twenty five;
we are even
—Dime qué pasó.No quería. Si hablaba sobre ello, sobre lo que estaba pensando, sería imposible después parar. Negué con la cabeza y me quité el cabello de la cara, poniendo un mechón detrás de mi oreja. De manera rápida para que Ian no se diese cuenta, miré atrás creyendo que Will habría oído de mi fugaz visita y estaría buscándome. Pero no había nadie atrás. Y no sé si eso me hizo sentir peor o mejor.
Sentí las calientes manos de Ian en mis mejillas, luego alzó mi rostro para verlo.
—¿Qué pasó, Calí?—bajó su voz en un susurro.
Claro que luego de que estuviera preguntando y preguntando tantas veces, le dije por fin lo que había pasado comenzando a molestarme. Después, fui yo la que estuvo persiguiendo a Ian y jalándolo del brazo tratando de evitar que fuera hasta Will.
—¡Ni siquiera sabes dónde vive!—mascullé utilizando todas mis fuerzas empujando su pecho para detenerlo.
—Tú no quieres hablar con él, pero yo sí.
—¡Después hablaremos! Sólo detente, ¡para!
—Podría tocar a cada casa hasta que él saliera.
—¡Vas a molestar a los vecinos!
—¿Sabes qué?—se detuvo y sacó su celular, marcó unos números y luego lo llevó a su oído.
—¿Qué haces?
—Hey, Pat... No, el auto está siendo reparado. Oye, ¿me harías un favor, amigo? Se trata de un chico que se ofreció a darme un buen par de llantas... Sí, es William. Lo he visto varias veces en las carreras... Es que no sé su número y tampoco dónde diablos vive...—soltó una risa, una fingida—Uno rubio, sí, es él.
—Ian—dije por lo bajo—, ¿qué estás haciendo?
—Gracias, Pat. No te preocupes, le agradeceré en persona.
Colgó y dándome un último vistazo, avanzó.
Me quedé en mi lugar procesando lo que había pasado y luego, corrí detrás de él dándome cuenta de que: ya sabía dónde Will vivía. Dio vuelta a la calle y se acercó a la gran casa donde había estado esa chica abriéndome la puerta. No quería que Ian se entrometiera. En realidad, no quería estar cerca de William para nada, pero no podía dejar que ese pelinegro se metiera en un lío. Cuando lo jalé de su camiseta, él ya había tocado a la puerta.
Me colgué de su brazo intentando que me viera.
—Vámonos, por favor.
—Después de que esto acabe, iré contigo. Ve a casa, Calí.
—Pero yo no quiero que tú...
Impidiendo que terminara de hablar, la puerta se abrió. Sentí mis músculos tensarse y no me di a la valentía de girar la cabeza para ver quién se encontraba ahí.
Tampoco miré el rostro de Ian. No quería leer en sus ojos lo que él estaba viendo.
Pero no fue suficiente con que no viera, de hecho, escuché lo peor que pude haber escuchado alguna vez. Lo que había estado rezando para que no llegara a mis oídos. Mi corazón latió tan fuerte y rápido que me dolió el pecho y por un momento me faltó aire. Me estaba sintiendo muy enferma.
—Entonces, ¿la niña sufre y siempre recurre a ti?
Era él. ¿Por qué tenía que ser él?
—Olivia me contó que veniste—añadió—. Supongo que ya sabes porqué ella estaba aquí, ¿no? No te preocupes, bonita, ya estamos a mano.
Sin pensarlo, volqué mis ojos hasta verlo. Se encontraba d epie recargándose en la puerta con una camiseta gris arrugada y un pantalón holgado, parecía una pijama. O lo que hubiera tirado al suelo como ropa sucia. Pero su rostro era lo diferente. Ya no estaba más esa cara ingenua, ya no estaba su sonrisa adorable y sus ojos brillantes. Tan sólo quedaba un atisbo de ironía y burla, la sombra de una sonrisa de lado y sus ojos punzantes. Ese no era William. No es el que yo conocí.
—¿A mano?—pregunté sin entender.
—¿Crees que no sabía que estabas revolcándote en las sábanas de este corredor? Oh, tan pura la chica, tan inocente que es Calí. He de confesar que por un breve momento me convenciste, de hecho, me habías cambiado. Todo lo que había hecho con Caitlin quedaba en el pasado.
—No entiendo...
—Lo entiendes. A final de cuentas, Caitlin no fue la única que estuvo levantándose la falda. De hecho, tú lo hiciste muy rápido, ¿no?
Mis ojos ardieron. ¿De qué estaba hablando? ¿Por qué me lastimaba así?
No me dio tiempo suficiente para llorar, porque Ian ya había entrado a la casa dando zancadas y tomándole de la camisa. Lo fue empujando hasta que Will chocó su espalda con el espejo detrás de él. Los pedazos del cristal cayeron e hicieron un estruendo, logrando asustarme. Pasó tan rápido que no me moví de mi lugar para ir a separarlos.
Will tenía sus manos alrededor de los brazos de Ian, pero el pelinegro no parecía que iba a soltarlo.
—Vuelve a decirle eso... Es más, vuelve a respirar cerca de ella y en lugar de querer que te lleve a un hospital, desearás que te hubiese mandado de una vez al ataúd.
—Demuéstralo.
Esa palabra bastó para que Ian levantara su puño y lo tuviera listo para un impacto que seguramente acabaría la tierra como una bomba nuclear.
—¡Ian!—le grité para que se detuviera.
Paró.
—No te acerques de nuevo a ella o a mí, por tu buena salud.
Y cuando creí que lo había soltado para acabar todo, le propinó un puñetazo en la quijada mandándolo al suelo y chocando con los pedazos de vidrio que allí descansaban. Sin asegurarse de que estuviera bien, caminó en mi dirección y estando afuera, me tomó de la mano con una increíble gentileza que no creí que tuviera en ese segundo y me llevó con él.
Caminamos por la banqueta en silencio. Bueno, lo era hasta que yo hablé.
—¿Qué fue eso?
—Mi agradecimiento por un par de llantas—me guiñó un ojo y sonrió.
Su sonrisa me contagió, y apreté su mano con la mía. Él hizo lo mismo.
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Nudes boy
RomanceDesconocido 12:32 am Ashley, mandame nudes ;) Yo 12:33 am Te has equivocado de número, amigo. Desconocido 12:35 am Mierda #138 [10/05/16] en romance, sólo imagina que tiene el primer uno, déjame disfrutar ser primer lugar en mi imaginación y seamos...