thirty three;
final
TRES AÑOS DESPUÉS
— Nena, por favor, no me puedes hacer esto.
Volví a intentar prender el motor, pero lo único que recibí fue unos dos largos minutos enteros de mis quejidos. Solté un bufido cuando mi último intento resultó el fracaso. Mi bebé no se encendería, debía arreglar algunas cuantas cosas pero supuse que aguantaría un pequeño viaje más. Pero me di cuenta que no. No había tenido tiempo alguno de mandar el auto a refacción.
Giré la cabeza para ver el ramo de rosas que reposaba en el asiento a mi lado. Después vi la hora en el reloj de mi muñeca. Todavía tenía tiempo, podía tomar un taxi con facilidad. Con un resoplido, tomé las llaves, el ramo y salí del auto que seguiría atesorando a pesar de que me de la espalda en situaciones urgentes. Caminé hasta la calle principal y el corazón me palpitó mil veces por segundo cuando no vi ningún taxi rondando la zona. Maldije por lo bajo, y comencé a emprender con rápido paso en dirección al restaurante. Seguramente en el camino ya aparecería alguno de esos autos amarillos.
Pues ni a un desgraciado taxista se le ocurrió pasar por esa avenida en esos malditos quince minutos que caminé a prisas temiendo llegar tarde.
Y para empeorar un poco las cosas, el cielo se tornó negro y una lluvia que empezó con pequeñas gotas se volvió lo que pareció ser una tormenta sólo contra mí. Era obvio que el mundo conspiraba en mi contra, al igual que la profesora Hughes que sospechaba no quería que yo pasara el semestre.
Me quité el saco para cubrir las rosas y que éstas no se estropearan, y comencé a correr lo más rápido que podía en las calles semi desiertas de la ciudad en camino al restaurante que Calí y yo acordamos. Me moví con cuidado para no afectar las flores y que siguieran presentables para cuando llegara. Quizás lo harían, pero yo no puesto que el agua estaba empapándome. La camisa blanca que tenía puesta se pegó a mi cuerpo como segunda piel, y mis pantalones negros se holgaron como moda de los noventas.
Volví a checar la hora cuando me faltaban tres calles más. Faltaban tres minutos... para llegar tan sólo veinte minutos tarde.
Si llegas, Ian, si llegas, tú corre, pensé para mis adentros.
Mis piernas dolieron pero no me importó, ya que estaba a punto de entrar al lugar donde podría ver a la mujer más hermosa del mundo. Pero por supuesto, alguien tenía que impedírmelo. Un trabajador del restaurante que cuidaba la entrada y recibía a los clientes, colocó una mano en mi pecho cuando intenté empujar las puertas.
— Lo siento, pero no puede entrar en esas condiciones.
— No estoy tan mal— respondí, intentando ignorar el hecho de que estaba escurriendo agua.
— Son reglas de vestimenta. A menos de que esté seco, no podrá pisar dentro— reafirmó bajando sus gruesas cejas.
Un creciente enojo se formó en mi interior y estaba por responderle una barbaridad, cuando la voz que conocía desde hace años nos interrumpió.
— No importa, déjelo— rebatió Calí, saliendo del lugar. Vestía un precioso vestido blanco que abrazaba perfectamente su cintura y escondía desde poco encima de su rodilla para arriba. Con cada movimiento que hacía, las ondas de su falda danzaban con ella. Y para torturarme un poco más, dos delgadas tiras de tela pasaban por encima de sus hombros sosteniendo el bonito vestido que seguramente pasó mucho tiempo arreglando.
Se unió a mi lado bajo el techo de la entrada del restaurante y tomó mi mano, para hacer una mirada de espanto.
— Estás heladísimo...

ESTÁS LEYENDO
Nudes boy
RomanceDesconocido 12:32 am Ashley, mandame nudes ;) Yo 12:33 am Te has equivocado de número, amigo. Desconocido 12:35 am Mierda #138 [10/05/16] en romance, sólo imagina que tiene el primer uno, déjame disfrutar ser primer lugar en mi imaginación y seamos...