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El eco de los disparos llenó el lujoso salón y fue rápidamente acompañado por el sonido de los gritos de los asistentes a la exclusiva fiesta, los cuales huían en manada por todas las salidas disponibles.

Alicia, Raquel y Marie colocaron sus armas junto a sus equipos y se dirigieron a la planta baja a toda velocidad.

Al hacerlo no pudieron evitar ver cómo aquella mujer a la que Marie Lavelle había señalado como la hija del presidente de Lyon acababa con cuatro hombres a punta de pistola tras luchar en combate cuerpo a cuerpo con ellos y dejarlos a todos en el suelo. Al fijarse bien, Alicia pudo ver que se trataba de los cuatro jefes de aquella mafia a los cuales habían ido a buscar.

—¿Haciéndonos el trabajo Victory? —preguntó Marie.
—Ya sabes cómo soy. Además no se os veía muy alerta. Los de arriba no se fiaban. Han mandado a los grandes a desentrañar la red de tráfico, ahora que estos están muertos será más sencillo. Qui sont elles?
—Raquel —dijo esta extendiendo su mano. —Raquel Murillo. Subinspectora de inteligencia criminal.
—Et toi? —preguntó Victory mirando a Alicia.
—Alicia Sierra. Subinspectora de Europol España. ¿Y tú quién eres?
—Victory Lefèvre. Agente de las fuerzas especiales secretas de la Interpol.
—Les faltó una "a" a tus padres al final de tu nombre —declaró Alicia.
—Los españoles siempre tan graciosos —afirmó Victory con tono irónico.
—Creí que este caso no era tan importante como para meter a interpol —declaró Marie.
—Se han descubierto muchas cosas. Parece que está más enredado de lo que creían. De cualquier modo ellos se ocuparán. Mi labor aquí ya ha terminado. Te seré sincera me mandan a vigilaros. Desentrañasteis un robo que tenía en jaque a todo el país. Algunos creen que estáis relacionadas con los ladrones. Vengo para demostrar que no es así. Las españolas tendrán que quedarse un tiempo.
—Chupi —dijo Alicia con su característica ironía.
—¿Podemos facilitarte algún dato? —preguntó Raquel.
—No. Los tengo todos. Me han instruido.
—¿Te han mandado sola? —preguntó Marie.
—Mi compañero es ese que acaba de caer del segundo piso sobre el minibar. Venga novato. Nos vamos —declaró Victory saliendo del lugar.

Las tres mujeres la siguieron y juntas se dirigieron a la sede de la comisaria Marie Lavelle. De la unidad contra el crimen organizado.

—¿Cuál es el plan? —preguntó Vlad, compañero de Victory.
—No te metas en mi camino, no atrases mi progreso y no me molestes. Y tráeme un café —ordenó Victory haciendo que esté se marchara y entrando al despacho de Marie.

—¿Entonces? —preguntó Alicia.
—A ver. Os lo preguntaré directamente. Estoy cansada he acabado con cuatro tíos, me han golpeado y me lanzaron sobre una mesa a si que... ¿tuvisteis algo que ver? —preguntó Victory.
—Victory... —trató de decir Marie.
—No te ofendas Marie... J'ai confiance en toi. Je ne les connais pas.
—Te entiendo Victory...
—Pues yo no —interrumpió Alicia. —¿Te importa hablar en español? Es de mala educación.
—Que graciosa, de nuevo —dijo Victory con una seriedad absoluta. —¿Entonces?
—¿Pero tú crees que somos imbéciles? —preguntó Alicia.
—¿Quieres que responda? —preguntó Victory.
—¿Por qué no nos calmamos? —añadió Raquel. —Puedes investigar lo que quieras. Te facilitaremos datos para poder irnos lo antes posible. No estamos relacionadas con el caso y si podemos aportar algo lo haremos con gusto.
—Gracias —dijo Victory. —Ah mi café. Menos mal. Vlad puedes irte ve a descansar. Te llamaré si te necesito. Ten el móvil localizable —añadió al ver entrar a su compañero con el café. —Vuestra presencia aquí genera muchas preguntas —dijo Victory con un tono penetrante. — Que no se os olvide. Deberán permanecer en París hasta que aclaremos esta situación.

Alicia frunció el ceño, sin ocultar su frustración.
—¿Y qué se supone que haremos aquí? ¿Esperar a que decidan si somos culpables o no?

Raquel, más diplomática, intervino.
—Colaborar en la investigación, demostrar que estamos del lado correcto. No tenemos nada que ocultar.
—Marie, ¿no podrías interceder por nosotras? —preguntó Alicia, mirando a la subinspectora francesa.

Marie, manteniendo la compostura, respondió:
—Es una situación delicada, pero creo que la mejor manera de abordar esto es trabajar juntas. Podemos demostrar nuestra y sobre todo vuestra inocencia más fácilmente colaborando que resistiéndonos.

Alicia cruzó los brazos, escéptica, mientras Victory observaba con detenimiento. Marie, decidida a cambiar el ambiente, sugirió:
—Tal vez deberíamos dejar las tensiones a un lado por ahora. ¿Qué les parece si salimos a cenar las cuatro y discutimos cómo enfrentar esta situación?

Aunque Victory y Alicia no estaban entusiasmadas con la idea, Raquel asintió con una sonrisa.
—Es una excelente propuesta. Conocernos mejor puede ayudar a trabajar de manera más efectiva. ¿Qué opinan?
—Ni hablar —dijo Victory.
—Por una vez estamos de acuerdo en algo —asintió Alicia.
—Oh vamos ¿ya no te diviertes Sierra? ¿Cuándo te has vuelto tan estirada? —molestó Raquel a Alicia.
—Victory... —dijo Marie.

Después de un breve momento de duda, Alicia cedió.
—Está bien, pero quiero respuestas claras después. Sobre todo el porqué nos incriminan en algo que destapamos nosotras.

Victory, con gesto serio, aceptó.
—Estoy dispuesta a cenar, pero no se equivoquen, esto no cambia nada.

La noche se sumió en la oscuridad mientras las cuatro mujeres se dirigían a un restaurante elegante. El aire se llenó de tensiones no dichas, pero Raquel y Marie intentaron aligerar el ambiente con conversaciones casuales. Sin embargo, el tema principal seguía flotando en el aire.

Sentadas alrededor de la mesa, los destellos de las velas iluminaban sus rostros. Marie propuso un brindis por la colaboración futura, tratando de suavizar la tensión. Victory y Alicia, aún desconfiadas, chocaron sus copas con reticencia.

Durante la cena, Raquel trató de romper el hielo compartiendo anécdotas humorísticas, mientras Marie intentaba encontrar puntos en común entre ellas. Victory, reservada, observaba con cautela. A medida que la velada avanzaba, las tensiones comenzaron a ceder lentamente.

Al final de la cena, Alicia suspiró, relajándose un poco.
—Bueno, al menos no ha sido tan malo como pensaba.

Victory asintió, aunque su expresión seguía siendo seria.
—No cantes victoria aún —dijo Victory.
—Victory tienes una intuición de hierro. No estarías tomando copas aquí de no estar segura de que ninguna de nosotras tiene nada que ver con el robo.
—Marie no es el mejor momento —dijo Victory.
—Estas inspectoras ocupan altos cargos y sé a ciencia cierta que no estaban metidas en eso. Incluso si los ladrones eran españoles.

Raquel sonrió, sintiendo que quizás, a pesar de todo, podrían encontrar una solución a esta situación complicada.

MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora