seven; hey, my phone!

9.9K 637 69
                                        

Seven;
hey, my phone!

Recogí mis cosas de la butaca y las eché en mi mochila. Salí disparada del aula en cuánto escuché la campanilla. Odiaba la clase de matemáticas.

Ya habían pasado tres días desde Caitlin me mandó ese estúpido mensaje. Me alegró no haberla visto o topado con ella en la escuela.

Caminé a toda prisa hasta la puerta principal, sin detenerme a esperar a Lía; últimamente se va a su casa con compañeros de su clase. Mientras caminaba mi rutina, mi celular vibró. Lo saqué de mi bolsillo.

Nudes boy
03:12 pm
Hey, niña rara

Sonreí. Ian me había estado diciendo "rara" desde que le dije que no había escuchado nunca Nirvana. No me llamaba mucho la atención.

Comencé a teclear.

Yo
03:13 pm
Hey, niño raro

A él no le gustaba Paramore.

Nudes boy
03:13 pm
Tú eres la más rara de ambos, quién nunca ha escuchado Nirvana en su vida? Tú. Calí. La chica rara y equivocada ;)

Mientras escribía una respuesta, alguien pasó abruptamente a mi lado. Y lo que menos esperaba, pasó. Quién pasó a mi lado empujándome con todas sus fuerzas, arrebató mi celular de mis manos.

Cuando me levanté del suelo lo más pronto posible, corrí detrás de el ladrón. Vestía completamente de negro y una capucha en su rostro me impedía verle el rostro.

—¡Hey!—grité a todo pulmón —¡Mi teléfono!

El ladrón corrió aún más rápido, dejándome atrás. Desventajas de no hacer ejercicio.

Cuando dio vuelta en una calle, lo perdí de vista. Golpee el piso con la suela de mi zapato y gruñí. Mi mamá me mataría, ese celular había sido mi regalo de cumpleaños.

Llegué a mi casa con los ánimos hasta el suelo y con lágrimas imaginarias. De verdad tenía muchas ganas de llorar.

Cuando entré a mi habitación, di un respingo. Mi conversación con Ian seguía en el teléfono, y no le había alcanzado a responder. Tomé mi almohada y la lancé al piso con enojo. ¡Maldito sea el que robó mi celular!

× × × × × × × × ×

Estaba sentada en la sala, con una cobija encima y viendo CSI. Estaba deprimida, y extrañaba mandar mensajes a Ian. Extrañaba aún más mi celular. Escondí mi rostro en la cobija intentando aguantar unas lágrimas.

De pronto, unos fuertes golpes se escucharon en la puerta. Me levanté de mi asiento y caminé aún con la cobija encima.

Abrí la puerta y me encontré con un William hirviendo de ira. A pesar de la oscuridad de la noche, podía ver lo rojo que estaba su rostro y como entrecerraba los ojos.

Fruncí el ceño.

—¿William? ¿Qué pas...?

—¿Qué te crees?—gritó enfadado—¿Cómo pudiste hacerlo? ¡Confié en ti, Calí! ¡Maldita sea!

Pareciera que mi rostro era un signo se interrogación. Tomé aire para aguantar decirle que no viniera a gritarme a mi casa, y lo jalé de su camisa hasta el interior.

—¿De qué hablas?—pregunté cruzándome de brazos.

Rodó los ojos y sacó su celular de su bolsillo. Buscó algo en él por unos segundos y después me lo pasó.

Lo tomé y leí lo que estuviera en la pantalla. Agrandé mis ojos tanto como dos platos... No, eso era poco, como dos lunas.

Desde mi perfil, alguien le había enviado un montón de mensajes groseros, metiéndose con su aspecto físico y su demás persona, como lo era su personalidad y ciertos aspectos que nunca le habría dicho yo.

Junté mis cejas.

Igualmente había mensajes hablando sobre su familia, tocando el tema de una cierta infidelidad de su madre a su padre. Era algo que, de ser cierto, yo no sabría. Pero de todos modos, me molestó bastante que alguien utilizara mi identidad para decir tales cosas.

Sentí la ira viajar por mis venas velozmente. Le di el celular a William y con enfado lancé la cobija que me cubría al suelo. Miré a William buscando alguna disculpa.

—Yo... Yo no fui, William—murmuré.

—Ya, ¡claro!—exclamó rodando los ojos y dispuesto a irse.

Lo tomé del brazo y lo jalé nuevamente hasta quedar frente a frente. Solté un suspiro.

—En serio. Alguien robó mi celular hoy después de clases, y pensé que había sido una persona al azar. Ahora veo que lo hicieron con otras intenciones.

El rostro del rubio frente a mí cambió completamente, y ahora me veía confundido. Relajó sus hombros y arrastró sus manos por la cara.

—Perdón—dijo—. Estaba muy enojado como para pensar que no eras tú.

Recordé en lo que decía de su madre, pero decidí mantener la boca cerrada. No era algo de mi asunto, y sabía muy bien el dolor que provocaba hablar de los padres. Me mantuve en silencio.

Ambos estuvimos así por unos minutos, viendo la televisión sin prestarle atención. Seguramente él estaba tan avergonzado como yo. Solté un suspiro.

—Ojalá nunca hubieran robado mi teléfono—murmuré más para mí misma.

Él se encogió de hombros—Si me mandaron ese mensaje, seguramente es alguien que conoces. Te ayudaré a buscarlo, no te preocupes.

Le sonreí con genuinad, y minutos después, se fue de mi casa. Nuestros planes para mañana en la feria aún estaban en pie, pero yo seguía nerviosa a causa de mi celular. ¿Quién lo había tomado y por qué? Seguramente sólo para momestarme.

Pero yo era invisible en la escuela o cualquier otro lugar, normalmente nadie me hablaba además de Dylan, Lía, William y sus amigos. No estaba en un rango alto de popularidad, pero tampoco me importaba.

Antes de que me diera cuenta, ya estaba pensando en un cuerpo operado.

—¡Maldita! ¡Debí pensarlo antes!

Sin dudarlo, me levanté del sillón y tomé una chaqueta. Apagué el televisor y salí de la casa cerrándola con seguro. Con la mente en otro lugar, tenía pensado hablarle a William para decirle que ya sabía dónde estaba mi teléfono, pero carecía de uno.

Más enfadada que nunca, corrí hasta llegar a la puerta principal de la casa de Caitlin. Si mis cálculos y descendencia de Sherlock Holmes no me fallaba, ella debía tener mi celular en sus manos.

Toqué el timbre y me crucé de brazos, esperando. Si no abría la puerta, llamaría a la policía con la excusa de que mis instintos Holmes me decían que ella era una ladrona.

Cuando apenas iba a gritar groserías a su ventana, la puerta se abrió. Ahí estaba ella, al pie del marco de la puerta, observándome con un intranquilo rostro en cuanto me reconoció.

—Dame mi celular—dije sin más, estirando la palma de mi mano.


Nudes boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora