Twelve;
why...?—¿Segura?—volvió a preguntar. Rodé los ojos.
—No puedo acompañarte mañana, Lía—respondí por quinta vez—. Tengo planeado algo.
Me dio el sermón de que si se enteraba que mentía, cancelaría su cena y vendría a gritarme en la cara. Reí y prometí hablar en serio. O por lo menos, intentar no mentir.
Después de colgar, me preparé mentalmente. Eran las ocho de la noche, así que creía fielmente a que él vería mi mensaje.
Yo
08:02 pm
Hola. Te pido que vayas mañana a primera hora en el parque Klyde Warren. Tengo que hablar contigo.Lo leí incontables veces y después lo mandé. Apreté mis labios y luego suspiré. Dejé el celular en el buró y me metí en la cama. Era bastante temprano como para dormir, pero no quería ver el celular.
Hace una semana que lo vi en el cine y después, pensé que todo volvería a la normalidad. Hablaríamos y nos reiríamos de cualquier estupidez. Pero él solamente me ignoró, ni siquiera respondió a mi anterior mensaje.
Quería saber qué le pasaba. Si había dicho algo que le incomodó o cualquier pista para entender porqué me ignoraba.
Y la verdad, es que lo extrañaba. Antes mi vida era una rutina, Lía y Dylan, nada más. La mayoría del tiempo no podía ver a mamá, y al no ser una chica de fiestas, la pasaba en casa totalmente aburrida. Desde que Ian me mandó el mensaje de los nudes, todo cambió. Y me refiero a todo, fue la primera vez que de verdad quise hablar con alguien por horas.
Sin embargo, estaba William. Últimamente quería pasar más tiempo conmigo, y no me molestaba en nada, pero sentía que él quería algo que yo no.
Decidí jugar juegos online en mi portátil para ganar un poco de sueño. Escogí un juego que se trataba de saltar plataformas.
///
Jugué con un mechón de mi cabello. Me sentía muy nerviosa, se notaba por el movimiento de la suela de mi zapato contra el asfalto. Me encontraba sentada en una banca debajo de un árbol. Veía pasar las familias sonrientes, pero ni una señal de Ian.
Eran las diez, y me parecía que no iba a llegar. Con un largo suspiro, me levanté del asiento y acomodé mi suéter color crema. Iba a caminar directo a un lugar donde vendían helado, cuando escuché algo. Más bien, a alguien.
—¡Calí!
Era él. Indiscutiblemente era él. Su voz podría sonar a mil metros de distancia y aún así podría reconocerla, porque después de todo... era mi voz favorita.
Miré sobre mi hombro y lo vi. Su cabello se escondía debajo de un gorro de lana negro. Tenía puesta la chaqueta café que le vi en la feria, junto con un pantalón de mezclilla azul oscuro. Miraba a todos lados buscándome.
—Disculpe, ¿ha visto a una chica baja, cabello café y... no lo sé, adorable y tierna? Tiene diecisiete, aunque parece de catorce—le preguntó a una señora que acompañaba a una niña pequeña.
Me reí por lo bajo y seguí observándolo, sin darle alguna señal de que yo estaba allí. La señora negó y volvió a darle toda su atención a la niña. Ian bufó y agradeció con una pequeña sonrisa, después giró su cabeza y nuestros ojos se conectaron.
Una sonrisa se dibujó en mis labios sin darme cuenta, y él también lo hizo. Era una sonrisa tan bonita. Corrió hasta quedar a mi lado y nos mantuvimos en silencio, sin saber qué decir.
—Hola—murmuré en su dirección.
—Hola—saludó de igual forma—. Dime que no viste eso...—señaló hacia atrás disimuladamente a la anciana.
Apreté mis labios y asentí, después reí.
—¿Parezco de catorce?
—Algo así—se encogió de hombros—. Pero sigues siendo linda.
Sonreí. Estar al lado de Ian y hablar como si nada hubiese pasado me habría parecido una situación fantástica. Pero ese no era el caso. Lo había citado por algo, y tenía que decírselo; más bien, preguntárselo.
Ambos comenzamos a caminar uno al lado del otro. Justamente en ese preciso momento, todas las parejas del país habían decidido caminar por nuestros lados agarrados de la mano o dándose besos. Podía sentir la incomodidad de Ian irradiándola a través de su piel.
Igual la mía.
—¿Quieres un helado?—pregunté cuando estuvimos a punto de pasar de largo la pequeña nevería.
Negó y después agradeció. No le tomé mucha importancia así que pedí el mío, de galleta. Cuando la muchacha me lo entregó, le pagué y le dije que se quedara con el cambio. Llegué al lado de Ian nuevamente y comenzamos a caminar otras vez, sin rumbo.
—¿Querías hablar de algo o...?—dejó que su voz se la llevara el viento.
Mordí mi labio. Desde que tenía memoria, al comer algo helado, mis labios perdían la sensibilidad, al igual que mis dedos. Éstos se hinchaban como salchichas y se pintaban de rojo, era algo que me molestaba; pero no por eso dejaría el helado.
Estaba nerviosa, más que eso, estaba temblando. ¿Cómo se lo diría? En primer lugar, ¿por qué?
Tomé aire y lo detuve, sosteniéndolo de su brazo. Dejé mi helado por un momento, bajando la mano. Ian me miraba curioso, con esos preciosos ojos marrones fijados en mi rostro. No me incomodaba su mirada, como lo era con todos los demás, en cambio, pareciera que podríamos vernos fijamente por horas y jamás me cansaría.
Repasé la pregunta en mi cabeza una y otra vez, hasta que por fin tuve el valor de abrir la boca y ansiar aún más a Ian.
—¿Por qué me ignoras?
Eso fue fácil.
Ian parpadeó reiteradas veces y desvió la mirada.
Se lo había querido preguntar a la cara, saber el porqué ya no me respondía. Quería saber la razón detrás de porqué él ya no me mandaba mensajes en la madrugada sólo para saber cómo estaba o si ya estaba dormida. Sus mensajes a mitad de clase, inclusive las llamadas que me hacía cuando él sabía que veía el maratón de mi serie favorita.
Lo extrañaba. Pero eso no quería él lo supiera.
Pero por el rostro que había puesto, parecía estar luchando internamente para decírmelo.

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Nudes boy
RomanceDesconocido 12:32 am Ashley, mandame nudes ;) Yo 12:33 am Te has equivocado de número, amigo. Desconocido 12:35 am Mierda #138 [10/05/16] en romance, sólo imagina que tiene el primer uno, déjame disfrutar ser primer lugar en mi imaginación y seamos...