Fin

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—¿Estás nerviosa? —preguntó Victory mientras conducía al Palacio del Elíseo.
—Voy a conocer al presidente de Francia —declaró Alicia. —A decirle que es abuelo y que soy la mujer a la cual otorgó inmunidad diplomática gracias a su hija. ¿Por qué estaría nerviosa?
—Hace más de tres meses que apuntamos a Victoria con mi apellido también. Tengo que contárselo.
—¿Le hará gracia que haya una nueva Lefèvre? Conociendo las circunstancias de...
—Su opinión me trae sin cuidado. Pero es mi padre. Tiene derecho a saberlo. Tranquila. Os llevaréis bien.
—Ni si quiera nos has presentado formalmente y me voy a presentar con un bebé diciéndole que me has hecho parte de la familia. Seguro que se lo toma de locos.
—Ali, relájate. No te pega ese nerviosismo inconmensurado. Él quiere que sea feliz y Victoria y tú me hacéis muy feliz.
—Y Comisario —recalcó Alicia.
—Y Comisario, por supuesto —sonrió Victory. —Pero a Comisario no lo va a conocer hoy.

Victory aparcó en el parking para miembros del gobierno y se bajó para posteriormente coger a Victoria.

Alicia bajó del coche con manos temblorosas y miró a Victory a través de sus gafas de sol. Incluso de ese modo Victory pudo ver el nerviosismo en sus ojos.

—Oye, tranquila —dijo la castaña. —Quiere conocerte. Te ha visto en noticieros y en fotos y siente mucha curiosidad.
—No me ayudas —declaró Alicia haciendo reír a Victory.

La castaña rodó los ojos y entró mientras sostenía a Victoria y teñí su mano enganchada en el brazo de Alicia. La francesa soltó a la pelirroja para subir las escaleras y se dirigió a la sala donde se encontraba su padre.

Tras dos toques en la puerta. El mayordomo abrió.

—Dubois —saludó Victory a Jacques Dubois. El que había sido mayordomo de la familia durante toda su vida.
—Victory Lefèvre —saludó él con una sonrisa. —Quel plaisir de vous voir ! —sonrió.
—El placer de volver a verle es mío, Dubois. Ella es Alicia, te he hablado de ella.
—Encantada —dijo Alicia extendiendo su mano a lo que Dubois miró con rareza pero posteriormente se la estrechó.
—Supongo que esta es la pequeña Victoria —dijo el mayordomo con una sonrisa haciendo una mueca que hizo reír a Victoria.
—Así es —sonrió Victory.
—Siempre quise verla siendo madre. Le queda bien —declaró él.
—Gracias Dubois.
—Su padre la espera, está en el balcón.
—Gracias.

Victory sonrió y tiró de Alicia hacia dentro.

—¿Por qué me ha mirado tan raro? —preguntó la pelirroja.
—Es que entre miembros de la alta sociedad no es norma general saludando estrechando la mano. Normalmente nos damos dos besos o hacemos un gesto con la cabeza.
—Como los españoles —declaró Alicia.
—Ajá, lo de la mano es algo más informal.
—Vamos, que no toque al presi —bromeó Alicia haciendo reír a Victory mientras avanzaban.

—Papá —dijo la castaña viéndolo de espaldas en el balcón. Victory entregó a Victoria a Alicia para andar hasta su padre.
—Hola princesa —dijo su padre girándose y avanzando hasta ella para abrazarla con fuerza. —¿Cómo va todo?
—Bien papá. Ella es Alicia. Te he hablado de ella.
—La mujer que encontró a hombre más buscado de Europa y puso en jaque al gobierno español.
—La misma —sonrió Alicia forzadamente.

El presidente se acercó y le dio dos besos.

—Es un placer conocerla al fin.
—Lo mismo digo —dijo Alicia.
—Papá, ella es Victoria y... Bueno. Eres abuelo. Sorpresa —declaró Victory colocándose junto a Alicia.

La cara del presidente cambió varias veces de gesto en menos de un minuto. Pasando por la incredulidad a la sorpresa y siguiendo por la emoción.

—Pero, ¿cuándo ha pasado? —preguntó él.
—Es una larga historia —declaró Victory.
—Pero es Victoria Lefèvre Sierra —sonrió Alicia.
—Pues felicidades —dijo el presidente abrazando a Alicia y a Victory a la vez. Sorprendiendo a la pelirroja. —¿Puedo cogerla?
—Claro —sonrió Alicia entregándole a Victoria.
—Que callado te lo tenías —declaró el presidente mientras sonreía a la bebé.
—Es que han pasado muchas cosas.
—¿Que opina? —preguntó Alicia rebosante en nerviosismo.
—Que si tienes una hija con mi hija no deberías tratarme de usted —bromeó él. —Me alegro mucho. Me habría gustado asistir al parto.
—Sí, veras papá, el parto fue algo...
—Caótico —declaró Alicia mirando a Victory y haciendo que ambas rieran.
—Alicia, cuida a mi hija. Va de chica dura, Fuerzas Armadas, secretas, especiales... Pero necesita mucho amor.
—Papá... —se quejó Victory.
—Y pídele matrimonio. Que cuanto antes os caséis mejor.
—Papá, no la agobies.
—¿Qué? Si es parte de la familia tiene que ser oficial. Dime, Alicia. ¿Cómo piensas pedirme la mano de mi hija?
—¿Qué? —preguntó Alicia.
—¿Qué me ofreces? Tienes que convencerme —declaró él con tono serio descolocando a Alicia.
—Se está cachondeando de ti —rió Victory.
—Pero no se lo digas —se quejó su padre riendo también.
—Ali, tranquila —declaró la castaña abrazándola.

A medida que el día avanzó las tensiones se calmaron notoriamente y Alicia agradeció enormemente que Victory disfrutara de una relación tan cercana y llevadera con su padre. Además de que este haya aceptado a Victoria como su nieta.

Esa noche las tres se quedaron en el palacio Elíseo disfrutando de una velada digna de la aristocracia y posteriormente Victory y Alicia pudieron disfrutar de su propia velada privada.

—Te dije que iría bien —declaró Victory sobre el pecho de Alicia.
—Me lo esperaba peor —confesó Alicia.
—Pues te adora, y a Victoria. Siempre quiso nietos. Quería muchos.
—Yo por ahora con una voy bien —rió Alicia.
—Y yo. Pero ¿No te gustaría que Victoria tuviera un hermano o hermana?
—Me encantaría pero no sé yo si volvería a pasar por un embarazo.
—Pero no tienes que hacerlo. Lo puedo hacer yo... A mí me encantaría tener otro... Así si nos pasara algo se tendrían entre ellos. Aún no, pero dentro de unos años quizá.
—Lo quiero todo contigo Victory Lefèvre. A si que lo que propongas me vendrá bien mientras sea a tu lado.
—Yo también Alicia Sierra, yo también —declaró Victory besando a la pelirroja.

MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora