sixteen; black heart

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Sixteen;
black heart


El agarre de mi mano con la de Will habría sido suficiente para mantenerme anonada, ya que adoraba cuando él cogía mi mano. Lo hubiera estado, sino fuera por el bar frente a nosotros.

¿Alguna vez han visto de esos bares en las caricaturas que tienen motos fuera y hombres gigantes con tatuajes y fumando, con una mirada asesina?

Pues así era. Exactamente así. Sólo que mi novio no parecía darse cuenta (suena bonito llamarlo así).

Ambos entramos, yo con la mirada abajo temblando de pies a cabeza. Will buscó a sus amigos y en cuánto los encontró, fuimos a sentarnos con ellos. Ahí estaba Key, con su enorme sonrisa. Nos saludamos y me sentí aliviada de por lo menos reconocer a alguien. Había otro chico, llamado Justin, pero era más callado.

—Oye, Will—le llamó Key abriendo su lata de cerveza—, escuché que hoy corre Black.

El rubio a mi lado dio un respingo—¿Black? ¿Después de... un año entero de no correr?

Key se encogió de hombros, entendiendo la reacción de su amigo—Lo mismo me pregunté. Al parecer le ocurrió algo, nadie sabe qué pero está muy furioso. Ni siquiera sus amigos saben qué le ocurre.

Me sentía como cuando uno entra a ver la película cuando ya está a la mitad. Tiene que preguntar de qué trata o que ha pasado, sí o sí.

—¿Quién es Black?

Los tres giraron a verme con las cejas arriba y la boca abierta.

Vale, eso no me lo esperaba.

—Black es el mejor corredor que conozco—respondió Will—, no creo que haya alguien que lo venza.

—Es sólo un chico con un auto, ha estado en las carreras de aquí durante mucho tiempo—aclaró el moreno—; pero se supone que las había dejado hace un año. No sé qué pasó para que volviera.

Junté mis manos en mi regazo, por debajo de la mesa. De pronto había sentido una fría brisa. Me arrepentí de llevar ese estúpido vestido lila, y más por el propósito: quería impresionar a Will.

Le di un sorbo a mi bebida y traté de actuar lo más natural posible.

—Y Black... ¿Tiene nombre o sólo se hace llamar como un color?—cuestioné riéndome.

Key hizo una mueca y se cruzó de brazos, pensando. Supuse que ese apodo de Black ya llevaba un buen tiempo.

—No estoy seguro, pero creo que se llama...

De pronto, un muchacho entró al bar azotando la puerta y sobresaltando a todos dentro. Respiraba entrecortadamente, con gotas de sudor en su frente y recargándose del marco para no caerse. Levantó sus brazos en el aire y gritó:

—¡Ya va a empezar la carrera! ¡Black contra El Cuervo!

Antes de que pudiera decir algo, todos en el bar se levantaron y corrieron fuera. Will me tomó de la mano y jaló de ella, con Key a mi lado. Traté de igualarles el paso, pero pareciera que mis pies apenas y tocaban el suelo.

Salimos del lugar y cruzamos la calle, caminando a paso apresurado hasta llegar a una que estaba más desolada de autos, porque de gente estaba repleta.

Había personas en la acera y en el asfalto, unas muchachas cubiertas muy apenas con poca tema y hombres enormes fumando lo que les llevaría a la muerte. Will puso un brazo encima de mi hombro, y por el temblor que me recorrió por un segundo me di cuenta de algo: tenía miedo. Y lo entendía, si yo fuera el hombre en la relación me asustaría llevar a la novia a un sitio así.

Pero, vamos, es Will. Y yo soy Calí.

¿Qué esperaban?

—¿Qué esperamos?—grité encima del ruido que hacia la gente a nuestro alrededor.

Will se acercó a mi oído—A que lleguen los corredores.

Y justo después de haberlo dicho, se escuchó el rugido de un auto. El motor era tan ruidoso como un elefante, acercándose peligrosamente hasta quedar entre la gente. Su pintura era peculiar, de un color verde con rayos rojos pintados a los costados.

Del auto, bajó un chico. Saludó a todos con una media sonrisa y moviendo su cabello rojizo en el aire. Fruncí el ceño. No parecía tener más de veinte años.

Supuse que él era El Cuervo, ya que todos gritaban a coro ese nombre. Y él lo recibía con gusto. Fue entonces que llegó el siguiente. Con un grácil y elegante movimiento de llantas, un auto totalmente negro se estacionó al lado del verde, haciéndolo quedar en ridículo. Ahora entendía porqué lo llamaban Black, pareciera que no había ningún otro color excepto ese.

Will y Key estaban extasiados de emoción, mirando la escena con ojos desorbitados. Quizá era mucha adrenalina, pero yo estaba bien con Netflix en cama. Eso era suficiente para mí.

La puerta del auto negro se abrió, y bajó el conductor. Fue entonces que comprendí la heladez en mi piel, el temblor en mis huesos y la desconexión con mi cerebro.

Por supuesto, mundo, no podía ser otra persona.

Quien era Black, se trataba de Ian.

Con su cabello negro, bajó y miró a todos con indiferencia. Tenía puesta una chamarra de cuero, una camiseta verde oscuro y sus pantalones azul rasgados. Puso sus ojos en blanco al ver lo bien que El Cuervo se encontraba con la gente, él en cambio se limitaba a mirar entre la multitud.

No entiendo como lo hacemos, no le encuentro una respuesta lógica; pero pareciera que nuestras miradas son imanes. Implorando por juntarlas siempre que estamos cerca, pidiendo a gritos que nuestros ojos conecten. Y eso pasó, sus enormes ojos hallaron los míos y yo no pude apartar la mirada para nada.

No importase que delante de mí estuviera un grandulón, o frente a él otro, nuestras miradas luchaban por seguir conectadas.

Seguro conoces ese momento en que pierdes la noción del tiempo, comienzas a pensar en cosas irrelevantes o decisiones importantes en tu vida; y sin darte cuenta, mantienes la vista fija encima de alguien. Cuando haces consciencia, te disculpas con esa persona por estarlo viendo de una manera penetrante aún cuando tú ni siquiera le prestabas atención.

Eso me pasaba.

Yo no tenía control en lo que hacía, estaba tan concentrada en su rostro que no sentí mis pies moverse. Cada paso que daba, los cálidos brazos de Will alejándose de mi cuerpo, yo acercándome a Ian y él igual de desorientado que yo.

Hasta que estuve frente a él, ignorando los gritos de la multitud y el coro que hacían "Black, Black, Black".

No entiendo con qué fuerza lo hice. No sé porque no pensé en las consecuencias. No comprendo como pude ser tan idiota.

Pero lo hecho, hecho estaba. Yo le había dado una bofetada frente a un montón de personas. Y sólo en esos segundos, hubo silencio.

Nudes boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora