisé mi celular, mientras una estúpida sonrisa se posaba en mi rostro al leer el mensaje.

Nudes boy
09:46 am
Qué tal la fiesta?

Nudes boy
11:58 am
Hey, chica del número equivocado. Te emborrachaste tanto?

Nudes boy
01:34 pm
Calí? Estás bien?

Nudes boy
06:57 pm
Calí? Responde, niña. Estás bien?

Nudes boy
07:35 pm
Me estás asustando, Calí. Responde!!!

Él se había preocupado por mí. O quizá fingía hacerlo. No me importó, pero reí al ver la desesperación reflejada en sus mensajes. Cuando estaba escribiendo una respuesta, el mundo se detuvo al ver la hora del último mensaje.

07:35 pm.

Ya iban a ser las ocho de la noche. Giré a ver a mis amigos sentados en la cama, ellos me observaban de manera que les di miedo. Juro que vi a Dylan debatir entre bajar la mirada o no.

Me levanté del suelo y caminé hasta quedar frente a ellos.

—¿Son las siete y media de la tarde?—cuestioné alzando una ceja.

Lía apretó sus labios y asintió con la cabeza.

—Yo quería despertarte, pero Lía me dijo que...—comenzó a contar Dylan mientras lentamente cedía a bajar la mirada.

—No deberías ver las cosas de los demás sin permiso—espeté, cruzándome de brazos.

Dylan chasqueó la lengua y empezó a jugar con sus dedos—No pensé que tuvieras cosas tan importantes ahí. Es decir, tu fondo de pantalla es Peter Pan.

Junté mis cejas. Lo miré de forma desafiante, pero él no cedía y no apartaba la mirada. Lía carraspeó su garganta y nos miró a los dos de forma preocupada.

—Calí ama a Peter Pan desde muy pequeña. Es como su... religión.

—Peter Pan es mi religión—repetí decididamente, sin quitar mi intimidante mirada encima de mi amigo castaño.

Después de una larga discusión acerca de Peter Pan, la campanita y los niños perdidos, estábamos en mi cocina. Lía se había cambiado ya, había ido a su casa a tomarse una ducha y al volver, dijo que yo seguía dormida.

Ninguno de los dos me movió a la cama, me dejaron reposar en el suelo. Grandes amigos que me cargo.

Dylan preparaba huevos revueltos junto con pan tostado para mí, mientras que Lía comía una bolsa de frituras. Cuando mi platillo estuvo listo, lo comí tan rápido que cuando Dylan terminó de hacer su limonada, mi plato ya estaba limpio.

—¿Por qué no me levantaron antes?—pregunté para después darle un sorbo a mi limonada.

—Me sentí mal porque ayer fuiste a rescatarme, y yo quería dejarte dormir. Pero después llegó Dylan, y él quería despertarte.

Examiné un poco la situación. Mi mamá no estaba en casa, posiblemente estaba en el trabajo. Mañana había clases, y no había hecho nada de tarea. Miré a Lía en busca de ayuda con mi mirada al ver el montón de libros en la sala, y ella negó señalando su bolsa de frituras. Bufé. Giré a ver a Dylan. Él apartó la mirada.

—Bueno. Haré la tarea, ¿quieren esperar aquí?

—Yo... Eh... Tengo que comprar el mandado con mi madre—balbuceó Dylan. Se levantó de su asiento, tomó su chaqueta del perchero y nos dedicó un saludo de mano para después salir por la puerta tan rápido como pudo.

—Nos vemos—dijo Lía, tirando la bolsa vacía en el bote de basura.

—¿También te vas?—pregunté encogiéndome de hombros y mirándola con ruego en mi mirada.

Me miró por unos segundos, conectando nuestros ojos. Cuando pensé que había caído en la trampa y en cinco minutos la tendría haciendo mi tarea, ella sonrió.

—Sí, adiós—y se fue.

Lloré internamente y en mi imaginación le vendí a un demonio las almas de mis grandes y amables amigos. Me senté en la sala y abrí los libros, mientras leía la hoja de proyectos y tareas; un segundo después, me encontraba tirada en medio de éstos, mientras lloraba con una dona en mi mano exigiendo vacaciones.

Después de una hora completa sentada en la mesa, escribiendo, leyendo, escribiendo, leyendo y así sucesivamente, terminé la tarea.

Mi madre llegó con una sonrisa en el rostro, diciendo que la habían ascendido. Festejemos por unos minutos, simplemente gritando de emoción y comiendo helado. Cuando terminamos, ambas nos fuimos a la cama. No quería dormirme, mejor dicho, no podía. Había dormido todo el día y ya no tenía sueño.

Recordé a Ian, y el mensaje que nunca le mandé. Tomé el celular de la mesita de noche y comencé a teclearle un mensaje rápidamente.

Yo
09:23 pm
Heeey, nudes boy

Nudes boy
09:23 pm
Qué diablos te pasó? Creí que habías muerto :(

Yo
09:24 pm
Nah, sigo viva. Seguiré molestándote hasta el fin

Nudes boy
09:25 pm
Lo prometes?

Sonreí débilmente y me moví en la cama, poniéndome boca abajo. Comencé a escribir una respuesta.

Yo
09:26 pm
Lo prometo

Nudes boy
09:26 pm
Ya hiciste tu promesa, no puedes romperla

Reí por mis adentros y dejé el celular en la mesita otra vez. Me acosté correctamente, mirando al techo. Puse una almohada en mi vientre y la abracé.

Cerré lentamente mis ojos, dejándome llevar por el sonido de las ramas del árbol chocar contra el vidrio de mi ventana. El sonido del aire acondicionado, junto con los autos que pasaban por la calle. No eran los mejores sonidos del mundo, pero fueron los suficientemente suaves como para arrullarme como a un bebé en su cuna.

—Buenas noches, Ian—murmuré como una imbécil en la oscuridad.

Me imaginé a la voz ronca y a la vez aterciopelada de Ian, el chico de los nudes, responder junto con una suave risa "Buenas noches, Calí".

Después de eso, caí profundamente dormida en el mundo de los sueños.


Nudes boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora