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El amanecer bañaba la habitación en tonos dorados mientras Alicia y Victory se abrazaban, compartiendo la calma del momento. La confesión de Victory flotaba en el aire, y Alicia, con una expresión entre asombro y reflexión, buscó los ojos de la castaña.

—Alicia...

Alicia, recostada en el pecho de Victory, alzó la mirada, esperando la revelación que estaba por venir.

—¿Qué pasa?
—Si lo quieres... Me iré a España contigo.

El corazón de Alicia dio un vuelco ante la sorpresiva confesión. Se incorporó de golpe, buscando entender las razones detrás de esas palabras.

—¿España? ¿Hablas en serio?
—Iría por ti, por nosotras. Porque de verdad creo que puede funcionar.

La mente de Alicia daba vueltas mientras procesaba la magnitud de lo que Victory estaba proponiendo.

—¿Hablas de abandonar tu país por mí?
—No lo veo como un abandono, sino como una elección. Algo que estoy dispuesta a hacer por lo que estamos construyendo.

Alicia, sintiéndose abrumada, se volvió a recostar en el pecho de Victory.

—No puedo pedirte que hagas eso por mí.
—No lo veas como una obligación. Es una decisión que quiero tomar.
—Es solo que... es inesperado.
—No te sientas presionada. Lo entenderé si no quieres... —declaró la castaña acariciando el pelo de la pelirroja.
—No tiene que ver con eso. Es que... Victory, no puedo pedirte que hagas eso. Es una decisión enorme. Te encanta Francia.
—Me gustas más tú... No podría pedirte que abandonaras España. Sé que te cuesta estar aquí... ¿Crees que no veo los ojos que pones cuando te hablan de volver a tu país?

Alicia y Victory entraron juntas en la sede, compartiendo el aire de complicidad que se había ido construyendo entre ellas. Se dirigieron al despacho de Marie, donde también se encontraba Raquel, inmersa en su trabajo.

—Victory, Sierra, ¿cómo va todo? —preguntó Marie.

Alicia y Victory intercambiaron una mirada antes de responder.

—Todo en orden, Marie —contestó Victory.
—Oye, han despedido a Pierre —declaró Raquel.
—Sí, eso quería preguntar —añadió Marie. —¿Alguna sabe que ha pasado? No me han dado datos.

Victory, con una expresión imperturbable, se acomodó en una silla, invitando a Alicia a hacer lo mismo.

—Resulta que era un cerdo —espetó Alicia.

Marie y Raquel intercambiaron miradas, desconcertadas por la respuesta inusual.

—¿Un cerdo? ¿Qué ha pasado? —preguntó Raquel.
—Que si por mí fuera, en lugar de un despido habría ido al matadero —sentenció Victory.

La respuesta de Victory dejó a Marie y Raquel atónitas. Intentaron indagar más, pero Victory mantuvo un aire misterioso.

—Pierre cruzó límites inaceptables. Era mi compañero y estaba bajo mi mando y no permito que personas así estén en la misma sala que yo haciendo mi mismo trabajo —añadió Victory.

Alicia, observando la reacción de Victory, notó la seguridad en sus palabras. Sabía que Pierre había sido despedido por intentar sobrepasarse con ella, pero Victory manejaba la situación con habilidad.

—Confiamos en tu criterio, Victory —declaró Marie.

La conversación pasó a otros temas profesionales, pero la tensión persistía. Alicia y Victory compartían miradas discretas, sabiendo que tenían secretos que no podían compartir en ese momento.

MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora