twenty six;
making fun of me—¿Quién viene a estos lugares a pedir ensalada?
Era la cuarta vez que se preguntaba a sí mismo desde que entramos a McDonalds y vio a dos chicas pedir ensalada. Le pedí que lo olvidara de una buena vez pero parecía pensárselo más y más, sin la esperanza de llegar a una respuesta definitiva.
—Déjalas, les gusta la ensalada—agarré una de mis papas fritas. Él hizo lo mismo.
—No es como si no les gustara, ¿pero por qué en un lugar de grasa?
—El país es libre.
—Si lo fuera saldría de casa todos los días desnudo. Muy libre no lo es, que digamos.
Me reí y casi escupo mi comida. Ian no le tomó importancia y siguió admirando las patatas frente a él y la hamburguesa que ansiaba ser sacada de su envoltura, gritando a los cuatro vientos que su sueño era ser comida. O por lo menos sólo yo la escuchaba hablar.
Después de lo de William decidimos venir aquí y pasar el rato. Él no había hablado del tema y yo tampoco lo saqué a flote, tan sólo nos dedicamos a charlar de cualquier cosa que se nos ocurriera. Aún no hablaba con Lía y tampoco estaba muy segura de qué le diría, mucho menos a Dylan. ¿Él ya lo sabría? ¿Será que siempre lo supo y en ningún momento me dijo? ¿Y si incluso influyó a William en esto? ¿Y si fue su idea?
—Calí, pareces alguien que intenta descubrir un secreto illuminati en su refresco, ¿qué pasa?
Tomé en cuenta su comentario y le presté mejor atención a mi refresco. ¿Y si en verdad tenía un secreto illuminati?
—Podría ser.
—Oye—dijo con media sonrisa dejando d elado su hamburguesa y tomando mi mano. Eso es lo más hermoso y honesto que alguien ha hecho por mí hasta ahora. Segundos después no aguantó y regresó su mano a la comida, como si ésta fuera a llorar si Ian se separaba. Al parecer lo bueno no dura mucho—, no pienses mucho en lo del patán ese, ¿de acuerdo? No vale la pena que te desgastes la cabeza en algo así. Después de esto iremos al parque de diversiones, ¿quieres?
"Obviamente que quiero", quise gritar. Pero no lo hice. En su lugar, sólo asentí y seguí comiendo. Aunque lo negara, si que me había afectado lo ocurrido hace una hora. ¿A quién no? Sí, tal vez empecé con William sin mucho sentimiento pero ahora se sentía diferente. Le había abierto mi corazón el cual abría hasta las diez de la mañana a las ocho, eso era demasiado. Mucho amor. Pero Ian tenía razón, no debía de estar pensando en eso ahí.
Terminando de comer, nos levantamos, pagamos y emprendimos nuestro camino hasta el dichoso parque. Ian me pidió no elegir el juego de los carritos eléctricos, lo había odiado desde el momento en que se vio al espejo y vio un pellizcón en su espalda, uno que por primera vez una chica no lo había provocado. Lo llamé gallina por eso.
Pero acepté al final y decidí por algo ligero, algo que no le cruzaría los cables: la casa de espejos. Aunque su rostro no me mostró mucha emoción, él dijo estar ansioso por entrar y destrozarme al fin. No fue lo que yo vi al estar ya dentro, llamándolo para que se me acercara y que él chocara con su propio reflejo. Lo escuché maldecir más veces de lo que había hecho en los carritos y yo, ya estando afuera, lo esperé. Seguía atorado en el principio, sin saber si era buena idea confiar en el Ian a su lado o en el Ian detrás de él. Tuve que pedirle al hombre dueño de la atracción que me permitiera entrar por mi amigo, lo cuál aceptó.
Ian se alivió al verme al final ahora si frente a él y a un espejo. Lo agarré de la mano burlándome de él y sacándolo por un camino que fácilmente cualquiera encontraría. Bueno, no todos. Estando afuera, prácticamente quiso prenderle fuego a la casa de los espejos pero no se lo permití, amenazándolo con no darle de mi futuro algodón de azúcar. Él a regañadientes guardó su encendedor.
—Así me veo todos los días—comentó hundiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.
—¿Cómo?
—Muchos yo burlándose de mí.
—Pero tú eres genial—le sonreí intentando disimular cuanto me había herido que dijera eso, cuanto me había preocupado que él se sientiera verdaderamente así.
Se mantuvo en silencio mientras seguíamos caminando hasta que se detuvo por completo, dejándome avanzar sola unos metros. Regresé a donde estaba él al darme cuenta que el morocho a mi lado ya no estaba, y lo encontré viendo unos dardos y sus dianas. Había peluches, burbujas, almohadones y mas como premios.
Me miró de reojo y con una arrogante sonrisa preguntó:
—¿Quieres ver en qué si soy genial?
—Hazlo, campeón.
Y así, pagó por tres dardos y los lanzó con tranquilidad. Le atinó al medio de las tres dianas, sorprendiéndome a mí y a la chica que estaba sentada contando el dinero que había ganado en el día. Cuando devolvió los dardos, la muchacha le dio a escoger entre unos peluches, pero Ian se negó y tomó un botecito de burbujas con una etiqueta mal pegada de una caricatura vieja. Se giró hacia mí y lo alzó.
—Gracias...—apenas iba a tomarlo cuando él lo apartó.
—¿De qué hablas? Son mías—juntó sus cejas y me sacó la lengua.
—No creí que te gustaran las burbujas.
—En realidad no. Me gusta él—señaló al dibujo de la etiqueta, un animal que era parecido a una rata rosada con ojos saltones y patas delgadas. Era el perro coraje.
En el camino a casa él estuvo soplando burbujas y yo me ocupaba de tomarlo del brazo al cruzar una calle, impidiendo que alguien lo atropellara mientras él trataba desesperadamente dejar de tener mala suerte con ese aro rosa y por fin conseguir por lo menos una burbuja.
Antes de llegar me dijo que iría a revisar el auto en el taller y después pediría un taxi a casa, por lo que nos despedimos y cuando yo apenas iba a cruzar la calle, él me tomó de la mano y me entregó el bote se burbujas. "Cuida a Coraje" fue lo único que dijo antes de sonreír y darse media vuelta. Bajé la mirada hasta ver al perro con sus ojos redondos y tuve la sonrisa más grande de todo el día en mi cara.
Al llegar saludé a mi madre y decidí no contarle lo ocurrido con William, tal vez lo haría al siguiente día o hasta que me sintiera segura y no apenada. Me cambié y me tiré en la cama, preguntándome en todo momento que pasaría el lunes en la escuela. Seguramente tendría que ver a William. Tendría que explicarle a Lía todo. Tendría que aguantar la mirada de Lily encima de mí.
Me giré y aplasté mi cara en la almohada. Definitivamente no me esperaba nada de lo que pasó ese día.
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Nudes boy
RomanceDesconocido 12:32 am Ashley, mandame nudes ;) Yo 12:33 am Te has equivocado de número, amigo. Desconocido 12:35 am Mierda #138 [10/05/16] en romance, sólo imagina que tiene el primer uno, déjame disfrutar ser primer lugar en mi imaginación y seamos...