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La luz tenue del amanecer se filtraba por las cortinas, iluminando la habitación de manera suave. Victory abrió los ojos lentamente, sintiéndose reconfortada por la calidez que la envolvía. Giró la cabeza ligeramente y, al hacerlo, se encontró con la vista de la espalda desnuda de Alicia a su lado.

Alicia, ajena a la observación de Victory, seguía sumida en un sueño tranquilo. Sus cabellos cobrizos se esparcían en desorden sobre la almohada, y la suavidad de su piel quedaba expuesta en la tenue luz del amanecer. Victory, quedándose unos instantes disfrutando de la escena, decidió no resistir la tentación de acercarse más.

Se movió con cuidado para no despertar a Alicia, acercándose sigilosamente hasta quedar a su lado. La respiración tranquila de la subinspectora resonaba en la habitación, creando una melodía hipnotizante. Victory, sin poder resistirse, dejó que sus dedos trazaran suavemente los contornos de la espalda de Alicia, sintiendo la tibieza de su piel bajo sus yemas.

—¿Qué estás haciendo, detective?

La voz somnolienta de Alicia rompió el silencio, y Victory, ligeramente sorprendida, sonrió.

—Solo disfrutando del amanecer y de la vista —susurró Victory.

Alicia, con un ligero gruñido, se giró quedando boca arriba, mostrando ahora su perfil a Victory. La sábana apenas cubría su figura, dejando al descubierto la curva de su cadera.

—¿Y qué te parece la vista? —preguntó Alicia con una sonrisa.
—Bastante impresionante, debo decir —dijo con una mirada pícara.
—Siempre tan sutil, detective.

Victory, ahora más relajada, se apoyó en un codo y continuó admirando a Alicia.

—¿Cómo te sientes? —preguntó la castaña.
—Como si hubiera dormido diez horas seguidas.
—Probablemente sea porque hemos dormido diez horas seguidas...
—¿Y tú? —interrogó la pelirroja.
—Igual. Dormir a tu lado tiene un efecto curioso en mí.
—¿Me está haciendo un cumplido, detective?
—Tal vez. ¿Te molesta?
—No, detective, no me molesta en absoluto —aclaró Alicia con tono juguetón. —¿Y bien? ¿Qué más tienes planeado para este amanecer?

Victory, aprovechando el ambiente juguetón, se acercó más a Alicia, acariciando su mejilla con suavidad.

—Eso, subinspectora, es algo que aún está por descubrir.

Alicia, con una mirada desafiante, se incorporó ligeramente y capturó los labios de Victory en un beso apasionado.

El beso entre Victory y Alicia prolongó la complicidad que compartían, y ambas mujeres se sumieron en la calidez del momento. Después de un instante que pareció eterno, se separaron, aunque sus miradas seguían comunicándose más allá de las palabras.

Alicia rió y bromeó:

—Debería empezar a facturar por estos servicios.

La risa compartida llenó la habitación, disipando cualquier atisbo de tensión. Pero Victory, decidida a profundizar su conexión con Alicia, adoptó un tono más serio.

—Hablando en serio, Alicia, ¿hacia dónde crees que se dirige esto entre nosotras?

Alicia, apoyándose en el codo, reflexionó por un momento antes de responder.

—No tengo una jodida idea, Victory. Pero no quiero que se termine.
—Yo tampoco quiero que termine. Pero sé que ambas tenemos nuestros miedos, nuestras vidas...
—A veces siento que estoy destinada a estropearlo todo —se quejó Alicia.
—No creo que puedas estropear nada, Alicia... Puedes contarme lo que necesites. Estaré ahí ora escucharte.
—Tú y tus promesas de detective. Pero... ¿y si no soy yo lo que necesitas?
—No hay nadie más que necesite. Eres tú, Alicia.

La intensidad del momento no pasó desapercibida, y ambas mujeres se miraron profundamente, reconociendo la vulnerabilidad que compartían.

—¿Alguna vez pensaste que podríamos terminar aquí? —preguntó la pelirroja.
—Siempre sentí algo más allá. Aunque no estaba segura de si se desarrollaría. Pero estoy agradecida de que lo hayamos hecho.
—Yo también.
—Alicia... Quiero ser clara respecto a nosotras. No quiero que te acuestes con otras personas.

Alicia, sorprendida por la franqueza de Victory, la miró directamente.

—¿Estás hablando en serio?
—Sí, Alicia. No es solo por el aspecto físico entre nosotros. Hay algo más, y quiero exclusividad.
—¿Me está pidiendo que me comporte, detective? —preguntó Alicia en tono juguetón.
—Más que eso. Estoy diciendo que quiero algo exclusivo contigo, algo que vaya más allá de la conexión física —sonrió Victory. —No quiero despertarme cada día preguntándome qué es lo que hay entre nosotras.

Alicia, procesando la información, se recostó ligeramente.

—Esto suena más serio de lo que había imaginado.
—Porque lo es. Siento que hay algo especial entre nosotras, algo que va más allá de lo que he experimentado antes.
—¿Y si no puedo prometerte exclusividad?
—Entonces necesitaríamos tener una conversación más profunda sobre lo que ambas queremos de la otra.

Alicia, contemplando la seriedad en los ojos de Victory, suspiró.

—No estoy acostumbrada a estas conversaciones, pero puedo intentarlo.
—Gracias.
—No sé a dónde va esto, Victory, mentiría si te hiciera falsas promesas.
—Yo tampoco sé a dónde va...
—No estoy viendo a nadie más. Antes de ti llevaba una larga temporada sin sentir esa conexión —declaró Alicia.
—Yo igual —sonrió Victory.
—No tengo pensado acostarme con nadie más.
—Yo tampoco —dijo la castaña dejando un beso en el hombro de la pelirroja para seguidamente rodar por la cama y levantarse.

—¿A dónde vas?
—En algún momento tendremos que desayunar ¿no crees? —sonrió Victory.
—¿Por qué no lo pides a domicilio?
—Solo tengo un día a la semana con suficiente tiempo como para preparar un buen desayuno. No voy a desaprovecharlo.
—¿Necesitas ayuda? —ofreció Alicia.
—Ni se te ocurra. Odio que estén a mi alrededor mientras cocino.

Victory dejó un corto beso en los labios de Alicia mientras se colocaba una camisa bastante ancha y salió de la habitación en dirección a la cocina.

—¿Cómo te gusta el café? —preguntó Victory desde la cocina.
—Con leche —declaró Alicia.
—¿Avena, avellana, coco, almendras o arroz?
—¿De vaca?
—¿Leche de vaca, Alicia? —preguntó Victory asomándose a la habitación donde la pelirroja aún continuaba en la cama.
—Desnatada de Central lechera Asturiana —declaró la pelirroja.
—¿Qué? —preguntó Victory.
—La del Mercadona —declaró Alicia.
—¿Qué? —reiteró Victory.
—Mucha Francia pero no tiene leche decente.
—¿Quién bebe leche de vaca en pleno siglo XXI teniendo tantas otras opciones?
—Pero si el otro día te comiste una hamburguesa.
—No es por veganismo es que ¿sabes la cantidad de hormonas que tiene la leche de vaca? Después te sabrá la boca a ubre —se quejó la castaña.
—Pues no sé cómo sabe porque no voy por ahí chupando ubres —declaró Alicia y en Victory desató una carcajada. —Ponme la leche que quieras tía —rió Alicia también.
—Creo que la de avellana te va a gustar.

MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora